La última novela de Neal Stephenson, ‘Seveneves’, me tiene absorbido por completo. Una catástrofe natural destruye inesperadamente la Luna y la humanidad se ve forzada a sobrevivir, en condiciones más que precarias, exiliada en la Estación Espacial Internacional durante miles de años, hasta poder regresar a la Tierra cuando las circunstancias lo permitan, y de aquella manera.
Un buen amigo de la infancia me la recomendó hace unas semanas en una de sus visitas a Valencia. Como tantos jóvenes valencianos (23.000 desde el inicio de la crisis, aproximadamente, según el Consell de la Joventut de la Comunitat Valenciana) encontró la oportunidad de poder desarrollarse laboralmente fuera de nuestras fronteras, gracias a una beca europea en investigación. Una tasa de paro juvenil del 46% (EPA 2015) con una temporalidad del 90%, unido a los recortes del PP en I+D+i, no le dejaron muchas opciones.
Recientemente, el president Ximo Puig anunció el plan ‘Generació Talent’ de la Generalitat Valenciana, dotado con 40 millones de euros para que las y los jóvenes que están en el exilio laboral puedan volver a la Comunitat Valenciana y reinvertir aquí todo su potencial y formación en mejorar nuestro sistema productivo. Un ambicioso proyecto que, junto al programa ‘Avalem Joves’ del Consell, hacen realidad una de las reivindicaciones más urgentes de Joves Socialistes del País Valencià, del CJCV y de los sindicatos de clase.
Y es que, está demostrado, ningún país puede permitirse tener a una generación de jóvenes en paro, en el exilio o frustrada de expectativas para poder desarrollar un proyecto de vida digna. Incluso está calculado su coste económico: 8.275 millones de euros para la economía valenciana, la mitad del presupuesto de la Generalitat (informe 'Juventud Necesaria. Consecuencias Económicas y sociales de la situación de la juventud valenciana').
Pasar de las palabras a los hechos. Hacer bandera de las políticas de Juventud que cambian de verdad la vida de las personas. Son los mejores objetivos que podrían plantearse para el año 2017, un año de oportunidades para quienes nunca se fueron movidos por un “espíritu aventurero”, sino víctimas de una crisis social y económica. Un nuevo año en el que la recuperación de derechos y prestigio de nuestras instituciones son, poco a poco, una realidad.