España 2020. Un ciudadano de a pie en su libertad de expresión tiene capacidad para realizar critica a todas las instituciones del Estado, a la Monarquía, a la Presidencia del Gobierno (cualquier gobierno), a la Iglesia, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a la Judicatura. También a los programas de TV que ve y no le gustan nada. Yo me pregunto, ¿dónde está escrito, en que texto legal, administrativo o moral figura que un Ministro de Gobierno de España, un diputado autonómico, un concejal o un Senador territorial no pueda realizar una crítica a un medio de comunicación o a un periodista. ¿Dónde? ¿Hay respuesta para esto? Si es el caso de algún aludido, ruego pronta respuesta. ¿Qué significa eso (si tiene explicación) de que al criticar (aún duramente) a un medio de comunicación se está atacando a la democracia? Pero que barbaridades tiene uno que escuchar y leer. Y casualidades de la vida, casi siempre son periodistas de algunos medios determinados. Los ofendidos. Los atacados, Los que se sienten sometidos a escarnio público. Oiga, dedíquese usted también a otra cosa, que ya estamos avanzaditos en democracia para saber que es lo que es realmente democrático y que no. Utilizando la expresión de un buen amigo socialista, “yo ya vengo democratizado de casa”.
Es un derecho del ciudadano también establecer un control a esos medios, en la forma que consideren, y claro que sí, bienvenida sea la crítica. No se preocupen tanto de la “repercusión” que vaya a tener un político crítico con algún medio de comunicación en su electorado, o en la imagen de ese partido. Seguramente la gente que los vota los mantendrá precisamente por ser valientes y decir en cada momento lo que opinan, lo que sienten. Se van acabando los políticos “acomodados” y aquellos que no hablan por no incomodar. Persistirán en sus asientos si sus cúpulas o sus “patronos” los quieren mantener. A los ciudadanos hoy en día y con un escaparate tan abierto como las redes sociales ya no les gustan tanto los perfiles de lo que siempre ha sido lo “políticamente correcto”. Ya vale! No me gustaron nunca los políticos que miden sus palabras a diario, que utilizan a sus responsables de comunicación solo para “filtrar” sus comunicados por si se escapa algo “políticamente incorrecto”. Prefiero los más valientes, osados y que aportan a diario lo que piensan, aunque se equivoquen.
Amigo periodista…Si no contrastas, si cuentas mentiras, si te excedes, si manipulas... cualquier ciudadano te puede pintar la cara, y esto incluye también a los políticos, claro que sí. ¿Por qué un político tiene que aguantar ser el muñeco del pin pan pun, y usted señor periodista no deja que le tosan?
Precisamente, los medios como institución, no están hoy en día para dar muchas lecciones, en casi nada. Se quejan que cada vez se lee menos. Se quejan de que la ciudadanía cada vez les da más la espalda. Pues óigame usted, informe mejor. El reto consiste en gustar a quien lo lee, no en opinar lo que usted cree para darse besos usted mismo frente a un espejo. A ver si está usted haciendo algo mal señor periodista y no se da cuenta.
Informar no es opinar, y opinar no es informar, ambas cosas se pueden hacer, pero también te expones a que opinen de ti. ¿Por qué no?
Creo que la crítica, siempre que se haga educadamente y con datos, es saludable, hace mejor a los medios, o debería al menos, y evita abusos.
Periodistas mediocres, más bien, “opinadores” y algunos mediocres oradores de barra de bar, que cuando se ponen en modo “cuñao” van cuesta abajo y sin frenos. No contrastan datos, les da igual, total, son pocos los aludidos que piden rectificación. Mala actuación. Se debería, por salud democrática también. Pondría mil ejemplos, como aquellos que dicen “esta política me gusta, es súper trabajadora” y resulta que no ha presentado una propuesta parlamentaria en un año. O aquellos que hacen sus “quinielas” para ver donde “aterrizará” éste o aquel. A eso se dedican algunos. Luego no aciertan, pero da igual, esconden sus vergüenzas con un “es que tiene medios y no necesita esto de la política”… de pena, cualquier cosa vale. Y algunos de esos piden respeto. Otros entremezclan lo profesional con lo personal. Como si nada. Los criticas y también se molestan. Y luego los hay acomodados, que te dicen en voz bajita que no comulgan ni con su empresa, ni con la línea editorial ni con los artículos que se supone que tienen que escribir. Pues a mí no me llore, que a mi me costó lo que me costó igual que a otros muchos y muchas compañeras ser valiente y dar la cara y no aplaudir, aunque con eso se jugaban y se han jugado el pan de su casa. Así que moralinas ninguna. Tengo amigos en casi todos los medios, gente a la que aprecio. Tipos que en un momento dado me han puesto o han puesto a compañeros que aprecio a caer de un burro. Pero me llamaron, contrastaron, se interesaron, informaron a su forma y bajo su criterio, y sobre todo, me dejaron siempre participar de la noticia, para bien o para mal, pero me dejaron participar. No todos actúan igual. No todos dan esa oportunidad. Cada vez que escucho esa maldita expresión de “es la línea editorial” me resulta tan peligrosa como cuando escucho eso de “jueces progresistas y jueces conservadores” ¿qué quiere decir eso? ¿Qué no actuarán de forma profesional sino siguiendo unas directrices políticas? ¿De qué se quejan pues? La libertad es de todos y para todos. La crítica también. La educada, informada, contrastada y sobre todo, con buen gusto. Eso también cuenta.
Antes de llamar la atención, quizás valdría la pena hacer una introspección y valorar de forma honesta si nosotros mismos actuamos bien y de forma profesional. Todos. Y luego ya si eso, señalamos con el dedo a quien nos critique, pero ya luego si eso.
*Alexis Marí Malonda, diputado autonómico de la IX Legislatura en Corts Valencianes