Haga la prueba y pregúntenle a cualquier joven si ha visto alguna película de nazis, o si puede decirle quién fue Hitler y qué paso con millones de judíos. Pruebe después a preguntar por nuestra Guerra Civil y por las víctimas del franquismo. Verá cómo sorprendentemente pocos saben del exterminio sistemático de sus compatriotas, de los paseíllos de madrugada y los muros de los pueblos y ciudades de España salpicados de sangre inocente, de las fosas llenas de cadáveres arrojados como sacos por sus asesinos, de los familiares que aún hoy buscan a sus desaparecidos, de los que no pueden enterrarlos con decencia, de los presos en campos de concentración nazis que Franco ordenó dejar allí, de los crímenes que nunca nadie investigó ni juzgó en nuestro suelo.
Pregúntele por la causa de tanto horror, por el delito que habían cometido las víctimas para merecer ser asesinadas: ser maestros, sindicalistas, políticos, escritores… Pensar distinto, luchar por la libertad, defender la democracia.
El precio de nuestra Transición fue el oscurantismo. Amnistía y amnesia. Por eso cualquier joven sabe más de la reciente historia alemana que de la española. ¿Se imagina a un lugarteniente del Führer formando parte de las instituciones de la Alemania democrática? Pues aquí los ex ministros de Franco se han paseado a sus anchas por el Congreso de los Diputados.
Pero ¿qué van saber los estudiantes de una historia sobre la que se pasa de puntillas y de forma aséptica? ¿Qué van a conocer sobre unas víctimas que no reciben ningún tipo de acto, ya no de justicia, sino de homenaje?
Pero ya han pasado casi cuatro décadas desde que recuperamos las libertades y el miedo a la involución no justifica más el silencio. Así lo ha entendido el Consell, que ha anunciado la redacción de una Ley de Memoria Democrática, como ya ha hecho la Comunidad Autónoma de Andalucía. Ante esta iniciativa, el PP no ha perdido un segundo en mostrarse en contra, dejando patente que se pasa por el arco del triunfo los crímenes contra la humanidad; también en eso Spain is different, a los conservadores europeos no se les ocurre poner pegas a las reparaciones o recordatorios de víctimas del nazismo.
Aquí, sin embargo, no se monta ningún escándalo cuando Bonig dice que la ley busca “enfrentar y dividir”, con lo que queda claro que consideran que sigue habiendo bandos y ellos tienen claro a cuál pertenecen. No pasa nada cuando Rajoy presume en una entrevista televisada de no haber tenido que derogar la Ley de Memoria Histórica porque simplemente le ha dedicado cero euros en los presupuestos. No hay dimisiones cuando Rafael Hernando acusa a los familiares de los sepultados en fosas comunes de querer lucrarse con subvenciones y ni siquiera pide perdón.
Los populares se han opuesto también frecuentemente a la retirada de símbolos franquistas, entre ellos la ex alcaldesa, Rita Barberá, denunciada ante el Tribunal Superior de Justicia por este asunto.
Siendo todo este expediente vergonzoso, puede que lo más sangrante de todo sea que haya tenido que ser una jueza argentina la que esté juzgando los crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura. También aquí el PP se ha lucido, al negarse a que se juzguen en España a los 17 cargos franquistas acusados en el proceso.
La ONU lo tiene muy claro y en un informe de 2014 encuentra hasta 10 motivos de incumplimiento en materia de memoria histórica. El documento critica que las exhumaciones tengan que hacerse de forma privada, la falta de información oficial y la Ley de Amnistía, que “no sólo niegan el acceso a la justicia sino que también impiden cualquier tipo de investigación”.
Recomienda que el Valle de los Caídos deje de ser un sitio de “exaltación del franquismo” y recuerda al Gobierno que debe juzgar o extraditar a los acusados de torturas en la causa argentina.
Además, pide al ejecutivo que deje de escudarse en su cínica excusa para negarse a que se recuerde y se reparen las injusticias cometidas: “no abrir heridas”. Por esta regla de tres nunca se juzgaría ningún crimen, pero además, es que las heridas de esta trágica historia siguen hoy abiertas, cuando aún hay torturados vivos, e hijos y nietos de asesinados reclamando justicia y que son víctimas de segunda respecto a la consideración que tienen otras como las del nazismo.
“Las víctimas del franquismo llevan sin justicia desde hace 39 años, 11 meses, 26 días y 5 minutos”, advierte la página web de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica cuando finalizo este artículo. Las heridas no sólo siguen abiertas, sino que sangran.