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Fusilar al humorista: cuando el franquismo condenó a muerte al director y al dibujante estrella de 'La Traca'

Una de las caricaturas del dictador Francisco Franco publicadas en el semanario 'La Traca'.

Miguel Giménez

Valencia —
28 de diciembre de 2019 19:10 h

El 10 de junio de 1940, pocos meses después de que finalizara la Guerra Civil, un consejo de guerra dictaba sentencia de muerte contra Vicent Miguel Carceller y Carlos Gómez Carrera ('Bluff'), una pena que fue ejecutada el 28 de ese mismo mes en las tapias del cementerio de Paterna, el conocido como 'Paredón de España', donde se encuentran enterrados los restos de 2.238 represaliados por el franquismo. Su delito, haber publicado viñetas en las que aparecía caricaturizado –y travestido– el dictador Francisco Franco, o sobre una esvástica aplastando España y a sus ciudadanos con el lema: “El sueño del führer español”. Carceller (50 años) y Gómez Carrera (37) habían sido el director y el dibujante estrella de la revista satírica valenciana 'La Traca', “la más polémica, la más jocosa, la más leída” de España.

La sentencia, dictada por un tribunal militar, recoge que 'La Traca', semanario propiedad de Carceller, “se dedicaba de la manera más baja, soez y grosera a insultar a las más altas personalidades representativas de las España Nacional, de la dignidad de la Iglesia y los principios informantes del Glorioso Movimiento Salvador de Nuestra Patria, aprovechando la popularidad adquirida en años anteriores, en beneficio de la subversión marxista”, y condena a la pena de muerte a Carceller y Gómez Carrera “como autores del calificado delito de adhesión a la rebelión militar”. También se destruyó su obra. Mejor suerte corrió el también dibujante José María Carnicero, condenado a treinta años de prisión.

'La Traca,' que empezó a publicarse en 1884 de la mano de dos valencianos republicanos, Manuel Lluch Soler y Luis Cebrián Mezquita, cerró en 1938. Carceller se había incorporado a la publicación en 1909 y fue su director en la época de mayor éxito de la revista: llegó a vender más de medio millón de ejemplares durante la Segunda República.

Poco después de ser ajusticiados en Paterna, Teresa de Escoriaza, escritora y cuñada de 'Bluff', recordaba sobre la muerte de Gómez Carrera que este solo tenía las manos manchadas “de carboncillo” y no de sangre: “Era un dibujante y nada más”, que no había hecho durante la guerra más que “dibujos satíricos” con el objetivo de conseguir unos ingresos fijos con los que “subsistir. Nunca hizo otra cosa”.

Relata también cómo, después de trasladarse a Madrid, un grupo de falangistas se presentó en su casa en Valencia a detenerle “arrancándole de los brazos de su hijita” y lo tuvieron más de un año en prisión sin procesarle “pues la verdad era que no había nada de qué acusarle”. Sin embargo, acusado de ser autor de unas “historietas caricaturescas” se le “sentenció a la pena capital y fue fusilado enseguida”.

La transgresión como norma

En 2016, la Universitat de València realizó en el Centre Cultural la Nau una exposición sobre esta revista satírica ('La transgresión como norma') en la que se repasaba su historia de “lucha contra el poder” a través de “la risa, la sátira y la inteligencia”, tal y como destacaron entonces los comisarios de la muestra, Antonio Laguna y Francesc Andreu Martínez. En referencia a las ejecuciones de Gómez Carrera y Carceller, quien “en cualquier ciudad normal tendría un par de monumentos” pero a quien “no conoce ni su madre” en València, los comisarios sentenciaron: “Se fusiló la risa”.

El caricaturista valenciano Lamberto Ortiz, autor del libro Redescubriendo a Bluff, el dibujante que se enfrentó al franquismo, define a Gómez Carrera como un “referente del humor” en la España republicana que se enfrentó al franquismo hasta el punto de “pagarlo con su vida”. Ortiz recuerda cómo la dictadura borró la memoria del que consideraba un “dibujante satánico”. “Incluso se prohibió hablar de él”, apunta para recordar que por fin, décadas después, se ha recuperado su memoria.

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