La hora de la política
“Mama, ha arribat la guerra?”, con esta pregunta de mi hijo de 5 años cerré el domingo la jornada en València. Vaya con la preguntita! Y es que aunque parezca que no están atentos, lo están y mucho. Este domingo seguramente muchos niños y niñas verían las caras de preocupación en las comidas familiares, los comentarios en la calle, incluso verían alguna imagen en televisión o escucharían algo en radio. Los niños y niñas de Cataluña, por desgracia, verían y vivirían otra cosa este domingo, que daría mucho más miedo. Por eso cuando por la noche salió Mariano Rajoy y dijo aquello de “hemos hecho lo que teníamos que hacer”, con la misma cara de póquer que cuando se fue a ver a Trump y le habló en “english”, pues parece una burla. Una cosa sí que ha conseguido, que no consiguió ni con su viaje a la Casa Blanca, colocar a España en la agenda internacional pero por la violencia y la incompetencia.
Tampoco este domingo tocaba mantener la equidistancia. Hablar todavía de bloques con la que estaba cayendo, en mi opinión, fue un error. Cómo poner racionalidad a las escenas de agresión de los antidisturbios contra la ciudadanía catalana que se manifestaba delante de colegios y de los ayuntamientos para ejercer su derecho de expresión y voto? Han tirado a Cataluña de España a porrazo limpio! Ante esto sólo cabía la denuncia colectiva de todas las fuerzas políticas en conjunto para parar la represión. Porque ayer estaban en peligro las personas a las que el Estado y sus políticos deben proteger.
Y ahora toca hablar del día después. Con cerca de 900 heridos a sus espaldas, ya es tarde para pedir altura de miras a quien ha sido incapaz de hacerlo hasta ahora y nos ha llevado a este desastre. En su caso ya sabemos cual es la respuesta, la de la coacción y el empecinamiento. Porque mira que hace muchos años que tanto las instituciones catalanas como el pueblo catalán están dando señales de que algo no funciona en este encaje territorial y vienen advirtiendo de la voluntad de hacer un referéndum para decidir su futuro. Pues a pesar de eso, parece que no han oído, no han visto ni han sentido. Dos no se pelean si uno no quiere. Así que en lugar de sentarse a hablar se han dedicado a tirarse dardos envenenados con amenazas, recortes, y sobre todo con menosprecio, al dejar pasar el tiempo como si no existiese el problema y ni siquiera considerar a los interlocutores del otro “bando”.
En cualquier caso, en medio de estos extremos, está la ciudadanía que quiere una convivencia en paz y muchos, como nos vienen demostrando hace tiempo, también quieren decidir. Por ello es el momento de hacer valer la POLÍTICA, la que piensa en las personas, y emprender un diálogo sin apriorismos y multilateral en el que se llegue a consensos sobre posibles reformas, modelo territorial y garantizar derechos. Es un esfuerzo colectivo que vale la pena intentar. Todavía no es demasiado tarde para la democracia.
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