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La Iglesia se inmatricula 8.000 metros cuadrados de suelo público en Xàtiva y alquila parte a un restaurante

Arturo Climent Bonafé, el que fuera abad de Xàtiva que inmatriculó los terrenos junto a la ermita de Sant Josep.

Sergi Pitarch

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El vecino o visitante que llega a la ermita de Sant Josep de Xàtiva puede disfrutar de un entorno envidiable, de lo mejor que ofrece la ciudad. El Bellveret (bella vista), un mirador natural que ofrece espectaculares vistas de la ciudad y de gran parte de la Costera, una estatua de Manuel Boix sobre la pilota valenciana y parte de la antigua muralla romana. En una dependencia aneja a la ermita, se instaló desde hace años un conocido restaurante que ha ocupado también parte del entorno que fuera público en su día. Pero lo que los ciudadanos setabenses creían suyo es desde 2004 propiedad de la Iglesia católica que, además, bien ha sabido comercializar el espacio. Según ha podido confirmar elDiario.es, el abad de Xàtiva de la época, Arturo Climent Bonafé, inmatriculó a nombre del Arzobispado de Valencia 8.000 metros cuadrados que siempre fueron considerados como públicos. Es más, ocupa también viales públicos.

Según fuentes que han conocido el proceso de inmatriculación y que ha confirmado el Ayuntamiento de Xàtiva, el otrora abad Climent Bonafé puso a nombre del Arzobispado los terrenos públicos aprovechando un privilegio que proviene del franquismo y que equiparaba a la Iglesia católica con la administración, y a los obispos con notarios.

En ese sentido y, como los terrenos que también tocan el conocido mirador Bellveret no figuraban a nombre del municipio o un particular, se inscribieron en el Registro de la Propiedad a nombre de la Iglesia.

Las mismas fuentes explican que en la operación hubo “una mala fe clarísima” porque en el año 1995 el ayuntamiento compró a la Seu (la iglesia de Xàtiva) los campos que había alrededor del Bellveret. Incluso se han inmatriculado la vía pública que pasa junto a la ermita y que conecta con el castillo de Xàtiva.

La ermita, solo el edificio, que perteneció en el Medievo al gremio de carpinteros, se cedió en los años 40 del siglo pasado a la Seu. En la actualidad, el lugar de culto se utiliza una vez al año para que las comisiones falleras de la ciudad ofrenden a su patrón San José el día grande de las fiestas. Lo que sí que funciona a pleno rendimiento y todo el año es el restaurante, que la iglesia tiene alquilado en una vivienda aneja a la ermita. Es más, su servicio ha crecido tanto que ocupa parte de los terrenos que fueron públicos para ubicar su terraza y organizar grandes convites.

El Ayuntamiento nunca dejó abandonados los terrenos junto a la ermita o el Bellveret. Es más, se dignificó la zona con recursos públicos para el disfrute de los vecinos en los años 80 y y desde ese momento se ha tenido en cuenta su mantenimiento con fondos públicos. “Hasta hubo excavaciones en las ruinas romanas”, explica una persona que conoce de primera mano la inmatriculación.

Tras le ermita, se encuentra la Porta de l'Aljama, que es la puerta, según el Llibre dels Fets, por la que entró Jaume I cuando llegó a Xàtiva. Cada año, su simbolismo hace que se celebre el acto institucional del 9 d'Octubre. El edificio fue una antigua mezquita después cristianizada. La ermita es uno de los lugares más antiguos de la ciudad y los terrenos colindantes tienen un valor incalculable para Xàtiva porque allí se encuentran vestigios de la época íbera y romana, los primeros pobladores de la ciudad. Las propias murallas han sido consideradas Bien de Interés Cultural y el Bellveret es el mirador por excelencia de Xàtiva. Es un terreno de un alto contenido sentimental para los socarrats.

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