El Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) tiene obras del escultor Gerardo Rueda cuya autenticidad está puesta en duda por sus propios expertos y la investigación que lleva el juzgado de Instrucción número 21 de València. El museo todavía mantiene estas obras en su catálogo como originales pese a las importantes dudas abiertas sobre estas esculturas gigantes por las que se pagaron 3,2 millones de euros de dinero público. Cinco de las piezas fueron fundidas tras la muerte del artista a partir de ideas y trabajos de mucho menor formato, según el informe del conservador jefe de la colección del IVAM que pidió la juez instructora.
La directora del IVAM entre 2004 y 2014 y ahora imputada en la causa que lleva su nombre, Consuelo Císcar, apostó fuertemente por la obra de Gerardo Rueda, un escultor cuya fama artística recibió un impulso después de que el expresidente del Gobierno José María Aznar lo apadrinara públicamente. Ciscar abonó 3,2 millones por la compra de siete piezas monumentales (cinco de ellas después de su fallecimiento). El valor real de estas obras es lo que se dirime en la investigación judicial contra la gestión de Ciscar al frente del museo valenciano aunque ni los propios especialistas de la pinacoteca garantizan su originalidad y que detrás esté el trabajo del artista.
A preguntas de este diario, desde el IVAM explicaron que a día de hoy no piensan cambiar la situación de las obras “a no ser que alguien diga lo contrario”. “Lo tendrá que decir un juez porque en estos momentos se investigan los sobrecostes”, argumentaron.
Esta actitud da a las esculturas pleno valor y autenticidad lo que será un beneficio para los acusados en la causa. Tampoco se ha formado una comisión técnica para dilucidar la originalidad de las obras.
«No podemos determinar, salvo mejor criterio, si se trata de una obra original o copia de otra anterior al no haber ninguna prueba que permita corroborar la intención del artista», afirma el informe del jefe de conservación del IVAM. Además, apunta, «Gerardo Rueda murió en 1996 y su heredero nunca facilitó al museo la documentación necesaria (bocetos o maquetas preliminares) que permitiera conocer de primera mano el proceso creativo que justificara o argumentara la idoneidad de realizar estas piezas». Las obras fueron adquiridas entre 2006 y 2007.
La operación de compra de estas piezas incluia una donación de 77 obras por parte de su heredero y la cantidad de 3,2 millones incluía más de 250.000 euros abonados a la empresa de fundición. La Intervención de la Generalitat que permitió la apertura de diligencias penales tasaba estas obras en un 10 % de lo que se pagó. En el escrito de denuncia de la Fiscalía, el Ministerio Público concluyó que existió «un evidente sobrecoste, pues se adquieren obras de arte años después de fallecido el autor sin que este las hubiera realizado», de forma que Consuelo Císcar habría beneficiado presuntamente al heredero de Gerardo Rueda en 2.657.177 euros.
Fuentes de la investigación explicaron que en el sumario aparecen correos electrónicos que revelan que las obras se elaboraron mucho tiempo después de la muerte del autor pero en el contrato de firma se consideraron como propias. Pese a ello, un informe elaborado en el momento de la compra ya revelaba que el seguro que propuso José Luis Rueda (el heredero) era muy superior a lo obtenido por otras obras en subastas verdaderamente originales.
El sumario del caso abunda en nuevas tasaciones de obras del artista madrileño realizadas por los dos valoradores habituales del IVAM.
Incluye además parte de un informe interno realizado en el momento de la compra, que fue acompañada de una muestra. El escrito ya ponía de relieve que el seguro que José Luis Rueda (el heredero) proponía para las obras era muy superior a lo que otras similares se habían vendido en subastas.
La defensa de Ciscar ha desacreditado el trabajo de los tasadores del IVAM que detectaron los sobrecostes.
Estas obras de Rueda se expusieron en exteriores de València, Madrid y Bilbao.