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Valmor tiene un libro

Sí, ya lo sé. Sé lo que están pensando. Que esto lo han oído de prácticamente todos los casos de corrupción valencianos. Un libro y una película. Lo sé. Y seguro que muchos estarían ya en nuestras pantallas de no ser porque el guión de todo crimen político en cuanto lo localizas fuera de la M30 parece perder todo el glamour para la industria cinematográfica española. Gürtel con sus bigotes y sus ovíparos amores. Emarsa con sus traductoras. La Diputación y sus yonkis del dinero. Las vidas y metamorfosis de los Blasco-Císcar... Todos merecen las atenciones de un guionista y hasta ahora nada. En fin...  Pero créanme si les digo que el caso de la Fórmula 1 valenciana y la posterior compra por parte del gobierno de Alberto Fabra de la empresa Valmor tendrá algun dia un buen libro.

La costumbre, la impunidad, la sordera periodística, la inexplicable ceguera de alguna oposición extrañamente muda y después episódicamente paralítica... todos los ingredientes se dan cita en el caso que nos ocupa. Pero sobre todo, el caso Valmor es el mayor ejemplo del grado de corresponsabilidad que todo el establishment popular llegó a ostentar en la extensión y magnitud alcanzada por la corrupción política en esta comunidad autónoma.  Hasta el bendito de Alberto Fabra arrastró a su gobierno a implicarse, como poco políticamente, en aquella compra tan evidentemente turbia. Èl, que se vió, se vendió y fue comprado casi por unanimidad mediática como el regenerador político llamado a pintar líneas rojas donde encontró lubricados toboganes y a separar los “antes” de los “después”, tuvo que tragar con el vaso de alquitrán que su amigo Paco Camps le dejó servido.

A la obra no le faltará de nada, palabrita del niño Jesús. Tendrá traiciones, miembros del mismo gobierno acusándose entre sí, documentos que deberían estar y no aparecen y otros cuya aparición les resultará inexplicable. Nadie escapará al relato de una trama que nacerá en los salones del Palau y se paseará por los despachos de Londres, los aeropuertos de Ginebra, los circuitos de Tokio o Shangai. Verán en las páginas del hermoso tomo los nombres de siempre, los de los políticos habituales, pero también de aquellos de los que nadie nunca quiere hablar, de los empresarios innombrables, de los conseguidores sin rostro. Leerán sus diálogos dictando listas electorales en algún pabellón de la Feria de Valencia a uno de esos candidatos con cara de tener que ser y al que se le olvidó que la cámara estaba grabando. Habrá un papel para todos, ya verán. Para los unos: Fabra, Bonig, Camps, sus compañeros y compañeras de Consell y sus secretarios autonómicos. Y también para los otros: Eva Martínez e Ignacio Blanco y ese tal Moreno pero también para el síndic de entonces Antonio Torres y el de ahora Manolo Mata y para el diputado Alfred Boix, el president Ximo Puig y hasta para aquel personaje de Gila, que vestía de marrón y vivía en el pasillo. Esperen y estén atentos porque como en los grandes relatos aquí nada ni nadie es exactamente lo que parece. No pierdan de vista su kiosko o libreria que ya les digo yo que Valmor tiene un libro.