La última votación en el Congreso sobre la LOMCE, esta semana, ha evidenciado varias cosas sobre la regulación del sistema educativo y sobre el panorama parlamentario español tras el abstencionazo, que en realidad conducen a una única: mucho parloteo y poco cambio. Nuestra Ley educativa marco ya está en marcha a todos los efectos, excepto en lo referente a las famosas reválidas, cuya entrada en vigor estaba, desde hace tiempo, aplazada. Por lo tanto, nada nuevo bajo el sol de esta España con legislación de enseñanza regresiva cuando el PP anuncia, poco antes de la investidura de Rajoy, que va a aplazar las reválidas, como si esta medida supuestamente consensuadora fuese consecuencia de la generosidad y patriotismo socialista y no, como es, fruto de una oposición frontal de una mayoría absoluta de diputados ya en la anterior legislatura.
Nada hay novedoso tampoco, siguiendo el argumento, cuando el PSOE propone este lunes suspender el calendario de implantación,porque esto ya lo había planteado en abril, cuando nuestro gobierno estaba en funciones, y esta proposición fue aprobada, aunque no tuvo efecto por la disolución de las Cortes. Ahora el PSOE lucha por dar la imagen de un liderazgo opositor que sus síes y sus síes “por imperativo” se empeñan en negar. La abstención a cambio de incógnitas canta mucho, pues los socialistas fueron incapaces, o no quisieron, abstenerse a cambio de compromisos concretos, como hubiera sido en este caso, la futura derogación de la LOMCE, algo de lo que Rajoy incluso se vanaglorió de que NO iba a hacer, sabiéndose fuerte ante la amenaza de unas terceras elecciones y de un PSOE dividido. Y de paso, conviene recordar, que en el mismo paquete iba la negativa a derogar la reforma laboral y la “Ley Mordaza”.
En aquella ocasión, en abril, Ciudadanos se abstuvo de paralizar los últimos efectos de la LOMCE, a pesar de que en teoría no estaba a favor de ella, apelando a la necesidad de un pacto educativo, el mismo argumento del PP. Ahora, el grupo de Albert Rivera se ha sumado al resto de la oposición en su voto a favor de la paralización, pero curiosamente mantiene su argumentación anterior: acusa al PSOE de propagandista, ya que no quiere esperar a la negociación de un pacto educativo dentro de dos semanas.
Entiendo que se estén liando, porque no es para menos, pero todo tiene su explicación: en aquel momento los naranjas, absteniéndose, ya se anticipaban al pacto que acabarían haciendo con los populares para auparlos al ejecutivo, pese a que tenían un acuerdo escrito –y a la vista está que muy frágil – con los socialistas. Ahora, juegan a ser oposición y a la vez a no traicionar a su socio popular, o sea, que nadan y guardan la ropa. Si el “no vamos a apoyar a Rajoy por activa ni por pasiva” se ha convertido en propiciamos un gobierno de Rajoy por abstención, el estamos contra la LOMCE puede convertirseen “estamos a favor de una LOMCE camuflada bajo el disfraz del consenso”.
Porque el PP dice que va a dar carta de legalidad a la cancelación -o aplazamiento, ya veremos-, de la reválidas por decreto-ley, aunque aún no lo ha hecho, y aunque lo haga, no se ha comprometido en ningún momento a dar marcha atrás en lo que ya está aprobado, es decir, el 99% de la LOMCE, a pesar de que las pruebas externas con efectos académicos eran una de las principales causas de cabreo de la comunidad educativa, pero ni mucho menos las únicas.
El PP dice que va a negociar un pacto educativo y que no tiene líneas rojas, y yo me pregunto si alguien puede creer esto de un partido que pasó el rodillo no sólo por el parlamento sino sobre la mayoría absoluta de la comunidad educativa española, y que además cuenta con un principal partido de “oposición” que no le ha arrancado ni un solo compromiso contundente de cambio.
¿En serio el PSOE cree que va a conseguir, en un segundo momento negociador, como ha anunciado, la “eliminación de la posibilidad de segregación de niños y niñas del sistema público”, la “recuperación de la diverficación curricular” o, sobre todo, la vuelta “al carácter no evaluable de religión”?
Yo creo -no sé si desde el pesimismo o desde el realismo y la experiencia en el conocimiento de la derecha española, que no se muestra tan abiertamente como Trump pero que se le parece bastante en demasiadas cosas- que el PP no implantó la LOMCE porque un fanático Wert hubiera abducido al gobierno en pleno. Yo creo que el Partido Popular impuso la LOMCE porque creía firmemente en el modelo conservador; retrogrado; machista; contrario a la igualdad entre clases sociales y económicas; arrasador de la enseñanza de la ética y de la creación de ciudadanos demócratas y críticos;contrario al laicismo, permitidor de que docentes que no pasan ninguna oposición sean nombrados a dedo por la jerarquía católica para impartir religión como materia evaluable y poder ser tutores de grupos completos de alumnos (den o no religión) e incluso asumir otras tareas coordinadoras en los centros; férreo creyente en la enseñanza privada y concertada; minador de los presupuestos públicos para educación; destructor de la participación real de la comunidad educativa en los órganos de gobierno de los centros; promotor de la verdadera desautorización, desprestigio y desmoralización de los docentes de la enseñanza pública que supone la cínicamente llamada Ley Orgánica de Mejora de la “Calidad” Educativa. Y eso lo saben todos y cada uno de los señores diputados.