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Mazón calca la estrategia del PP en otras catástrofes y sigue sin explicar su comida
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CRÓNICA

Mazón calca la estrategia del PP en catástrofes anteriores y sigue sin explicar su comida el día de la DANA

El president Carlos Mazón tras su intervención en el Parlamento valenciano este viernes.

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“La verdad, en mi opinión, también sale dañada”. Carlos Mazón es como uno de esos conductores kamikazes que circula en dirección contraria y cree que quienes incumplen el código son quienes le vienen de cara. El president de la Generalitat Valenciana llegó a afirmar este viernes que fue “acertada” la decisión de enviar la alerta masiva a las 20.11 del pasado 29 de octubre, cuando centenares de ciudadanos estaban ya atrapados. Y es que Mazón, en su primera comparecencia en las Corts Valencianes después de la catastrófica DANA, se fio de sus propias mentiras. El president repitió en sede parlamentaria la cantinela de falsedades y omisiones que ha ido encadenando desde que la “revolución hidrológica sin precedentes”, según la expresión repetida hasta la saciedad, arrasó las comarcas de l'Horta Sud y de Utiel-Requena, dejando más de 200 fallecidos.

El jefe del Consell culpó a todo el mundo (incluso al “sistema de prevención”) menos a sí mismo en singular. Mazón arremetió, largo y tendido, contra la Confederación Hidrográfica del Júcar (a pesar de los 62 avisos que envió la CHJ a la Generalitat mientras que el president alargaba su famosa comida del día de autos) y contra unos protocolos de Emergencias de los que hace apenas dos años decía que eran “meridianamente claros”.

En una de las réplicas, ya por la tarde, aseguró: “No oculto los errores de la Generalitat, los reconozco y los asumo y pido disculpas por ello”. Y punto. Eso fue lo más parecido a una asunción de responsabilidades, ni siquiera propias, sino autonómicas. Eso sí, la asunción a medias fue pronunciada después de varias horas atacando al Gobierno central y, singularmente, a la Confederación Hidrográfica del Júcar.

El president llevaba un enorme taco de folios con su discurso. Así, detalló una cronología interesada, con falsedades más que evidentes, que pegó un enorme triple salto temporal sobre las cinco horas que pasaron desde que abandonó el Palau de la Generalitat a última hora de la mañana para dirigirse a una comida con una periodista hasta que volvió a estar operativo.

Una larga elipsis le permitió evitar el detalle de una franja horaria clave en la respuesta a la catástrofe: “Mantuve mi agenda plenamente consciente de cómo estaba la situación y sabiendo que la consellera de Justicia e Interior, junto con su equipo, ya se había desplazado a algunas de las zonas afectadas por la crecida del [río] Magro y que se estaba en contacto con la Delegación del Gobierno”.

“No obstante”, apostilló, “cuando fui advertido de que la situación en la presa de Forata se agravaba, me desplacé al Centro de Coordinación de Emergencias donde estaba constituido y trabajando el Cecopi [Centro de Coordinación Operativa Integrado]”.

El president tan solo aportó una única novedad sobre su desplazamiento tardío: “No fue fácil el viaje. El mal tiempo, como es normal en estas situaciones, produjo gran densidad de tráfico y alargó el trayecto hasta que llegué [al Centro de Coordinación de Emergencias de] l’Eliana con el Cecopi trabajando a pleno rendimiento y donde no fue necesario que nadie me pusiera al día ni yo retrasé, ni por un segundo, las tareas que se estaban llevando a cabo”.

El envío tardío de la alerta masiva a los móviles —a las 20.11— fue una “decisión acertada” por parte de la “dirección de la emergencia”, afirmó sin despeinarse. Es más, en la realidad paralela en la que opera Mazón, tal decisión (o negligencia, según la oposición) fue un “ejemplo de que sí funcionó la coordinación de administraciones”. Se trata de un sistema (Es-Alert) cuyo envío corresponde a la comunidad autónoma (y no a las “administraciones” en general). De hecho, al día siguiente de la tragedia se enviaron dos alertas más, sin mayores dificultades.

Como en el 11M o en el Metro de València

Su intervención recordaba inevitablemente a las mentiras que ventiló a cuenta del atentado del 11M Eduardo Zaplana (su mentor político condenado a más de una década de cárcel por corrupción) cuando era portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. O a la gestión del accidente del Metro de València, en 2006. El síndico socialista, José Muñoz, se lo dijo: “Volvemos a recordar el accidente del metro, toda su teoría se basa en que era una tragedia inevitable”. Por su parte, con el ventilador enchufado a la máxima potencia, el portavoz popular, Juan Francisco Pérez Llorca, llegó a disparar contra el “fundamentalismo medioambiental de la extrema izquierda”.

El jefe del Consell ni siquiera aludió en su intervención inicial de dos horas y media, ni en las réplicas posteriores, a la 'riuà' de València de 1957, que en la memoria colectiva de la ciudad remite a un desastre con un número desconocido de desaparecidos y a una gestión por parte de las autoridades franquistas que indignó incluso a la derecha autóctona. En València aún quedan comercios y bares que tienen una marca con la leyenda de “hasta aquí llegó la riuà”. Por el contrario, Carlos Mazón sí que puso como ejemplo del “único precedente” de la DANA de 2024 la riada que arrasó en 1962 Terrassa, Rubí y Sabadell, con “400 víctimas mortales”.

El discurso que le habían preparado contenía afirmaciones como esta: “Como saben, la primera respuesta a una emergencia, como no puede ser de otro modo, es el rescate de personas y la atención a las posibles víctimas”. El president soslayaba así la prevención y el aviso previo a la población de que una catástrofe se avecina. Mazón se escudó en que la alerta se envió cuando fue informado de que había riesgo de desbordamiento de la presa de Forata. La Generalitat Valenciana quiso evitar con el envío de la alerta un “riesgo apocalíptico”, según advirtió Mazón. Por debajo de ese umbral de riesgo, dos comarcas quedaron completamente arrasadas.

El palique parlamentario de Carlos Mazón también incluyó conceptos llamativos como “renacimiento” o la ya tantas veces mentada “revolución hidrológica”. “Hemos aprendido de lo que no funcionó bien durante las primeras horas y lo hemos corregido”, manifestó el president, quien precisó de paso que el aprendizaje afectaba a “políticos y técnicos”. La inopinada alusión a los técnicos fue un aviso a navegantes en toda regla.

En la réplica, por momentos, reprodujo el argumentario preparado para los cargos del PP (publicado por elDiario.es el pasado 7 de noviembre), especialmente en sus alusiones a la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE). En general, hubo poca originalidad en el frente del relato de los hechos.

El equipo de Carlos Mazón en Presidencia (los secretarios autonómicos José Manuel Cuenca, Cayetano García Ramírez y Santiago Lumbreras) seguía, aparentemente satisfecho, la intervención del jefe del Consell. Se trata del 'politburó' del presidente, sin experiencia alguna en la gestión de catástrofes, que ha acompañado a Mazón en los momentos más complicados. En los corrillos de fumadores del jardín de la cámara autonómica, algunos cargos y diputados del PP arropaban y abrazaban a los miembros del 'politburó'.

Salomé Pradas, una de las principales protagonistas de la desastrosa gestión, dio la imagen de una reliquia arqueológica. La consellera de Justicia e Interior permaneció en su escaño como una suerte de 'zombi' político al que nadie se acerca para evitar un posible contagio. Con rostro desencajado y atuendo oscuro de funeral, Pradas estuvo hierática y con mirada prácticamente ausente durante toda la jornada. En otro escaño de los miembros del Consell, Nuria Montes mantenía las manos enlazadas durante gran parte de la intervención de Carlos Mazón, como queriendo evitar coger su teléfono móvil y tuitear otra barbaridad.

El tono general de la vestimenta de la bancada parlamentaria era oscuro, propia de un sepelio colectivo. Los populares aplaudieron al final del primer discurso de su jefe de filas. Sin embargo, tras la intervención del siguiente portavoz, José María Llanos, de Vox, su grupo parlamentario evitó aplaudir, como muestra de la excepcionalidad del pleno. Compromís tampoco aplaudió a su síndico, Joan Baldoví. Y el PSPV-PSOE hizo lo mismo tras la intervención de José Muñoz.

No era un día para aplausos: cada vez que terminaba un turno de palabra, la cámara quedaba en un silencio desacostumbrado en un foro parlamentario. Sin embargo, tras la última intervención de Mazón, ya bien entrada la tarde, la bancada popular reiteró el aplauso. Unas palmadas discretas, sin el entusiasmo habitual en condiciones normales.

El president, en su línea, no se prestó a contestar pregunta alguna de los numerosos medios de comunicación desplegados en el Parlamento autonómico. Y eso que no son pocas las preguntas pendientes y que en su intervención también aseguró que no se esconde de los medios de comunicación, a pesar de que solo ha dado entrevistas a canales y radios afines y de que la única rueda de prensa con preguntas fue inevitable al ser una comparecencia con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, el pasado 1 de noviembre. El president justificó su opacidad informativa —calcada al accidente del Metro en 2006— en la supuesta necesidad de no perder “ni un minuto” en desmentir “bulos”. “Habría sido inmoral dedicar tiempo a desmentir bulos, a eso no le dediqué ni un minuto”, apostilló.

Un tuit borrado

Aunque para bulos los de la mañana previa a la DANA. El portavoz de Vox le recordó a Mazón su inoportuna intervención de las 13.00 del trágico martes 29 de octubre, cuando aseguró (en un tuit con el video borrado posteriormente) que el temporal ya estaba finiquitado. José María Llanos le dijo que “igual que en un incendio, no se dice que está completamente extinguido hasta que pasan tres o cuatro días”. “Eso es de primero de Emergencias”, le soltó a modo de navajazo trapero.

A estas alturas, al president ya le daba todo un poco igual. La nueva batalla es la del relato. Carlos Mazón ya está en plena fase de reconstrucción, según dijo, gracias a la remodelación del Consell. Su imagen pública y su credibilidad han quedado seriamente dañadas, igual que las zonas afectadas por la DANA. Su fiabilidad ha sido cuestionada de plano incluso por sus antiguos socios de Vox. En València, amplísimas capas de la población se fían más de un trilero callejero que de su 'molt honorable' president de la Generalitat.

La entrada y la salida de Carlos Mazón de la cámara autonómica fue casi clandestina, con un amplio dispositivo policial. Sus contadas apariciones en espacios públicos no están siendo precisamente pacíficas. A pesar de ello, su discurso se situó en un plano renovado y estuvo plagado de referencias a la reconstrucción, al “apoyo mutuo”, a la “empatía”, a la “solidaridad” y a un largo etcétera de cháchara sobre el “renacimiento” de las zonas destruidas por la DANA.

El portavoz de Compromís, Joan Baldoví, le espetó: “Si no fue capaz de llegar cuando tocaba al Centro de Emergencias, ¿cómo va a ser capaz de liderar la reconstrucción?”.

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