El año en el que la factura de la luz y los precios energéticos han marcado récords constantes también ha sido el del récord del autoconsumo. Las instalaciones y las solicitudes han duplicado las cifras en los últimos dos años, motivadas por el incremento de precios, la sensibilidad medioambiental y la conciencia hacia un modelo energético menos dependiente de los oligopolios.
A falta de una fotografía del año completo, el último informe sobre autoconsumo en la Comunitat Valenciana, correspondiente al tercer trimestre de 2022, apunta que existen 35.000 instalaciones de autoconsumo energético, frente al medio millar que había en 2019. Estas instalaciones incluyen desde viviendas y garajes a estructuras agrícolas o industriales y de cualquier tecnología (biogas, fotovoltaica, hidroeléctrica o cogeneración, esta última una cuarta parte de la potencia total instalada). La cifra comenzó a crecer significativamente a finales de la primavera de 2021, según muestran los gráficos de la dirección general de Energía. En potencia total instalada hay 497 megavatios en instalaciones de autoconsumo, 92 más que el pasado año. Del total de potencia instalada, 365 megavatios proceden de fuentes renovables, la gran mayoría de energía solar fotovoltaica. La cifra de fotovoltaica supone un 34% del potencial real de la Comunitat Valenciana, según la dirección general, que toma como referencia la hoja de ruta del Ministerio de Transición Ecológica.
En el mismo periodo, una de las fórmulas para el autoconsumo que ha ido ganando popularidad son las comunidades energéticas locales. A falta de un censo exacto, que se encuentra en elaboración, la Conselleria de Economía y la agrupación de comunidades estima que hay entre 50 y 60 puestas en marcha, un 10% de los municipios valencianos, y auguran que en el presente año la cifra pueda duplicarse. A principios de 2021, según el registro del ministerio, solo había 8 en la Comunitat Valenciana, tres de ellas en la ciudad de Valencia, impulsadas a través de la fundación municipal València Clima.
Las comunidades energéticas son un modelo similar al cooperativista para producir y distribuir energía procedente de fuentes renovables para el autoconsumo, en el que tienen participación los ayuntamientos, vecinos, empresas y entidades locales. Es un sistema “descentralizado, justo, eficiente y colaborativo”, según explica Juan Sacri, representante de Sapiens Energía y presidente de la agrupación de comunidades energéticas valencianas (Avace), que agrupa a siete empresas. Desde 2021 las conselleries de Transición Ecológica y Economía Sostenible han puesto en marcha ayudas y subvenciones para las instalaciones colectivas de autoconsumo, en aras de obtener un modelo energético más sostenible y menos dependiente de la volatilidad geopolítica. Además, este año el Ministerio de Transición Ecológica financiará otras cuatro en la Comunitat Valenciana, de los 29 proyectos nacionales.
Según el representante de Sapiens, actualmente hay en la red eléctrica unos 3 megavatios de energía fotovoltaica procedente de comunidades. La cifra crecerá significativamente este año, dado que hay varios proyectos en polígonos y parques industriales de 1,5 megavatios cada uno. Este año han impulsado 35 proyectos, a los que se suman otras empresas como Enercoop, que en Crevillent completa una instalación de 120 kilovatios para proporcionar energía a unas 70 viviendas y ha sido citada como referente por la Generalitat Valenciana.
Sacri explica que “hay un interés claro por ahorrar en la factura eléctrica de los ciudadanos, mostrar que existe una alternativa al modelo tradicional”. El ahorro medio estimado era de un 30% en 2021, pero con las variaciones del mercado eléctrico se ha llegado a estimar en hasta el 50%, indica. Además de las ventajas económicas, el responsable cree que parte de la población busca “una energía más humana y en manos de las personas. Un modelo más justo, más sostenible”. El responsable de Sapiens aboga por instalar placas solares en las cubiertas de los edificios, públicos o privados, para el modelo de autoconsumo. “Intentamos aprovechar infraestructura existente”, indica.
Sobre el conflicto reciente en materia de plantas solares, el responsable cree que la cuestión principal es “cuál el modelo de desarrollo” de la transición energética. “Necesitamos renovables”, sostiene, pero “el conflicto es dónde y cómo de grandes son las plantas. Es el modelo empresarial y la implantación territorial”. “Hay que acercar la generación al consumo para hacer cosas que tengan sentido humano”, defiende. Sobre el consumo industrial, apunta que este año han iniciado proyectos en parques industriales y polígonos, como en Gandia. “Es totalmente posible desarrollar plantas pequeñas cercanas al consumo. Es el modelo que defendemos, la generación de proximidad”
El modelo de comunidad energética integra a los agentes sociales y reparte la electricidad por coeficiente, en función de la participación, reservando un margen para unidades familiares vulnerables o usuarias de los servicios sociales. “La finalidad es generar beneficios sociales. La idea es autoabastecerse de energía o de servicios como movilidad eléctrica compartida”, concluye.