Alicante y Valencia lideran el descenso de contaminación de España durante el confinamiento

Alicante es la ciudad de España que más ha visto reducir la contaminación durante el estado de alarma decretado por el gobierno central con motivo de la crisis del coronavirus. Con un descenso del 72%, lidera el listado seguido de València, con un 69%, y a poca distancia Córdoba (68%).

El informe elaborado por Ecologistas en Acción, con el título ‘Efectos de la crisis de la COVID–19 sobre la calidad del aire urbano en España’, analiza los datos oficiales de dióxido de nitrógeno (NO2) recogidas en 129 estaciones de medición, repartidas entre las 26 principales ciudades de España (todas las mayores de 150.000 habitantes con más de una estación), durante los meses de marzo y abril de 2020 y de los diez años anteriores. “Presenta por lo tanto una foto fija de la calidad del aire urbano antes y después de la declaración del estado de alarma y las medidas de confinamiento”, señalan los autores.

El factor determinante que hace a las dos localidades valencianas liderar el ranking -Castellón se sitúa en la mitad inferior de la tabla, con una reducción del 54%- se explica por el descenso drástico del tráfico, del 79% en el caso de Alicante, en comparativa con hace diez años, la cual se corresponde con la estación de tráfico de Florida, que es la que habitualmente llega a niveles más elevados de este contaminante. En el caso de València ciudad, sus tres estaciones de medición han constatado un descenso de las estaciones orientadas al tráfico del 78% en una década.

Con una reducción media del país del 58%, otras grandes ciudades han visto disminuir sus valores habituales, aunque en menor medida que las ciudades valencianas. El descenso en Barcelona, por ejemplo, ha sido del 62%; en Madrid del 59%, mismo porcentaje que en A Coruña. Las que menos, Oviedo (42%), Zaragoza y Murcia (45%). Esta última ciudad ha experimentado en diez años el menor descenso de contaminación en sus estaciones de tráfico, del 37%, aunque a este respecto, los autores del informe avisan: “las redes de medición de las ciudades son muy dispares, por lo cual sus datos no pueden compararse con rigor completo”.

En líneas generales, los niveles de NO2 registrados durante el estado de alarma son los más bajos para los meses de marzo y abril de la última década en todas las ciudades analizadas. Se mantienen además muy por debajo del valor límite legal y de la guía anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando en las estaciones de tráfico el umbral mencionado se supera a menudo, especialmente en el mes de marzo.

El macroestudio también señala que la mejora de la calidad del aire está siendo general, tanto en los centros de las ciudades como las periferias urbanas, del mismo modo que son generales las medidas adoptadas de limitación de la circulación. Tampoco se detectan diferencias significativas entre las diversas prórrogas del estado de alarma, en las cuales se han aplicado restricciones de diversa intensidad, si bien la caída de la contaminación ha sido un poco superior en la media del mes de abril (60%) que en la segunda quincena de marzo (55%).

Sí que es cierto que, territorialmente, se nota una menor reducción de la contaminación en las ciudades de la cornisa cantábrica, “quizás a causa de factores meteorológicos no muy precisados”, reconoce la investigación. En cambio, las ciudades del litoral mediterráneo son las que más han rebajado los niveles de NO2, hasta concentraciones a veces propias de estaciones rurales de fondos.

Otros factores que también han contribuido de manera importante a mejorar la calidad general del aire han sido las precipitaciones abundantes, este abril que dejamos atrás ha sido el más lluvioso desde que se tienen registros -marzo, a su vez, también ha sido característicamente húmedo-, y la inestabilidad atmosférica predominantes durante la primavera.

Desescalada

Ecologistas en Acción aprovecha el informe para proponer, para la desescalada, una serie de pautas que contribuyan a rebajar la contaminación. Recomienda que se lleve a cabo la compra de proximidad, el teletrabajo voluntario y la administración electrónica, rebajar el límite de velocidad en vías urbanas a 30 kilómetros por hora, potenciar la movilidad activa a pie y en bicicleta y garantizar el transporte público con una ley de financiación.

“La crisis de la COVID–19 demuestra que la reducción estructural del tráfico motorizado y los cambios en las pautas de movilidad son la mejor herramienta para rebajar la contaminación del aire en las ciudades, encara teniendo en cuenta la excepcionalidad de la situación extrema que estamos viviendo”, apuntan.

En definitiva, la situación creada por coronavirus “corrobora aquello en que insiste Ecologistas en Acción y toda la comunidad científica: que la reducción del tráfico motorizado en las ciudades tiene efectos claros en la disminución de la contaminación, cosa que supone a la vez una mejora importante de la salud pública”.

Bicicleta

A reste respecto, colectivos en defensa de la bici han reclamado este lunes ante la Conselleria de Movilidad el impulso de la bicicleta como medio de transporte en la desescalada. Asociaciones como València en Bici, Foro Valenciano de la Bicicleta, Alacant en Bici, Plataforma Comarcal por la Movilidad Sostenible de L’Alacantí (PCM), Castelló en Bici, Elx en Bici-Margalló-Ecologistes en Acció y el Col·lectiu Soterranya e IMBA-CV han mantenido una reunión telemática con el conseller de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad, Arcadi España, y la directora general de Obras Públicas, Transporte y Movilidad Sostenible, Rosa Obrer.

Señalan estos colectivos que con la llegada inminente de la desescalada, todas las partes coinciden en que hay que mantener las distancias interpersonales, “para lo que la bicicleta se presenta como el medio de transporte más adecuado por sus características en desplazamientos de menos de 10 km”. Sin embargo, estos lamentan la previsión de un incremento del uso individual del coche, lo que, de no ir acompañado de medidas de limitación y alternativas, “conllevará un aumento de la contaminación atmosférica, contribuyendo al cambio climático y, consecuentemente, a la incidencia de enfermedades respiratorias”. “Cada vez más estudios vinculan las áreas más contaminadas con la mayor incidencia de la Covid-19”, aducen.

La Administración valenciana, por su parte, ha anunciado su deseo de acometer un “ambicioso” Plan de impulso de la bicicleta. Los únicos detalles que han trascendido son la necesidad de un “importante impulso de los carriles bici y ciclopeatonales”, en palabras del conseller, afirman estos colectivos en un comunicado.

Las agrupaciones probici vienen reclamando “unas iniciativas claras y valientes de promoción de la bici creando las condiciones seguras para que muchas personas la empiecen a usar como medio habitual de transporte”. Entre las iniciativas se incluyen: las vías ciclistas rápidas de alta capacidad (corredores ciclistas) en los grandes polos atractores de actividad (trabajo, estudio y compra); y habilitación táctica de vías ciclistas de convivencia con tráfico pacificado (con cumplimiento de límites de velocidad) entre las poblaciones de las áreas metropolitanas.

Todas las partes coinciden en valorar el transporte público y la intermodalidad (para trayectos de más de 8-10 km), prestando especial importancia al espacio interpersonal necesario para minimizar y evitar contagios. Los colectivos proponen un aumento en la frecuencia de metro, TRAM y autobuses interurbanos titularidad de Conselleria, y facilidades para subir la bicicleta en el transporte público.

Asimismo, reclaman campañas para visibilizar la bicicleta como medio de transporte, atrayendo al sector que hace uso de la bici para ocio y deporte hacia un uso en sus desplazamientos diarios; apoyo al sector profesional y económico de la bici, como se hace en el sector automovilístico (ciclologística, talleres…); planes de desplazamiento en bici a trabajo y centros de docencia y sanitarios, así como ayudas fiscales a empresas que promuevan el uso de la bicicleta; aparabicis seguros y frecuentes (en calzada, no en acera); e impulso al cicloturismo, donde sí podrían valorarse vías ciclopeatonales y Eurovelo.