Ya entrada la primavera, la estabilidad de las temperaturas más templadas ha permitido al equipo técnico de BIOPARC Valencia trasladar a dos especies realmente impresionantes, la tortuga gigante de Aldabra y la tortuga de espolones africana. De esta forma, las personas que visitan el parque pueden contemplar a la segunda y tercera especie de tortuga más grandes de la Tierra, únicamente por detrás de la de las Galápagos. Desde mediados del noviembre pasado, con la llegada del frío, han permanecido en los recintos interiores, donde el personal que se encarga de su cuidado ha garantizado su máximo bienestar, manteniéndolas en todo momento con el calor suficiente mediante sistemas de calefacción. Ambas especies se encuentran en peligro de extinción, incluidas en la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), por lo que su protección es prioritaria.
Solamente quedan dos especies de tortugas gigantes en nuestro planeta y una de ellas es la tortuga de Aldabra (Aldabrachelys gigantea). Sus cualidades excepcionales de tamaño y longevidad han sido motivo de una reciente investigación que ha conseguido secuenciar su genoma y se ha podido confirmar que poseen variantes genéticas relacionadas con el metabolismo y el sistema inmune. En BIOPARC se puede observar una pareja de este asombroso reptil en la zona que recrea la isla de Madagascar, conviviendo con distintas especies de lémures. La hembra ya supera los 100kg de peso y ambos tienen una edad estimada cercana a los 30 años. Son muy voraces e ingieren más de 3 kg de alimento diario, por lo que se ha diseñado una dieta a base de verdura que se suplementa con vitaminas y calcio para asegurar su salud.
Siguiendo el mismo protocolo de “hibernación”, en la zona de acceso a la cueva de Kitum se han trasladado tres hembras y dos machos de tortuga de espolones africana (Centrochelys sulcata), la tercera mayor tortuga terrestre del mundo y la más grande de las continentales.
Las características de estas especies de tortuga, especialmente su volumen y peso, así como la sensibilidad a las bajas temperaturas, requiere la coordinación de todo un equipo multidisciplinar. Por una parte, el protocolo veterinario es vital y precisa, al menos, dos controles anuales para verificar la ausencia de parásitos y bacterias. Por otra parte, los procesos de traslado implican movilizar a varias personas de cuidado animal y la intervención de especialistas en jardinería para adecuar los espacios exteriores.