La desgraciada aparición de la pandemia provocada por el Coronavirus ha reforzado la necesidad y utilidad del transporte ferroviario para evitar el desabastecimiento en supermercados, empresas de alimentación y hospitales. La labor poco reconocida a la infatigable labor de los maquinistas, auxiliares y demás personal de logística no ha hecho más que destacar la necesidad de apostar por el transporte de mercancías por ferrocarril. El buen hacer de José Luis Ábalos al frente de este ministerio dependerá que España sea un país más atractivo tanto para los ciudadanos como para las empresas e inversiones. Es por ello que sería interesante plantearse si sería más acertado el dejar de invertir millones en Renfe Mercancías en particular y destinar esa cantidad en apostar por la inversión pública en mejorar el transporte ferroviario de forma global, sin particularizar en una empresa sino en toda una gestión logística para alcanzar a la mayor brevedad posible una cuota de mercado del transporte ferroviario entorno al 19% como refleja la media de los países de la Unión Europea.
Estas últimas legislaturas se han caracterizado por el cortoplacismo y la reducción de salarios y plantilla en Renfe Mercancías, con jubilaciones y reasignaciones de puestos dentro de la empresa. Esa no es la solución para salvar los números de la empresa gestionada por Isaías Táboas. Sería una decisión difícil, valiente pero acertada, el facilitar el crecimiento de las empresas ferroviarias al margen de Renfe: los precios serían más competitivos, podrían autoabastecerse de tracción, mantenimiento propio y se mejoraría el sector en general, atrayendo un aumento en el número de toneladas transportadas absolutas.
El primer paso es facilitar de forma real al resto de operadoras el alquiler de las locomotoras que Renfe Mercancías tiene en excedente para que en un horizonte medio, esas empresas tengan el suficiente respaldo económico para poder prescindir de esa necesidad. Si se toman las decisiones correctas para que el sector crezca, la empresa pública que es con diferencia la de mayor tamaño y la que tiene infinitamente mayor potencial, se vería con total seguridad beneficiada de esta inercia. Si se dificulta el crecimiento de las operadoras privadas y la única solución que se da a Renfe Mercancías es disminuir la plantilla, el sector se estanca y la operadora pública se desangra poco a poco. Evidentemente el monopolio de Renfe Mercancías se vería reducido y se reajustarían más rápidamente los tráficos a favor de los operadores privados pero Renfe seguiría conservando una cuota de mercado muy importante.
Con la posible reducción de tráficos en Renfe Mercancías, se podrían destinar un número importante de maquinistas reasignados al ámbito del transporte de viajeros en la operadora, solucionando la necesidad de maquinistas en Cercanías y Media Distancia que es una obviedad. Las cancelaciones de trenes en capitales como Valencia era dramática antes de la crisis del CoVid19. A la falta de personal de conducción se le sumaba la falta de unidades para la realización de los servicios de viajeros, lo que ha provocado el malestar de usuarios y la creación de multitud de plataformas que luchan por la reactivación de líneas o por la solicitud de un transporte ferroviario digno. La situación que vivíamos antes del estado de alarma no se solucionará cuando finalice el mismo y retomaremos una normalidad que debe ser mejor que la anterior; y no lo conseguiremos si no se toman medidas eficaces y valientes para salvar la imagen de Renfe como empresa de utilidad pública.
Decisiones como las tomadas en su momento por el exministro De la Serna de poner en venta 72 locomotoras y 1600 vagones para su compra por parte de otros operadores ferroviarios, fue una inyección económica para el presupuesto de Renfe Mercancías, pero no el suficiente para evitar su continuidad como sección deficitaria. Valorando la parte positiva, las operadoras privadas sí han comprado el material (por cierto material obsoleto para Renfe), lo han restaurado y puesto en funcionamiento. Estas renovadas locomotoras de los años 70, son las únicas “nuevas locomotoras” que están rodando por nuestras vías, operadoras como Low Cost Rail y Continental Rail son las pioneras de estos nuevos tráficos, denominadas en el sector como “japonesas”. Se trata de material antiguo, obsoleto, de difícil aprovechamiento y mantenimiento, pero la necesidad imperiosa de acceder a vehículos de tracción, hace que las operadoras privadas intenten aprovechar cualquier oportunidad que se les brinde.
Los rendimientos obtenidos por el alquiler y venta del material ferroviario del que Renfe Mercancías pudiera prescindir, en lugar de abaratar costes de plantilla, facilitaría la recuperación económica de la sección y sería clave para recuperar el presupuesto congelado para la compra de unidades necesarias para el transporte de viajeros. Cabe recordar que la inversión para la compra de nuevas unidades ha quedado paralizada por el ministro Ábalos a causa de la crisis económica provocada por el CoVid19. Situaciones de cancelaciones de trenes y aglomeraciones de viajeros en las estaciones deben de pasar a la historia. Debemos recuperar la confianza en el transporte tanto público como privado y retomar la normalidad para los desplazamientos y la movilidad. Suprimir las cancelaciones en Cercanías y mejorar el servicio en general del transporte de viajeros por ferrocarril debe ser prioritario para este Gobierno y para Renfe Operadora, evitando así que los medios de transporte vuelvan a ser un punto negro en la crisis por el CoVid19.
*Vicente Almenar, presidente ASIMAFE (Asociación Sindical Independiente de Maquinistas Ferroviarios)