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Ciges Aparicio, el escritor republicano juzgado por masón después de haber sido fusilado

15 de octubre de 2022 21:43 h

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La obsesión de la dictadura franquista con la masonería era de tal calibre que el régimen investigaba a masones incluso después de haberlos fusilado. El Juzgado número 3 del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (TERMC) incoó un expediente al escritor republicano Manuel Ciges Aparicio (Enguera, 1863 - Ávila, 1936) dos décadas después de su asesinato. “Es un expediente inaudito que ni siquiera su biógrafo conocía”, explica a elDiario.es Virgilio Tortosa, profesor de la Universidad de Alicante y autor de M. Ciges Aparicio y la masonería: juzgado después de asesinado (Alfons el Magnànim, 2022).

Ciges Aparicio, escritor republicano y gobernador civil en Ávila durante la sublevación militar contra la II República, fue fusilado la madrugada del 5 de agosto de 1936 en las inmediaciones del cementerio de la localidad castellanoleonesa, según su biógrafo Cecilio Alonso. Las primeras diligencias en el TERMC se abrieron en 1944 a instancias de la Dirección General de Seguridad. “Todas las derechas arremetieron contra la masonería cuando menos desde los años 30”, recuerda el autor del estudio.

A pesar de que el expediente —“plagado de errores”, según Tortosa— concluyó su no adscripción a la masonería, el 20 de abril de 1956 se incoó por parte del órgano represivo un expediente para recabar toda la información sobre el escritor, que permanece hasta el día de hoy en alguna fosa común. Siete meses después finalizó la instrucción del expediente, rescatado por Virgilio Tortosa de los fondos del Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.

“El franquismo inventó mecanismos judiciales represivos para prolongar el terror en la inmediata posguerra porque le interesó y uno de esos mecanismos fue el TERMC”, señala Tortosa. La instrucción, a manos del juez Tomás Marco Garmendia, está plagada de errores hasta tal punto que el expediente atribuye a Ciges Aparicio la profesión de abogado. “Es absurdo que lo han asesinado y ni siquiera se cruzan información generada por ellos”, afirma Virgilio Tortosa.

Cecilio Alonso, biógrafo del escritor y político republicano, reseña indicios de que Ciges Aparicio pudiera haber pertenecido brevemente a la masonería para pasar a la condición de durmiente (aquel iniciado en estado de inactividad masónica que no pierde sus derechos). El escritor valenciano pasó por numerosas cabeceras de la prensa republicana tras haber sido condenado a cuatro años de prisión por haber criticado la actuación del general Valeriano Weyler en la guerra de Cuba.

“A lo largo de su vida siempre se significa y toma partido por los humildes”, destaca Virgilio Tortosa. Ciges Aparicio tuvo una extensa carrera en el periodismo republicano, lo cual le valió periodos de exilio en Francia por sus críticas al régimen de la Restauración y tuvo en su abundante bibliografía, gran parte autobiográfica, una “influencia modernista con una prosa muy limpia y ciceroniana”, apunta Tortosa. “Con un fuerte contenido social crítico con la realidad, fue un eslabón entre la narrativa realista del siglo XIX y la narrativa que se renueva en el siglo XX, es una cadena intermedia y un continuador de Galdós y de los grandes narradores”, agrega.

Casado con Consuelo Martínez Ruiz, hermana de Azorín, tuvo cuatro hijos, entre ellos el actor Luis Ciges. Ciges Aparicio, militante de Izquierda Republicana y hombre de confianza del también escritor Manuel Azaña, fue nombrado gobernador civil de las Islas Baleares tras el advenimiento de la II República. En 1935 cambió ese destino por Santander y luego por Ávila, donde le pilló la sublevación militar. 

“En julio de 1936 fue confinado en la vivienda familiar del Gobierno Civil y sabemos por su hijo Luis Ciges que estuvo allí días, que pudo escapar pero no lo hizo”, relata Virgilio Tortosa. “En un momento determinado se lo llevan y les dice a sus hijos, de forma ejemplar, que nunca odien a nadie. Era consciente de lo que iba a ocurrir”, agrega.

Tras ser fusilado, el régimen franquista siguió persiguiendo al finado. La represión de la masonería, con ayuda de los aliados de la Gestapo, fue una de las grandes obsesiones del dictador francisco Franco y de los órganos policiales de la dictadura, que incluso persiguieron a masones fallecidos en el siglo XIX. “El expediente te deja un poco helado, ni siquiera muerto pudo descansar”, lamenta Virgilio Tortosa.

La obsesión de la dictadura franquista con la masonería era de tal calibre que el régimen investigaba a masones incluso después de haberlos fusilado. El Juzgado número 3 del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (TERMC) incoó un expediente al escritor republicano Manuel Ciges Aparicio (Enguera, 1863 - Ávila, 1936) dos décadas después de su asesinato. “Es un expediente inaudito que ni siquiera su biógrafo conocía”, explica a elDiario.es Virgilio Tortosa, profesor de la Universidad de Alicante y autor de M. Ciges Aparicio y la masonería: juzgado después de asesinado (Alfons el Magnànim, 2022).

Ciges Aparicio, escritor republicano y gobernador civil en Ávila durante la sublevación militar contra la II República, fue fusilado la madrugada del 5 de agosto de 1936 en las inmediaciones del cementerio de la localidad castellanoleonesa, según su biógrafo Cecilio Alonso. Las primeras diligencias en el TERMC se abrieron en 1944 a instancias de la Dirección General de Seguridad. “Todas las derechas arremetieron contra la masonería cuando menos desde los años 30”, recuerda el autor del estudio.