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El destino incierto de los objetos de las fosas de la represión franquista: pruebas de crímenes prescritos
El fotógrafo Eloy Ariza acumula 15 discos duros con material gráfico sobre los trabajos de exhumación de fosas del franquismo que desarrolla la asociación Arqueoantro. Entre la fotografía forense, que retrata los cuerpos desenterrados, y la fotografía documental, que abarca el proceso arqueológico, aparecen numerosas imágenes de objetos hallados en las fosas. “Es algo que la sociedad también tiene que conocer, qué objetos llevaban esas personas que venían de la cárcel”, explica a elDiario.es Ariza.
Los más variados enseres, desde efectos personales hasta notas y munición, se conservan en algunos casos debido a la saponificación (un proceso vinculado a la alta humedad que favorece la conservación de los cuerpos) que permite un estado de preservación excepcional.
Cuando el equipo consigue identificar un cuerpo mediante el análisis del ADN y los familiares de la víctimas están localizados, se les entregan los objetos que hayan aparecido. Por contra, la normativa legal no establece claramente el destino, de momento incierto, de los objetos sin un dueño identificado. Simplemente se reinhuman junto con los restos óseos de la víctima sin identificar.
El fotógrafo es autor, junto con la antropóloga Andrea Moreno y el arqueólogo Miguel Mezquida, de un trabajo académico centrado en las exhumaciones de las fosas del cementerio de Paterna y publicado en la revista SAGVNTVM. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia sobre el “reto que supone la gestión, conservación y divulgación de esta materialidad”.
En una superficie de 1600 metros cuadrados, el espacio cementerial alberga 154 fosas documentadas con más de 2.200 represaliados, “una cartografía sin parangón en territorio valenciano y español”, escriben. Así, “las autoridades franquistas gestionaron las fosas del cementerio de Paterna de un modo deleznable”, sostienen los especialistas de Arqueoantro. Se trataba, al mismo tiempo, de “esconder sus cuerpos” y de “visibilizar su muerte”.
Los autores han trazado una tipología de los objetos hallados en las fosas, desde munición y ataduras en las manos, hasta la vestimenta, incluyendo el calzado o la ropa interior de los fusilados. También enseres de los fumadores (pipas, mecheros o paquetes de tabaco), documentos en papel, artesanía carcelaria e incluso objetos de culto, como medallas, escapularios, rosarios o alianzas de boda.
“Tampoco sabemos cuál es la solución, hacemos un llamamiento a que se valoren estos materiales desde el punto de vista científico y académico”, dice la antropóloga Andrea Moreno, quien precisa que la reivindicación es que “se tenga en cuenta la potencialidad de estos objetos de memoria para un repertorio de las instituciones públicas museísticas que se encargan de custodiar la cultura y el patrimonio”.
Entre los objetos documentados en los archivos del fotógrafo Eloy Ariza destacan la ropa de los fusilados: “Son imágenes chocantes de la indumentaria de las personas exhumadas”, afirma Moreno. La munición también permite a los arqueólogos obtener “pruebas irrefutables a nivel científico que demuestran los crímenes masivos y la deshumanización de las víctimas en el tratamiento que se les dio”, apostilla la antropóloga.
Unos crímenes acaecidos durante la posguerra y más allá que, según la jurisprudencia española, están prescritos. En Paterna, epicentro de la represión franquista, hubo fusilamientos hasta 1956, según los estudios del historiador Vicent Gabarda. Uno de los hallazgos más impresionantes que reseña el estudio es el papel en el que Manuel Lluesma Masia, ejecutado el 29 de diciembre de 1942, deja por escrito sus datos. “Dejo hijos”, reza el papel.
Participación de “civiles o paramilitares”
El estudio publicado en la revista SAGVNTVM reseña la munición, tanto proyectiles de fusil como de pistola, usada por los pelotones de fusilamiento en El Terrer, el espacio cercano al campo santo, sin señalización alguna hoy en día, que servía para cometer los crímenes y del que apenas se mantiene en pie un muro.
La munición sirve a los especialistas de Arqueoantro para establecer el uso diferenciado del armamento (el fusil para el fusilamiento y el arma corta para el tiro de gracia) y el origen según los cuerpos de seguridad de la dictadura encargados del terror, así como la participación de “civiles o paramilitares”.
El protocolo de actuación en los trabajos de exhumación establece que los efectos personales de hallados en cuerpos sin identificar se reinhuman conjuntamente. Sin embargo, se trata, recuerdan los autores del estudio, de “piezas con un significado relevante para la memoria contemporánea al ser una cultura material que nos habla de nuestro pasado reciente, de la violencia de Estado y de la represión”. “Pero también”, agregan, “de los procesos de transmisión de la memoria, del miedo, del silencio, de la desmemoria e incluso de la vida y la identidad de esas personas”.
Los objetos sin dueño identificado quedan así “flotando en un limbo”. “No tiene ningún sentido”, argumenta el estudio, “recuperar pantalones, zapatos, camisas, cinturones, botones, hebillas, lápices, cucharas, pipas, carteras, anillos y un largo etcétera de objetos personales y cotidianos, si una vez exhumados no son sometidos a procesos científicos y profesionales de limpieza, documentación, inventario, catalogación, consolidación preventiva y restauración”.
El fotógrafo Eloy Ariza acumula 15 discos duros con material gráfico sobre los trabajos de exhumación de fosas del franquismo que desarrolla la asociación Arqueoantro. Entre la fotografía forense, que retrata los cuerpos desenterrados, y la fotografía documental, que abarca el proceso arqueológico, aparecen numerosas imágenes de objetos hallados en las fosas. “Es algo que la sociedad también tiene que conocer, qué objetos llevaban esas personas que venían de la cárcel”, explica a elDiario.es Ariza.
Los más variados enseres, desde efectos personales hasta notas y munición, se conservan en algunos casos debido a la saponificación (un proceso vinculado a la alta humedad que favorece la conservación de los cuerpos) que permite un estado de preservación excepcional.