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A las fosas en patinete: el estudiante del Liceo Francés de Valencia que sacrifica el recreo para exhumar víctimas del franquismo
José María Rodríguez (Valencia, 2004) leyó durante una estancia escolar en París el cómic Los surcos del azar del dibujante Paco Roca. Así descubrió este alumno del Liceo Francés de Valencia un pasado desconocido.
“Claro, al estar en París, fue una lectura súper especial, pude visitar lugares de los que hablaba y, poco a poco, me fui interesando más por la República”, dice el joven de 17 años en una entrevista con elDiario.es durante una pausa de los trabajos de exhumación de la asociación especializada Arqueoantro en la localidad castellonense de Vistabella del Maestrat. “Entonces”, prosigue el estudiante, “me di cuenta de que en el cementerio de Paterna hacían un homenaje el 14 de abril y asistí”.
Con ocasión de unas prácticas escolares de empresa, Rodríguez optó por hacerlas con la asociación Arqueoantro, el grupo especializado de arqueólogos, antropólogos e historiadores que se dedica a los trabajos de exhumación de las fosas de la represión franquista de posguerra. Con ellos aprendió el complejo proceso de exhumación de una fosa común y, especialmente, cómo trabajar con los objetos hallados junto a los cuerpos. “Escuchar hablar a los familiares y a la gente de Arqueoantro y que contaran su labor social me impactó mucho”, cuenta el estudiante.
“A los profesores les encantó, les pareció curioso, porque al final el Liceo Francés y el cementerio de Paterna están muy cerquita, les impactó mucho saber que tan cerca había habido más de 2.200 personas fusiladas y que yo había estado allí trabajando e investigando”, recuerda Rodríguez.
Con las fosas comunes del cementerio situadas apenas a dos kilómetros de distancia del patio de su colegio, el joven aprovecha el recreo para acercarse a los trabajos de exhumación. “Me gusta mucho ir y ver cómo avanzan, intento acudir en mis pausas en el Liceo, a veces tenemos dos horas libres para comer y cojo táperes con comida y voy hasta el cementerio con el patinete”, cuenta Rodríguez. Así, el estudiante sacrifica el recreo para echar una mano a pie de fosa entre picos y palas. “Incluso he llegado a ir para identificar material y es curiosa la situación de pasar de estar en clase y a las 13.30 identificar cartuchos”, agrega. Su colegio, una emblemática institución francesa en la ciudad cuyas raíces se remontan a 1888, se convirtió durante la terrible represión franquista de posguerra en un auténtico refugio, insólitamente laico en el erial de la dictadura, que acogía a hijos de republicanos.
Mientras el régimen fusilaba y llevaba a cabo la meticulosa represión, la Alianza Francesa era un oasis para los supervivientes de la catástrofe. Cuando el centro se traslada en plena Transición de la calle de Isabel la Católica a Paterna, una localidad a tiro de piedra de la urbe, toda una generación de profesores de origen valenciano pero criados en Francia, hijos del exilio republicano, se incorpora a la docencia, encuadrada en el sistema educativo galo. Sin ser consciente de ello, José María Rodríguez, que es tan joven que ni siquiera conoció a esa emblemática generación de profesores ya jubilados, ha seguido los pasos de aquellos docentes, republicanos y afrancesados.
Además, el aprendizaje que le ha brindado Arqueoantro le ha permitido centrarse en otra de sus pasiones: la búsqueda de material bélico en las trincheras de la Línea XYZ, la raya defensiva construida por la República en 1938 para intentar detener el avance de las tropas sublevadas. “Voy a zonas de combate, con trincheras y objetos bélicos, para ver lo que pasó allí”, cuenta el estudiante.
“Es muy diferente ver una trinchera y no saber qué hay detrás y luego encontrarte el material y darte cuenta de que hay una dimensión bélica pero sobre todo humana: hay latas, botes de pasta dentífrica, peines y cucharas”, relata. “Esos objetos te acercan mucho al conflicto, todo lo que es militar te aleja porque es algo a lo que no estamos acostumbrados, pero al final una cuchara es un objeto que acerca a la gente y a esa guerra”, agrega.
Cuando encuentra un objeto con valor museístico, lo fotografía (“La ubicación GPS se guarda automáticamente”, detalla el joven) y se lo lleva a casa para limpiarlo y documentarlo. “Hay veces que hay marcajes que solo se pueden saber una vez que se limpian más claramente en casa”, explica Rodríguez. “Expongo los objetos que he ido encontrando con rótulos en los que explico lo que es”, detalla el joven, quien asegura que hay que “ver mucho material e investigar para poder diferenciar entre una procedencia de cartucho u otra”.
¿Cuáles son los mayores tesoros descubiertos en sus excursiones al monte? “Es una pregunta que me hacen bastante y a la cual no siempre sé responder”, contesta el estudiante. “Encontré una vez un percutor de fusil ruso y, claro, es curioso porque esa pieza es la más importante del fusil”, apostilla. El joven mantiene una cuenta en Instagram (@frentedelevante) en la que cuelga sus hallazgos.
“Los objetos nos hablan mucho”, añade. Otro tesoro de la colección: “Un simple eslabón de ametralladora, una pieza muy pequeñita que me encontré a simple vista, como todos los objetos”. “A partir de los diferentes marcajes y de los relieves que tenía, descubres que es parte de la munición de un avión venido de la Unión Soviética. Eso nos permite decir que pasó un avión por allí justo encima, qué modelo exactamente y, además, que disparó contra esa posición”.
Entre fosas y búsquedas en el frente, Rodríguez no descuida ni mucho menos sus estudios. De hecho, incluso ganó el primer premio del concurso de trabajos de memoria histórica de la Universidad de Murcia, en la categoría de estudiantes de enseñanza secundaria, con un trabajo de investigación sobre los objetos de la Línea XYZ. En la modalidad de narración del mismo premio obtuvo un accésit con un trabajo titulado La memoria entre la niebla.
“La generación de mis padres”, lamenta el joven, “fue forzada al olvido, como tantas otras”. La experiencia de las exhumaciones ha marcado irremediablemente al joven estudiante, que ya es uno más del equipo de Arqueoantro: “Desde el primer momento te abren las puertas, te explican todo, como siempre hacen cuando aparece una persona mínimamente interesada en el tema de las exhumaciones”. “El verlo in situ impacta y te marca, tanto a un tipo de personas con un ideal como a otras”, asegura.
Aún queda mucho trabajo por delante y muchas fosas por exhumar: “Esto se hace por los familiares, para devolverles lo que no han podido obtener en toda la posguerra, ni siquiera en la Transición”.
“Al final esto va de derechos humanos”, dice el joven estudiante.
José María Rodríguez (Valencia, 2004) leyó durante una estancia escolar en París el cómic Los surcos del azar del dibujante Paco Roca. Así descubrió este alumno del Liceo Francés de Valencia un pasado desconocido.
“Claro, al estar en París, fue una lectura súper especial, pude visitar lugares de los que hablaba y, poco a poco, me fui interesando más por la República”, dice el joven de 17 años en una entrevista con elDiario.es durante una pausa de los trabajos de exhumación de la asociación especializada Arqueoantro en la localidad castellonense de Vistabella del Maestrat. “Entonces”, prosigue el estudiante, “me di cuenta de que en el cementerio de Paterna hacían un homenaje el 14 de abril y asistí”.