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Los Gaos: biografía coral de una familia antifascista y republicana devastada por la represión franquista en la posguerra

17 de octubre de 2020 22:30 h

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La familia Gaos, exponente de la burguesía ilustrada de València republicana y de izquierdas, sufrió colectivamente la represión franquista a partir del final de la Guerra Civil. La mitad de la familia acabó en el exilio en México y la otra mitad en el exilio interior. Del matrimonio entre Josefa González-Pola y el notario José Gaos Berea nacieron nueve hermanos, con trayectorias relevantes en el campo de la cultura e implicados de un modo u otro en la izquierda republicana y comunista. “Se trata de una familia muy especial, todos habían tenido aficiones literarias y artísticas, todos habían sobresalido en mayor o menor medida en los campos de la poesía, la filosofía o el cine”, dice la historiadora Margarita Ibáñez Tarín (Cheste, 1963), autora de Los Gaos, el sueño republicano. Historia de una familia de la burguesía ilustrada fracturada por la guerra civil en Valencia (PUV, 2020).

La autora, que obtuvo una beca de investigación de la Fundación Max Aub, ha rescatado la memoria y el legado de la familia Gaos tras un arduo rastreo en archivos y fuentes orales, tanto en España como en México, país que acogió a la mitad de la familia que pudo marchar al exilio. Ibáñez, doctora en Historia Contemporánea por la Universitat de València con una tesis sobre los profesores de segunda enseñanza durante la Guerra Civil (también editada por PUV), ha sido docente en el instituto de Requena en el que Alejandro Gaos trabajó en la posguerra. “Alejandro Gaos era muy recordado todavía en Requena, en la poesía que escribe después de la guerra se refleja mucho la depresión y la pesadumbre de la posguerra”, declara la investigadora a elDiario.es.

“En una sociedad de posguerra muy pacata que era todo lo contrario a lo que había vivido durante la República, Alejandro es muy representativo de la vida de los intelectuales que se quedaron en España, lo pasaron peor que los que consiguieron salir, era una cárcel”, apostilla Ibáñez Tarín. Los Gaos, emparentados con las familias Renau y Ballester, habían sido la élite cultural republicana y no tenían hueco en la València de la posguerra.

El escritor Max Aub, que incluye en sus obras como personajes a varios de los miembros del clan Gaos, decía que “el auténtico genio de la familia” era el padre, José Gaos Berea, afiliado a Izquierda Republicana y notario “librepensador y posiblemente masón”, según la biógrafa. Fue un “personaje atípico fuera de la norma pero muy reconocido profesionalmente, una persona muy culta con una biblioteca impresionante y muy bien relacionado en Valencia en aquella época”. No tuvo demasiada implicación política pero ejerció de notario durante la incautación del Colegio de los Jesuitas en la ciudad y, “posiblemente en 1938, cruzó la frontera; seguramente ya en previsión de que las cosas estaban yendo mal y podía correr peligro”.

El 10 de octubre de 1939, José Gaos Berea tenía 63 años y, a pesar de ser diabético, pide al servicio de habitaciones del Hotel Alexandra de Vernet les Bains que le suban una bandeja de pasteles y una botella de Dom Pérignon. El certificado de defunción, localizado por la autora en el ayuntamiento de la localidad francesa, confirma que el patriarca de los Gaos está enterrado en el cementerio municipal. “La familia se deshizo totalmente, después de la guerra lo tuvieron muy difícil, en el recuerdo pesaba el apellido Gaos que era un obstáculo importante para abrirse paso”, explica la autora. 

Con la muerte de José Gaos Berea, tremendamente representativa de lo que supuso la victoria del bando franquista en la Guerra Civil, la autora arranca la biografía coral de los nueve hermanos. Ángel Gaos, activista de la Federación Universitaria Escolar (FUE) contra la dictadura de Primo de Rivera, ingresó hacia 1931 en el Partido Comunista de España y creó, junto a Josep Renau, la revista Nueva Cultura. “Los hermanos Renau, el pintor Francisco Carreño Prieto, Manuela Ballester, Gonçal Castelló, Alejandra Soler, Arnaldo Azzati, Pilar Soler y el poeta Pascual Pla y Beltrán fueron algunos de los militantes comunistas más destacados en aquella Valencia republicana”, recuerda en el prólogo el especialista Manuel Aznar Soler.

Del exilio en Estados Unidos, el poeta Vicente Gaos volvió al asfixiante ambiente del franquismo en València, del que dan cuenta los expedientes de la censura de su poemario Mitos para tiempos de incrédulos que la investigadora ha rescatado del Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. El escritor Ángel Gaos no logró escapar a través del puerto de Alicante y fue confinado en el campo de concentración de Albatera con el rector Juan Peset Aleixandre o el narrador Jorge Campos, autor de Cuentos sobre Alicante y Albatera (Anthropos, 1985). De allí pasó al campo de Portaceli y a la cárcel Modelo de València, donde estuvo preso hasta 1946. “Ángel siempre fue un heterodoxo, nunca se identificó ni estuvo de acuerdo con la política cultural estalinista”, señala Margarita Ibáñez Tarín, quien añade: “No ha dejado obra monográfica y sin embargo era un intelectual en todo el sentido de la palabra”.

A México, país que acogió a gran parte del exilio republicano, llegó también el filósofo José Gaos, quien acuñó el concepto de “transtierro”. “José Gaos es el más reconocido y el que más prestigio ha conseguido porque en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es muy reconocido, están publicados los 19 tomos de las obras completas y hay reediciones de sus libros”, recuerda la historiadora. Los cuatro hermanos que se exiliaron en México, aun con personalidades muy especiales e introvertidas, “mantenían correspondencia y buena relación”. 

La hermana más conocida fue posiblemente la pequeña, Lola Gaos. “Era una mujer muy valiente que se ponía el mundo por montera”, afirma su biógrafa. En plena posguerra se traslada a Madrid para iniciar su carrera de actriz en el mundo del teatro y del cine. Allí se casa con el abogado valenciano Gonçal Castelló, que se había separado traumáticamente de la madre de su primera hija, la dirigente comunista Pilar Soler (Castelló, en sus memorias, y Soler, en una biografía escrita por la periodista Emilia Bolinches, dan versiones diametralmente opuestas).

“La carrera de Lola fue muy difícil en sus comienzos, en Madrid empieza a trabajar en las primeras películas con Bardem aunque siempre de actriz secundaria, no llega a hacer muchos papeles de protagonista, se mantiene en el recuerdo de mucha gente por su papel en Furtivos, película emblemática de la Transición”, explica Ibáñez Tarín. Siempre vinculada a la izquierda y a las luchas por los derechos sociales de actores y actrices, la actriz “tuvo un final muy triste por sus dificultades económicas y sus problemas de salud”.

En aquella España franquista, que retrata deprimentemente Max Aub en La gallina ciega, no tenía cabida la familia Gaos. A pesar de ello, Lola, al igual que sus ocho hermanos, “se mantuvo muy fiel a sus ideas y al espíritu republicano”, dice su biógrafa.

La familia Gaos, exponente de la burguesía ilustrada de València republicana y de izquierdas, sufrió colectivamente la represión franquista a partir del final de la Guerra Civil. La mitad de la familia acabó en el exilio en México y la otra mitad en el exilio interior. Del matrimonio entre Josefa González-Pola y el notario José Gaos Berea nacieron nueve hermanos, con trayectorias relevantes en el campo de la cultura e implicados de un modo u otro en la izquierda republicana y comunista. “Se trata de una familia muy especial, todos habían tenido aficiones literarias y artísticas, todos habían sobresalido en mayor o menor medida en los campos de la poesía, la filosofía o el cine”, dice la historiadora Margarita Ibáñez Tarín (Cheste, 1963), autora de Los Gaos, el sueño republicano. Historia de una familia de la burguesía ilustrada fracturada por la guerra civil en Valencia (PUV, 2020).

La autora, que obtuvo una beca de investigación de la Fundación Max Aub, ha rescatado la memoria y el legado de la familia Gaos tras un arduo rastreo en archivos y fuentes orales, tanto en España como en México, país que acogió a la mitad de la familia que pudo marchar al exilio. Ibáñez, doctora en Historia Contemporánea por la Universitat de València con una tesis sobre los profesores de segunda enseñanza durante la Guerra Civil (también editada por PUV), ha sido docente en el instituto de Requena en el que Alejandro Gaos trabajó en la posguerra. “Alejandro Gaos era muy recordado todavía en Requena, en la poesía que escribe después de la guerra se refleja mucho la depresión y la pesadumbre de la posguerra”, declara la investigadora a elDiario.es.