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Julián Martínez Sotos, el exiliado valenciano en México convertido en escultor de cabecera del PRI

Lucas Marco

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Aún hoy, existen figuras completamente desconocidas del exilio español en México, algunas con una trayectoria sorprendente.

Miguel Cereceda, profesor de Estética y teoría de las artes de la Universidad Autónoma de Madrid, acaba de publicar un estudio sobre la figura del escultor valenciano Julián Martínez Sotos (Valencia, 1921-Ciudad de México, 2000), un desconocido artista que probablemente sea el escultor con más esculturas monumentales, especialmente ecuestres, del mundo.

Julián Martínez Sotos, hijo de un maestro republicano, partió con un grupo de niños al exilio tras el bombardeo franquista de su vivienda en Valencia en 1937 en el que falleció su hermano. Gracias al Comité de Ayuda a los Refugiados de Barcelona, embarcaron en Francia rumbo a Veracruz (México) en una travesía que duró 18 días. Así, el futuro escultor acabó en un internado Morelia, la capital del Estado de Michoacán.

“Salvo una publicación muy poco antes de su muerte en la revista Época, no había muchos más datos, ha sido una labor detectivesca tirando de documentación muy imprecisa y tratando de confirmar las fuentes”, explica el autor sobre su estudio de la trayectoria del artista. Tras una etapa en el internado, el joven se trasladó con su padre y su madrastra a la ciudad de México, donde de manera autodidacta aprendió pintura y escultura. Allí trabajó en los estudios cinematográficos Churubusco como pintor de rodaje y ayudante de atrezzo.

Tras aquella etapa, el artista de convierte en uno de los principales autores de estatuas monumentales para los gobiernos del PRI mexicano. El presidente Lázaro Cárdenas, que acogió con los brazos abiertos al exilio republicano español, fue una suerte de mentor y amigo personal del artista de origen valenciano.

“Es un hombre hecho a si mismo con mucho apoyo de los exiliados republicanos”, dice el autor del estudio, que también destaca que Cárdenas se convierte prácticamente en una “figura paterna” para el escultor. “Se identifica mucho con la figura de su protector y con los ideales de la revolución mexicana”, agrega.

De tendencias republicanas y vagamente socialistas, el escultor “se vincula mucho con los presidentes del PRI, sin ser militante, que son los que hacen encargos de obras públicas”, agrega Miguel Cereceda. Así empieza la carrera de Julián Martínez Sotos como escultor de estatura monumental, especialmente ecuestre, que le llevará a poblar México de obras en honor a los presidentes y a las grandes figuras de la revolución, como Pancho Villa o Emiliano Zapata.

“Casi con toda seguridad”, indica el autor del estudio, “se trata del artista con más esculturas ecuestres del mundo”, con obras repartidas entre México, Estados Unidos (donde hizo un busto de John Fitzgerald Kennedy en la Universidad de California), Italia y España.

En su país de origen cuenta con un busto de Lázaro Cárdenas en Córdoba y una estatua del presidente mexicano en el Parque del Oeste de Madrid, según la relación de obras que ha podido establecer el autor. El libro recupera la trayectoria vital y laboral del artista además de abundante material gráfico de sus esculturas monumentales, gracias a las aportaciones de los colaboradores de Julián Martínez Sotos que Miguel Cereceda ha podido localizar.

Sin embargo, la escultura monumental, “muy del gusto de las autoridades públicas” no trabaja un lenguaje de vanguardia sino más bien el “oficial y clasicista”. Construidas “para la memoria y la eternidad” con materiales nobles como la pierda, el mármol o el bronce, las esculturas monumentales han pasado prácticamente desapercibidas en la historia del arte, defiende el autor. “Hay una cierta maldición que afecta a los escultores monumentales, aunque hayan hecho obras importantes, son perfectos desconocidos”, explica.

A pesar de ser un artista prácticamente desconocido, Julián Martínez Sotos “se convirtió en gran escultor monumental del priismo”, sostiene Miguel Cereceda. “Es uno de los artistas valencianos de proyección internacional menos conocido”, concluye.

Aún hoy, existen figuras completamente desconocidas del exilio español en México, algunas con una trayectoria sorprendente.

Miguel Cereceda, profesor de Estética y teoría de las artes de la Universidad Autónoma de Madrid, acaba de publicar un estudio sobre la figura del escultor valenciano Julián Martínez Sotos (Valencia, 1921-Ciudad de México, 2000), un desconocido artista que probablemente sea el escultor con más esculturas monumentales, especialmente ecuestres, del mundo.