“El edificio del Mercado Central es uno de los mejores de Europa tanto en cuanto a continente como en cuanto a contenido porque conserva su esencia inicial, su vocación de venta de producto fresco, algo que muchos mercados españoles y europeos han perdido con el paso del tiempo y la aparición de grandes superficies y de cadenas de supermercados”.
Así ha definido Ángel Martínez, autor junto a Anfrés Giménez del libro conmemorativo del centenario del Mercado Central, el recinto que ha ejercido de despensa de Valencia y de motor de la economía local en los últimos 100 años.
Precisamente, una de las anécdotas que cuentan en el libro que se presentará a mediados del mes que viene, se refiere a la reciente visita de un amigo italiano: “Le llevamos a ver la Catedral, la Ciudad de las Ciencias y la Lonja; todo le gustó, pero al venir de un país con la historia y la arquitectura de Italia, no le impresionó especialmente”.
Sin embargo, al entrar al Mercado Central, se puso debajo de la cúpula con los brazos abiertos y exclamó: “¡Esto sí que es un auténtico templo!”.
El germen del Mercado Central
Pero, ¿cuál es el origen de esta institución que ha cumplido 100 años? Según Martínez, el germen que dio lugar al Mercado se remonta a más de 1.000 años, en la época árabe, cuando montaban puestos de venta en los exteriores de la antigua muralla, ya que en el interior de la ciudad no existían plazas con la amplitud necesaria.
“La muralla iba por la calle Bolsería y cruzaba por donde ahora está la Lonja hacia María Cristina y la actual plaza del Ayuntamiento; así, en el espacio que quedaba justo delante de la muralla, lo que ahora es la plaza del Mercado, se instalaban los puestos para vender todos los productos de la huerta”, explica Martínez.
Ese mismo emplazamiento se utilizaba “como plaza del pueblo, como lugar de encuentro y de celebraciones donde se hacían por ejemplo las corridas de toros o mítines, incluso ejecuciones”. De hecho, allí tuvo lugar la última ejecución de la inquisición en España al profesor Gaetà Ripoll.
Con el paso de los años, ese mercado formado por puestos en plena calle fue cogiendo fuerza e impregnando de actividad comercial “a las zonas adyecentes, como la plaza Redonda, donde había numerosas carnicerías o la plaza Doctor Collado”.
En 1839, se inaugura, en esta ubicación, un mercado descubierto, el Mercado Nuevo, que es claramente insuficiente para la ciudad de Valencia.
Así, el Ayuntamiento toma conciencia de la necesidad de construir un recinto que agrupara a todos los comerciantes y es “en el año 1910 cuando se presenta el proyecto del actual edificio”.
Según cuenta Martínez, aunque hay quien dice que el rey Alfonso XIII estuvo en la puesta de la primera piedra y en la inauguración del recinto, “la realidad es que solo vino al acto del primer golpe de derribo, anterior al de la puesta de la primera piedra que se produce el 30 de diciembre de 1915 y la fecha que se toma como referencia para celebrar el centenario”.
Debido a un periodo político y económico convulso, “finalmente se hace un acto de inauguración el 23 de enero de 1928, día de la onomástica del rey Alfonso XII, pero la apertura oficial del edifico del Mercado Central se produce el 15 de marzo de 1928”.
Arquitectura
En cuanto al edificio, es obra de los arquitectos Alejandro Soler March y Francisco Guardia Vial. Ambos se habían formado en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y habían trabajado en el equipo de colaboradores de Luis Doménech Montaner, arquitecto que se caracterizó por un estilo propio dentro de las líneas del modernismo. Sin embargo, la obra la terminaron los arquitectos Enrique Viedma y Ángel Romaní.
La espectacularidad del Mercado Central es innegable. Se trata de una de las edificaciones más atractivas y visitadas de la ciudad de Valencia.
Su arquitectura no rompe la estética de la plaza donde se integra con otros dos importantes monumentos: la Lonja de la Seda y la Iglesia de los Santos Juanes. Es, indudablemente, uno de los edificios más representativos de la Valencia que a principios del siglo XX avanza hacia el progreso tecnológico y mercantil.
Esta apuesta por el progreso y por la producción agrícola se desprenden de la estructura modernista del mercado y de la ornamentación alegórica de su interior.
Las cúpulas, de hierro, cristal y cerámica (la central alcanza 30 metros de altura) y las veletas que las coronan: la de la cotorra y la del pez, se integran a una panorámica paisajística de torreones y campanarios eminentemente valenciana.
La distribución del interior es racionalista, de manera que los puestos se sitúan a lo largo de una serie de calles rectilíneas atravesadas por dos anchas vías.
Se concibió para 959 puestos, formados en la zona general por tiendas altas cerradas para carnicería, tocinería, ultramarinos y quincalla; tiendas bajas para venta de patatas, legumbres, verduras, frutas y gallina; tiendas altas abiertas para venta de pan, volatería, carne y caza, existiendo en la pescadería tiendas altas para venta de salazones y despojos, y tiendas bajas para pescado.
Actos conmemorativos del centenario
Con motivo del centenario del recinto, la Asociación de Vendedores del Mercado Central ha preparado varias actividades este domingo en colaboración con el Ayuntamiento de Valencia.
Entre ellas, destaca una mascletà especial de pirotecnia Hermanos Caballer a las 14.00 horas, que será la antesala de una comida popular a base de paella que podrán disfrutar las 2.000 personas que hayan comprado su ticket, por tres euros (bebida incluida), delante de la iglesia de los Santos Juanes a partir de las 10.30 horas.