Miles de personas se han manifestado este viernes por las calles de València para alzar la voz y denunciar la “cruel violencia” machista que sufren las mujeres, poniendo el foco en las mujeres y niñas iraníes y afganas que “están sometidas por el patriarcado religioso”, y reclamar su “fin”.
La manifestación de este Día Internacional de la Lucha contra la Violencia de Género ha arrancado a las 19.30 horas de la Porta del Mar de la capital, tras una pancarta con el lema 'Dones vives i unides contra el masclisme', y está previsto que concluya en la plaza del Ayuntamiento, donde dos mujeres supervivientes de la violencia machista leerán un manifiesto.
En la marcha, que ha transcurrido sin incidentes, han podido leerse frases como 'Mi posición sexual favorita es yo arriba y abajo el patriarcado', '#Hartas de violencia machista', 'Cuando salga a la calle quiero sentirme libre, no valiente', 'Nos queremos vivas y libres' o 'Contra el machista, lucha feminista'.
Entre otros, han asistido la vicealcaldesa y concejala de Desarrollo Urbano, Sandra Gómez; el vicealcalde y concejal de Ecología Urbana, Sergi Campillo; y las concejalas de Igualdad y Políticas de Género LGTBI, Lucía Beamud; de Servicios Sociales, Isabel Lozano; de Gestión de Recursos, Lluïsa Notario; y de Educación, Maite Ibáñez.
Necesidad de reivindicar el fin de la violencia machista
La Coordinadora Feminista de València ha puesto en valor la “valentía” con la que las mujeres de países como Irán, Afganistán y también Catar “están respondiendo”, y al mismo tiempo ha mostrado su preocupación por “cómo están poniendo incluso en peligro sus vidas, como en el caso de Mahsa Amini y muchas otras”.
Cándida Barroso, secretaria de Igualdad de CCOO en la Comunitat Valenciana, ha explicado a EFE que es necesario que “salgamos todas a la calle a reivindicar el fin de la violencia machista y reconociéndonos como mujeres que queremos estar vivas y unidas contra el machismo imperante”.
El motor imperante de esta reivindicación, ha indicado, “ha sido siempre el asesinato de las mujeres”. Una lucha que se emprendió mucho antes de que en 1999 las Naciones Unidas determinara el 25 de noviembre como día contra esta violencia, y que continúa porque “seguimos siendo objeto de asesinato, burla, escarnio, acoso y discriminación vivamos en la parte del mundo que vivamos”.
El patriarcado se rearma cada vez que las mujeres consiguen un logro
El “patriarcado universal”, ha dicho Barroso, “se rearma cada vez que conseguimos un logro las mujeres”, por lo que salimos a la calle “a poner el acento en todas las necesidades” que van “desde las mujeres que no tienen libertad para hablar en países como Irán, Afganistán o Catar, a mujeres víctimas de guerras, la necesidad de acabar con la misoginia judicial o el acoso a las madres protectoras”.
El movimiento feminista quiere mostrar también su preocupación por la “cosificación y mercantilización de nuestros cuerpos. En este sentido, Barroso ha criticado unas jornadas en la Universidad de Cantabria sobre vientres de alquiler, una práctica ”prohibida en nuestro sistema judicial y que constituye explotación reproductiva“.
Al mismo tiempo exigen una educación afectiva-sexual “en todos los ciclos” y que sea laica, así como la corresponsabilidad en el ámbito de los cuidados.
Crítica a los discursos negacionistas
Del mismo modo, critica los discursos “negacionistas”, que responden “a ese hacer de la ultraderecha autoritaria que critica todos los avances que ha conseguido el feminismo”.
Es además, una actitud “dictatorial”, explica la activista, ante “el miedo a perder los privilegios masculinos”. Ante esto, ha agregado, “atacan a quienes pueden cuestionarlos”.
Algo que, ha señalado, “vivimos esta semana con la ministra de Igualdad, Irene Montero”, contra la cual “estaba el PP y Vox juntos” para atacar una acción de gobierno “de una manera visceral y miserable” que “nunca se había visto” en sede parlamentaria.
En el manifiesto se denuncia también la violencia obstetricia; los matrimonios concertados; la explotación reproductiva; la necesidad de tener políticas activas de empleo para mujeres -especialmente para las supervivientes de la violencia machista- y que haya control y seguimiento de los protocolos contra el acoso sexual en los centros de trabajo.