En el acceso lateral del Palau de la Generalitat, en la calle de Caballeros de València, aún permanecen las marcas de unas manos en la pared del edificio gótico, todas de un intenso color rojo y un tono sangriento, algunas muy visibles y otras más desdibujadas, que resisten a la limpieza de la fachada de la sede del poder autonómico. Fueron estampadas —y ahí aguantan— el pasado 9 de noviembre durante la masiva protesta por la catastrófica gestión de la DANA, que ha dejado un balance de 222 fallecidos y cinco desaparecidos. En uno de los imponentes ventanales del Palau también quedan restos de fango, traídos 'ex profeso' desde l'Horta Sud, a modo de 'souvenir' del pueblo que tomó las calles con un grito unánime dirigido al president. Cada vez que Carlos Mazón entra o sale de su lugar de trabajo, las cámaras de televisión inevitablemente incluyen en sus planos las manos rojas. Es otra metáfora de los tiempos que se viven en València, como la hora exacta (20.11) en que llegó a los móviles la alerta masiva el 29 de octubre, día de autos. Las manos estampadas en el Palau, de momento, no se borran. La hora de la alerta tampoco.
Al acto de toma de posesión de los nuevos consellers y del nuevo vicepresidente para la reconstrucción, el teniente general retirado Francisco José Gan Pampols, las autoridades asistentes accedieron y salieron por la entrada con las manos rojas en la pared. Fue un acto de naturaleza inédita, sin el tradicional paripé posterior del traspaso de carteras, ahorrando así el mal trago a las desastrosas conselleras Salomé Pradas y Nuria Montes.
Mazón ya no se prodiga alegre en los videos que colgaba en sus redes sociales. Ya ni canta. La banalidad del frívolo, que mantuvo hasta el día en que salió de una larga comida en un reservado del restaurante el Ventorro, ya es historia (aunque sea tan reciente).
Así, la nueva fase gubernamental tiene un componente de militarización (o, al menos, de algo parecido a una junta cívico-militar), con la cara visible de Gan Pampols como escudo a prueba de bombas. Sin embargo, tal como se ha comprobado repetidamente en los escenarios bélicos en Oriente Próximo, ya sea en Irak, Palestina o Líbano, los blindados no siempre resisten las embestidas de la insurgencia. Queda por ver qué cotas alcanza en València la insurgencia social.
Con semblante serio, Mazón y los nuevos consellers se mantuvieron firmes durante todo el llamativo acto, en el que los medios de comunicación fueron recluidos en una sala de prensa de un edificio de la Generalitat enfrente del Palau, donde pudieron seguir la intervención de Mazón por una pantalla.
La nueva portavoz del Consell, Susana Camarero, ofició de presentadora y pidió a Mazón que ejerciera como “testigo” de los nombramientos, un término ambivalente en términos jurídicos y judiciales. Gan Pampols, nacido en Figueres, intervino en valenciano, con la voz tomada.
El president inauguró una suerte de nuevo 'modelo afgano' del Consell, una reconstrucción pilotada con la inestimable ayuda del sector privado y coordinada por un teniente general retirado con experiencia militar en la antigua Yugoslavia y en Afganistán.
Sin venir demasiado a cuento, el jefe del Consell destacó —dos veces— el papel en la fase de “recuperación” de las provincias de Alicante (auténtica cantera de cargos del mazonismo) y Castelló, “que no van a ser ajenas a este esfuerzo colectivo y que cuentan con iniciativas y proyectos que, sin duda, van a aportar mucho y bueno a la tarea que todos tenemos por delante”. Mucho y bueno; aunque sin pajolera idea del qué.
La recuperación “sentimental”
Carlos Mazón pretende, a duras penas, darle “un nuevo sentido a toda la acción del Consell”, que afronta el reto de la recuperación económica, social y —ojo— también “sentimental”.
A Gan Pampols le dijo: “Es por eso que, hoy aquí, vicepresidente, te encomiendo llevar a cabo estas actuaciones con celeridad y el rigor que ha caracterizado tu trayectoria profesional y tu prestigio. Me consta que lo harás”.
Al nuevo conseller de Emergencias e Interior, Juan Carlos Valderrama, le encargó “rediseñar todo” el sistema de prevención, alerta y protección civil ante futuras emergencias o situaciones de crisis de cualquier índole, incluidas las sanitarias“. Aunque hacía fresquito en València, nadie se echó a temblar al estar ya destituida en el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana la anterior titular del negociado de Emergencias, Salomé Pradas.
Mazón expuso la obligación de “exigir” la modificación de los protocolos para “adecuarlos a las nuevas realidades, tanto climáticas como desde el punto de vista del territorio y las infraestructuras modernas, que traen consigo riesgos que eran desconocidos hace solo unos años”. Hace apenas dos años, cuando lideraba la oposición, dijo que los protocolos eran “meridianamente claros”, aunque francamente sería demasiado largo desglosar la interminable lista de mentiras, falsedades e inexactitudes que ha dicho Mazón desde el pasado 29 de octubre.
En otro orden de cosas, Carlos Mazón también encomendó a la nueva consellera de Justicia, Nuria Martínez Sanchis, la “misión fundamental” de, nada menos, que resolver el “reto” de la transformación digital de la administración de Justicia y de la función pública valenciana, lastradas por “procedimientos eternos” que ralentizan los tribunales. Se desconoce qué cara puso la presidenta del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJ-CV), Pilar de la Oliva, presente en la Sala Nova del Palau de la Generalitat como máxima representante institucional de la judicatura autóctona. Como mínimo, seguro que de escepticismo tras haber escuchado tantas veces la misma cantinela. La Sala de lo Civil y Penal del TSJ-CV tiene pendiente la decisión sobre varias denuncias y una querella contra el aforado Carlos Mazón.
A Marian Cano, nueva consellera de Industria e Innovación, Mazón le insistió en lo de “mantener el buen ritmo de inversión en las tres provincias”. El jefe del Consell incluso sacó pecho, brevemente, de su gestión anterior a la DANA.
Reconocimiento “de justicia” a Pradas y Montes
En definitiva, el jefe del Ejecutivo autonómico abogó por todo lo que no hizo el día de la catástrofe: “Necesitamos anticiparnos, prevenir y responder ante las emergencias de una manera más ágil, más rápida, más eficaz. Y hacerlo, no solo en momentos de crisis, sino de manera preventiva para minimizar el impacto de posibles situaciones adversas”. “La prevención será también la respuesta”, aseguró casi un mes después de haber desaparecido en un largo y polémico ágape a pesar de la que se avecinaba.
Eso sí, el president abogó por dar explicaciones “de forma adecuada y por todos los medios oficiales”. “Explicarnos más, hacerlo mucho mejor”, apostilló propiciando cierta hilaridad en la sala de prensa en la que fueron arrinconados los medios que seguían la comparecencia.
Un efecto similar causó la mención a las dos conselleras de la catástrofe más famosas, las que metieron la pata a lo grande: “Como es de justicia también quiero reconocer a Salomé Pradas y a Nuria Montes el trabajo realizado durante todo este tiempo”. Mazón, como es lógico, no detalló el “trabajo realizado” por Pradas, a la que pillaron mintiendo a lo bestia sistemáticamente, y por Montes, la consellera que se dirigió de manera desalmada a los familiares de las víctimas. Al menos, la segunda pidió perdón. La primera, ni eso.
El jefe del Consell cerró su intervención con una referencia al ánimo social y popular en València: “un contexto de rabia y dolor que todos comprendemos y asumimos, por amargo que sea”. “No ignoramos ese sufrimiento, ni siquiera la indignación que puede acompañarlo en determinados momentos y que cualquiera debe comprender”, añadió por si acaso.
Por cierto, las palabras “cambio” y “climático”, juntas, no salieron a la superficie en ningún momento del discurso de Mazón.
President clandestino
Carlos Mazón ha desertado como president en favor del nuevo 'modelo afgano'. Ya no puede acudir a actos públicos sin escuchar, bien alto, gritos o reproches. Motivo por el cual mientras su Ejecutivo pasa a una fase de reconstrucción, él entra en una semi clandestinidad.
No da ruedas de prensa con preguntas (la última, inevitable al comparecer acompañado por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se remonta al pasado 1 de noviembre). Solo ha aparecido en medios de comunicación cercanos a la derecha y en cortas respuestas al vuelo a las televisiones que lo interceptan a la entrada del Centro de Coordinación de Emergencias de l'Eliana o a la salida del Palau, en este último escenario siempre con las manos rojas de fondo. El pasado 24 de noviembre, tras la muerte de un trabajador en Massanassa por un derrumbe, anuló su visita a la localidad tras los gritos proferidos a la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé. A su comparecencia en las Corts Valencianes del pasado 15 de noviembre, a pesar del notable despliegue policial, el president accedió al Parlamento autonómico de manera prácticamente secreta.
Carlos Mazón se ha construido a su alrededor una 'zona verde', como aquel espacio supuestamente seguro que levantó el ejército invasor en la capital iraquí. Aunque el president parezca no querer darse cuenta, el 'modelo afgano' suele salir mal, ya sea en Kabul, en Bagdad o en l'Horta Sud. Tiempo al tiempo.