La campaña emprendida por la derecha contra la vicepresidenta valenciana y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, sobre los centros de menores ha puesto en un primer plano aspectos de su vida personal como mecanismo para desgastar su proyección política.
Los periodistas Jordi Sarrión i Carbonell y Santiago García Cornejo han publicado un estudio en 'Beers&Politics' sobre los estereotipos de género de los medios de comunicación aplicados. “Su punto fuerte es la credibilidad que se asocia en todo momento a su vida personal, con el paso del tiempo van generándose cada vez más estereotipos en los medios”, explica Jordi Sarrión.
El estudio analiza varios momentos clave de la trayectoria política de Oltra: su actividad parlamentaria en la oposición, la negociación del primer gobierno del Pacte del Botànic en 2015 y la polémica por la gestión de los centros de menores tutelados por la Generalitat Valenciana, tras la condena de su exmarido por abusos sexuales. Así, los autores analizan el proceso de celebrificación, que “tiene mucho que ver con la pérdida de la importancia de los partidos desde el 15M y la Primavera Valenciana”. “En paralelo”, agrega Sarrión, “los discursos populistas han llegado a todo el mundo”.
La celibrificación convierte a la líder política en un símbolo y “se asocia con la vida personal y con que no se oculta nada de ese ámbito”. Los autores han sintetizado varios estereotipos aplicados a Oltra: la doncella de hierro, “con atributos contrarios a la feminidad” y que la asocia con “una mujer hambrienta de poder”.
“Si es un hombre”, explica Jordi Sarrión, “cuando un político tiene mucha ambición se dice que es un estadista, pero en el caso de las mujeres se asocia a ser mala persona y conspiradora”. Los medios, concluye el estudio, “intentan hacer de lo personal algo político”.
La campaña por los centros de menores ha producido una suerte de eclosión de todos estos rasgos. Los autores han detectado una cierta “ambigüedad”, algo que “no se haría si fuese un hombre”, explica Jordi Sarrión. “Como Oltra es mala, estigmatizan los centros de menores de la Generalitat Valenciana”, poniendo el dedo en la llaga “personal y políticamente”.
“En una campaña para atacarla personalmente, el hecho político queda muy lejos y además se instrumentaliza para atacar al feminismo”, sostiene el autor del estudio. “Lo personal se convierte en una única característica importante y con eso se intenta anular toda la gestión del poder”, apostilla.
El periodista vincula este fenómeno a la proyección de la figura de Oltra a nivel estatal. “El objetivo es desgastarla y habrá que ver si Oltra se crece y se hace más fuerte”, concluye.