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En sus dieciocho años como político profesional, Eduardo Zaplana excavó unos cuantos pozos de sobrecostes donde pescar comisiones. El de Terra Mítica, tótem del régimen corrupto, alcanzó los 150 millones de euros, el monto de la inversión que excedió lo presupuestado. El expresidente utilizó el erial en el que se sembró el parque temático para dar juego a padrinos, amigos, al cuñado y hasta a la suegra… Y, según denunciaron dos empresarios que trabajaron en el proyecto, supuestamente aprovechó para hacer un self-service de mordidas de entre 9 y 12 millones de euros.
Esos dos contratistas del complejo de ocio, Antonio Moreno y José Herrero, denunciaron en unas grabaciones que el dinero acabó en cuentas de Andorra. Luego se desdijeron. Zaplana supuestamente compró su silencio, igual que hizo con un tercero, Vicente Conesa, que tuvo en sus manos dinamitar la carrera del expresidente en el llamado caso Sanz. Los tres empresarios fueron condenados en la causa de Terra Mítica, en la que el expresidente salió, como era costumbre, inmaculado. Ni siquiera lo procesaron.
Los hechos probados en la sentencia del caso Erial dibujan unas fechas, cantidades, flujos de dinero y mecánica de los movimientos que cuadran como piezas de puzzle con la hipótesis manejada por los investigadores de que el dinero de Andorra procedía de comisiones cobradas en Terra Mítica. Un extremo corroborado a este periodista por fuentes del entorno zaplanista, información que se recoge en el libro Los tentáculos del truhan, donde se explica que, efectivamente, el dinero andorrano proviene de las comisiones pagadas a los pies del Ave Fénix y la montaña rusa de madera que empezó a rodar en Benidorm como una noria extractora de dinero en B.
Millones al margen de las ITV
El relato de Erial presenta una primera conclusión crucial: las dos cuentas de Zaplana y de su testaferro Joaquín Barceló, Pachano, en bancos de Andorra engordaron con casi 10 millones de euros que no tienen ninguna relación con las mordidas que los Cotino pagaron al expresidente y a su jefe de gabinete, Juan Francisco García, por el amaño de la concesión de las ITV.
Zaplana constituyó, entre febrero de 2006 y abril de 2009, cuatro sociedades offshore en Panamá. Las firmas abrieron cuentas en las citadas entidades andorranas. Pachano tenía, desde el 12 de diciembre de 2004, en BPA la cuenta numerada SR 420092. Esta y una en Morabanc, a nombre de Merceron Investments (una de las firmas zaplanistas panameñas), registraron ingresos por 9.873.520 euros, entre febrero de 2004 y marzo de 2007. Directamente a la de Zaplana fueron a parar 3.431.700 euros, mientras que la que tenía por titular a Joaquín Barceló engordó hasta los 6.460.820 euros. La mayoría del dinero (5,6 millones) fue traspasado luego a la cuenta de Puncak Services, y una parte fue a parar a Plaza Fountains, otras dos sociedades panameñas del exministro.
Las mordidas por los amaños en la adjudicación de las ITV volaron más lejos. En concreto a Luxemburgo, a cuentas en el Dexia Banque International, abiertas por Imison Internacional y Fenix Investments, las firmas creadas por los Cotino para catalizar el pago de mordidas a Zaplana y a Juan Francisco García. El pago de comisiones se ocultó en una operación de recompra de acciones de Inversiones Imision e Inversiones Impega, creadas en España al tiempo que las luxemburguesas y participadas por estas últimas, además de por Asedes Capital, matriz del Grupo Sedesa. Asedes recompró a las de Luxemburgo los títulos que previamente les había vendido. En la diferencia del precio estaba la mordida: 6,4 millones se canalizaron vía Imison Internacional y 2,33 millones en el caso de Fénix Investments.
Ingresar bolsas de billetes sin pisar el banco
El dinero, en ambos casos, se había obtenido por “hacer uso de su condición de político”, según la sentencia, pero la procedencia era distinta y se movió de diferente forma. En el caso andorrano no era posible la transferencia. Eran fondos en metálico. La sentencia señala que la mayoría del dinero, en concreto 9,23 millones, entró en los bancos de Andorra como “ingresos en efectivo”. Pero nada que ver con la ventanilla de Ruralcaja.
En realidad se utilizaba el llamado sistema de compensación de fondos de efectivo. Un agente del banco contacta con dos o varios clientes. Con uno que desea retirar fondos y con otro que quiere ingresar el dinero negro en metálico procedente, por ejemplo, de comisiones en Terra Mítica. Todos salen ganando con un método que no deja rastro sobre el origen ilícito de los fondos y que, además, no ha de cruzar fronteras físicamente. El intermediario que gestionó esos recursos de Zaplana fue el exfutbolista Luis Majó Plantell, quien tiene despacho en Barcelona.
La bombita de 5 millones que soltó Pachano
El nombre de Luis Majó fue mencionado por Pachano cuando interpretó su concierto contra Zaplana en la Ciudad de la Justicia. Tras el pacto de conformidad con el fiscal Pablo Ponce se esperaba que confesara que era el testaferro del expresidente, el propietario real de todos los bienes: el piso del madrileño barrio de Salamanca, los áticos de Altea o las parcelas de la Vila Joiosa, las acciones de Imision Internacional o el dinero de Andorra. Hizo eso y más. Pachano, que fue director de relaciones institucionales de Terra Mítica, hizo estallar los fusibles de “Don Eduardo”, su amigo de la infancia. El hombre de paja soltó que el asesor fiscal y primer ingeniero financiero de la trama, Francisco Grau, le entregó 5 millones de euros en una bolsa. “Eran del señor Zaplana y se tenían que llevar a Andorra”, dijo que se le indicó. Esa parte de su declaración molestó especialmente al exministro. Y a la salida se lo reprochó: “Podrías haberte ahorrado lo de los cinco millones”.
Las revelaciones sobre la circulación de bolsas llenas de billetes en Terra Mítica con dirección a Andorra habían acorralado al expresidente allá por el 2006. Por culpa de los tres citados contratistas del parque: Conesa, Moreno y Herrero. El primero ya había puesto en jaque al presidente en el caso Sanz. El impago de una adjudicación de Zaplana, como alcalde de Benidorm, a Conesa y el contenido de unas grabaciones furtivas que este le hizo a Sanz para chantajear provocó una crisis con comisiones de por medio. La cúpula nacional del PP y Las Provincias dinamitaron el caso, destruyeron las cintas y pactaron con Sanz para que aceptara dimitir y ser el sacrificado. A cambio de pasar el resto de sus días gestionando millones en RTVV. El segundo de los pactos se rubricó con el sublevado Conesa, a quien se le prometió que, como a Sanz, se le pagaría la omertá cuando tuvieran la llave de la caja pública.
Compras de silencio 'made in' Zaplana
Años después y a través de su empresa C3 Ingeniería, Vicente Conesa se convirtió en el principal contratista del parque. Los otros dos empresarios, Antonio Moreno y José Herrero, estuvieron también a punto de exhumar los muertos de Zaplana en el complejo de ocio.
Como consecuencia de una denuncia de Fiscalía por fraude fiscal en 2005, se abrió la causa judicial Terra Mítica, en la que los tres fueron imputados. Moreno y Herrero decidieron que los pezqueñines no se iban a comer el marrón, como acabó sucediendo. Y quisieron chantajear a la ballena Zaplana. En una conversación grabada con el ya fallecido diputado socialista José Camarasa, los dos factureros explicaron que habían oído a Conesa “decir que se repartía la pasta con Zaplana”. Que le entregaba el dinero en bolsas de basura. Hablaban de unos 1.500 o 2.000 millones de pesetas, entre nueve y doce millones de euros. En la cinta se hablaba de una cuenta bancaria en la BPA.
Causa judicial con banda sonora
La grabación nunca se escuchó, aunque la Ser informó del contenido. Era mayo de 2006. En aquellas fechas, las cuentas a nombre de Pachano, la citada Sr 420092 y de la citada Merceron Investements, estaban engordando. Aquel conato de incendio que amenazó al expresidente fue sofocado: los empresarios pidieron perdón a Zaplana y este decidió que pelillos a la mar.
Pero las grabaciones pasaron a la causa judicial de Terra Mítica, pese a la oposición de las defensas de Moreno y Herrero. En abril de 2016, la Audiencia de València condenó a veinte empresarios y dos directivos (uno de ellos, el ex cuñado de Zaplana, Justo Valverde) por la trama de facturas falsas. En la lista figuraban Conesa, con 23 años y 10 meses de prisión; Antonio Moreno, al que le cayeron 46 años y medio y José Herrero, con 11 años de cárcel. Los dos últimos tenían también cuentas en BPA.
El milagro de no ser llamado a declarar en 12 años
Pero en los doce años de instrucción no se consiguió demostrar el contenido de esas cintas sobre el supuesto pago de mordidas a Zaplana. Lo más sorprendente (o no) es que el expresidente no fue imputado y ni siquiera formó parte de la lista de 330 testigos que desfilaron por aquella vista.
Una persona del círculo zaplanista muy conocedor del plano de las cloacas de Terra Mítica explicó a este periodista que efectivamente el dinero de Andorra provenía de las comisones del parque temático. ¿Cómo es posible que en aquel macrojuicio no se llegara a alumbrar aquella habitación oscura? Los métodos de investigación eran más arcaicos, la voluntad de determinados estamentos judiciales era más frágil, el rey de la corrupción tenía entonces más vigor y las llamadas de teléfono para reforzar el cordón sanitario que lo blindaba eran más habituales. Mucho más.