Se llamaba Ana y fue a un programa de televisión. Denunció 40 años de malos tratos, de vejaciones por parte de su marido. Al día siguiente la mataron. Su maltratador le prendió fuego tras rociarla con gasolina. Fue en 1997. Un 4 de diciembre.
Tenía 26 años. Era de origen rumano. Fue asesinada. La encontraron descuartizada y parcialmente calcinada en Torremanzanas. Su pareja, de 39 años, confesó el crimen. Fue en el año que despedimos hace dos meses. El 22 de octubre.
Este año, en apenas dos meses, quince mujeres y una niña han sido asesinadas.
Desde el asesinato de Ana Orantes han pasado 17 años, una ley integral contra la violencia de género y buenas dosis de sensibilización social a través de campañas institucionales, cursos, congresos, debates políticos, jurídicos, educativos… También ha habido más de 700 muertes de mujeres. Una cifra demasiado grande, demasiado alarmante, que arrastra demasiado sufrimiento y que no deja de aumentar.
El caso de Ana Orantes provocó que la violencia de género pasara del ámbito privado a convertirse en un problema social, en un problema de todos y todas. Y me pregunto, ¿en qué momento la violencia de género ha pasado de nuevo a convertirse en un problema del hogar? ¿Desde cuándo hay que hacer oídos sordos a una paliza, a una agresión? ¿Cuándo hemos vuelto al pensamiento de que los trapos sucios se lavan en casa?
Las muertes por violencia doméstica aumentan mientras las denuncias disminuyen. El 80% de las mujeres que sufre malos tratos de parte de sus parejas no denuncia y este porcentaje sigue aumentando. La crisis es una razón poderosa. La falta de independencia económica lleva a muchas mujeres a aguantar. La otra razón, la falta de respuesta por parte de las instituciones. Un 20% de las víctimas no recibió protección, pese a denunciar. ¿Y la otra? Que nosotros, los vecinos, los amigos, los testigos… callamos.
Un reciente estudio del Gobierno revela que un 60% de las jóvenes que sufre violencia admite recibir insultos machistas de sus parejas o amigos a través del móvil. El 10% asegura que tiene miedo. ¿Y sus amigos y amigas? ¿Y sus hermanos, sus padres, sus abuelos, sus vecinos…? ¿De qué tienen miedo?
Marcar el 016 puede salvar una vida. Y no necesariamente debe hacerlo la víctima.
Europa centra este año la celebración del 8 de marzo en actos dirigidos a prevenir la violencia contra las mujeres. Un informe revela que 62 millones de europeas han sufrido violencia machista. En esta encuesta, España se encuentra en los niveles más bajos mientras que los países nórdicos ocupan los primeros puestos. Pero no es una buena noticia porque aquí, en España, en la Comunitat, en Alicante, en L’Alacantí… siguen muriendo mujeres.
Cuando Ana Orantes murió, la joven rumana asesinada en Torremanzanas apenas tenía 10 años. Desde entonces, más de 700 mujeres han muerto a manos de sus agresores…
¿A qué esperamos para tomar conciencia del problema?