Odile Rodríguez de la Fuente se licenció cum laude en Ciencias Biológicas y Producción de Cine en USC, Los Ángeles. Su vocación por divulgar la naturaleza nació en su infancia influida, sin duda, por el poder inspirador de su padre Félix, una de las figuras decisivas en los años 70 para frenar la urbanización del bosque de la Devesa que hubiera supuesto una seria amenaza para la Albufera, gracias a la retransmisión de hasta tres documentales que denunciaban la situación (ver vídeo al final de la entrevista).
Varias décadas después, coge el testigo de esta defensa por el Parque Natural mediante la firma del manifiesto contra la ampliación del Puerto de València promovido por la Federación de Asociaciones Vecinales de València que apoya la manifestación convocada para este viernes por la Comissió Ciutat-Port, la plataforma vecinal y ecologista que se opone a este polémico proyecto. La protesta arrancará a las 18:30 horas desde la Alameda de València, entre el Puente de las Flores y el puente de Aragón, y finalizará en la Plaza del Ayuntamiento de València.
Varias décadas después de que su padre grabara varios documentales para defender la protección de la Albufera, coge usted el testigo firmando un manifiesto contra otra posible amenaza como la ampliación del Puerto de València. ¿Cómo valora esta coincidencia?
En parte como una decepción por lo poco que hemos avanzado en materia de sensibilidad medioambiental. Por otro lado, sin embargo, como una señal de que debemos tomar el testigo que algunos pioneros (a nivel mundial) nos dejaron. Creo que hoy nadie duda del error que habría supuesto urbanizar el bosque de la Dehesa con el proyecto de El Saler. Incluso se pudo ver, en su día, el efecto pernicioso que las primeras edificaciones tuvieron para la vegetación y la compleja dinámica dunar del paraje. Hoy La Albufera sigue siendo uno de los humedales más importantes de Europa aunque, como Doñana, sufre por las amenazas de los espacios que la rodean.
¿Le contó algo su padre de aquella lucha?
Yo era muy pequeña por lo que no lo recuerdo pero, posteriormente a su fallecimiento, siempre se habló en mi casa del triunfo que supuso no perder la Albufera gracias a la movilización de muchos valencianos y al apoyo de la figura de mi padre.
¿Cómo le llega la problemática sobre este proyecto y por qué se decide a firmar el manifiesto?
Tengo contacto con muchas ONG de todo el territorio y también de la Comunitat Valenciana. Estoy al corriente de los muchos frentes que seguimos teniendo abiertos en materia de conservación. Concretamente he mantenido el contacto con personas como Javier Jiménez Romo, biólogo que lleva años trabajando en el Parque Natural de la Albufera, a lo largo de los años en los que me ha mantenido informada de los éxitos y retos que afronta el parque. El Puerto de València y sus ampliaciones han estado en el candelero durante muchos años por sus efectos perniciosos sobre las corrientes y desplazamiento de la arena a lo largo de la costa. Cuando Javier me informó de esta nueva ampliación no dudé un segundo en secundar el manifiesto.
¿Como científica, en qué medida cree que puede perjudicar la ampliación del Puerto a las playas del parque natural y al ecosistema de la Albufera?
No es que lo crea, es que está científicamente probado el impacto negativo que tiene, no sólo la estructura del puerto sobre las corrientes y la reposición natural de la arena en las costas, sino el aumento del tráfico marítimo de gran tonelaje que conlleva el puerto, sobre los fondos, la posidonia y la biodiversidad de los ecosistemas costeros. Es importante remarcar que no se trata de una ideología o de una opinión. Estamos hablando de efectos estudiados y avalados por la ciencia.
¿Considera que una declaración de impacto ambiental del año 2007 para un proyecto que se ha modificado puede ser válida, ya no a efectos legales, sino a efectos prácticos para garantizar la seguridad ambiental de todos los posibles impactos?
De ninguna manera. Y más aún cuando ya sabemos cuales han sido los efectos de las ampliaciones del puerto en todas estas décadas. Quizá en tiempos de mi padre era más complejo defender la posición de los científicos pero hoy día, sería vergonzoso argumentar que la ampliación del puerto tiene poco impacto ambiental.
¿Qué se debe tener en cuenta sobre todo a nivel ambiental antes de dar luz verde a una obra y a una actividad como esta?
El sentido común. Muchas veces cuando se habla de la ciencia la gente de a pie piensa que se trata de temas complejos y difíciles de defender. Más aún cuando lo que se argumenta en contra es el progreso, los puestos de trabajo y el bien conocido mantra del beneficio económico. Cualquier persona puede sopesar quién se beneficia económicamente, realmente, de una apuesta por la ampliación del puerto. Sobre todo en el medio y largo plazo. También puede valorar quien pierde con la contaminación (de las aguas y el aire), la pérdida de arena en las playas, la pérdida e impacto a la biodiversidad y ecosistemas, el aumento del tráfico e infraestructuras para camiones, la pérdida de resiliencia ante eventos meteorológicos extremos, el impacto visual, la pérdida de trabajos vinculados al turismo, etc.
La regresión progresiva de las playas de El Saler causada entre otras cosas por las ampliaciones portuarias, es una amenaza para la Albufera por el riesgo de salinización del lago. ¿Es efectiva la regeneración de playas con aportes de arena? ¿Qué otras alternativas hay para evitar la erosión?
Esta medida, la de los aportes de arena, se ha llevado a cabo también a lo largo de las últimas décadas. Por ello también sabemos que no es efectiva y muy costosa tanto económicamente como para los fondos y otros lugares de los que se retira la arena para la reposición. Las corrientes marinas costeras son muy complejas y no sólo mantienen las playas, reponiendo la arena de forma natural, sino que reparten los nutrientes y el plancton necesarios para la biodiversidad marina, incluida la pesca. También reparten y difuminan las temperaturas que en aguas estancadas o con pocas corrientes, sube de forma alarmante. Encima de todas estas amenazas se encuentra la mayor, que sería la eventual salinización del lago. La mejor alternativa, sin duda, sería planificar a medio y largo plazo la naturalización y decrecimiento del Puerto y demás infraestructuras que impidan el flujo natural de las corrientes.
¿Le parece coherente acercar una terminal de cruceros al casco urbano en la actual situación de emergencia climática sin ningún tipo de informe ambiental?
Esto es algo que me llama poderosamente la atención. Cómo estamos tomando medidas en todo el mundo de cara a frenar los peores efectos del cambio climático, cómo se ha declarado el estado de emergencia climática en la Unión Europea (UE), cómo se están renaturalizando y restaurando espacios degradados para ayudarnos a minimizar los peores efectos de los eventos meteorológicos extremos, y sin embargo siguen surgiendo propuestas industriales del siglo pasado o de países sin legislación ambiental, en España. Cada día tenemos más claro que no podemos seguir amasando capital privatizado a costa de socializar los costes ambientales y del común, que estas políticas han conllevado. Sin embargo las inercias del pasado siguen presionando, pero ha llegado la hora de reivindicar que no todo vale y menos en la era de la información. Es un despropósito, con todo lo que sabemos, que traten de engañarnos aprovechándose del silencio administrativo y mediático que suelen conllevar este tipo de operaciones.
¿Es compatible la emergencia climática con las grandes ampliaciones de infraestructuras con importantes externalidades para las personas y el ecosistema?
En absoluto. Yo estoy dando conferencias a diario para grandes empresas y doy fe del cambio que está teniendo lugar. Hasta el mundo de las finanzas ha dado un giro radical en los últimos años. Los fondos ya no van, como lo hacían, a las grandes infraestructuras con impactos medioambientales o, a las nuevas prospecciones de combustibles fósiles. La apuesta económica, basada en análisis de riesgos, va en la dirección de la sostenibilidad y la relocalización. El aumento de precio de los combustibles fósiles, los cuellos de botella en la cadena de suministros y la descarbonización de la economía, están llevando a las grandes multinacionales a apostar por la relocalización. A esto se suma un consumo cada vez mas informado y preocupado por el impacto detrás de los productos. En la última cumbre de biodiversidad, una coalición de grandes empresas (https://www.businessfornature.org/oewg4-closing-statement), emitió un comunicado en el que solicitaba a los estados a cambiar “las reglas del juego” de la economía para ofrecer una ventaja competitiva a aquellas empresas que estén integrando criterios de sostenibilidad y externalidades en sus planes de negocio. La globalización, tal y como la conocemos, donde la producción está repartida por el mundo en función de los bajos costes de la mano de obra y la escasa legislación ambiental, está tocando a su fin. Por tanto el comercio marítimo que vertebra esa economía insostenible, lineal y extractiva, tiene los días contados.
¿Cuál sería la política más responsable al respecto?
La de darnos cuanta de una vez por todas de cuáles son realmente nuestros valores añadidos. Somos el país con mayor biodiversidad de Europa, uno de los que disfruta de más horas de sol, con mayor diversidad y riqueza cultural y culinaria. En estos momentos de tanta incertidumbre y crisis sistémica, la apuesta debería ser por el progreso bien entendido. Es decir, una apuesta por nuestra identidad, por el futuro, la sostenibilidad y la resiliencia ante al emergencia climática. No la de seguir cavando nuestra propia tumba. En estos momentos, España y València en concreto, disfruta de enormes ventajas frente a otros países de la UE y del mundo. Podemos practicar una agricultura ecológica y regenerativa que cada día amplía su demanda, podemos prepararnos para afrontar las sequías y los eventos meteorológicos extremos que cada año nos azotarán con más virulencia, apoyándonos en las soluciones naturales, podemos destacarnos del resto por implementar los cambios necesarios hacia las energías renovables y las ciudades renaturalizadas antes que nadie. En definitiva, podemos ponernos a la cabeza del cambio imparable de paradigma o cometer los errores en los que otros países “mas civilizados” han incurrido y que ahora se afanan por remendar. Estoy segura que la vasta mayoría de los Valencianos, caracterizados por su sensibilidad y creatividad, defenderá la defensa de su riqueza autóctona por encima de una homogenización industrial que termina arrasando con todo.
Los puertos empiezan a dar pasos para descarbonizarse mediante la electrificación de sus instalaciones, pero parece que esa opción en los grandes buques (cruceros o portacontenedores) aún está lejana. ¿Ccree realmente posible que la actividad de los puertos puede ser neutra en cuanto a emisiones en 2030?
El sector de la aviación y marítimo es de los más complejos de cara a la descarbonización. Las personas dedicadas profesionalmente al estudio del cambio climático y sus soluciones tenemos serias dudas de que estos sectores cumplan con los compromisos de la cumbre de París para el 2030. Sin embargo, la subida de los precios de los combustibles fósiles y los cambios de política de muchas empresas llevarán irremediablemente a una disminución del volumen y frecuencia de sector marítimo de los grandes buques.