Anotaciones sobre las santas tierras
Amanece bajo un cielo transparente. El día promete ser otoñal, acomodado a la estación del año. Un año seco e irregular como en todo el Mediterráneo. El sol alumbra sobre el Este por una crestería sembrada de casas en grupos iguales, encerradas en sus muros de piedra blanca, abrazada por la cinta oscura de una carretera asfaltada, la suya.
Niños y jóvenes tienden las mantas rodeando olivos centenarios con la media cosecha de aceitunas maduras, de un negro que brilla con las escasas gotas de rocío. Se ponen a varear entre los gritos de espanto de los mirlos y tordos que ven cómo su despensa amenaza con reducirse.
Desde la crestería alumbra el primer sol. Un fogonazo, un estampido, un silbido siniestro y se desmadeja el cuerpo de uno de los vareadores. Después otro, y otro este niño que tiraba de la manta para no perder la preciada perla negra. Cuatro en total. A los alaridos del dolor de madres responden más tiros ahora al aire desde el asentamiento ya iluminado por el sol común.
Los aceituneros recogen los cadáveres para llevarlos al humilde pueblecillo recostado hacia el mediodía, lavarlos envolverlos en el sudario y enterrarlos en el suelo ayuno de lluvia durante meses.
Una turba armada se desprende del asentamiento provista de sierras mecánicas. Todo un símbolo que se extiende desde la culta Argentina a esta supuesta cuna de civilizaciones: cercenar, recortar, derechos o vidas. Talar es el objetivo de estos facinerosos nacidos lejos de las colinas mediterráneas, ajenos al esfuerzo por hacer crecer un acebuche, injertarlo, mimarlo cincuenta, cien años, para que unos pocos segundos abatan el árbol pródigo en aceitunas que pueden ser aceite, luz en candil, hoguera imprescindible o aperitivo.
Buenos cazadores, celebran su lance. Están entrenados, tienen buenas armas contra el árbol inerme con las hojas verdiblancas agitadas por el viento matinal. Total, una operación más.
La duración de las escenas resumidas no pasa de los treinta minutos. No da ni para una crónica televisiva. En primer lugar porque es reiteración y la reiteración causa estragos en la voracidad de los noticiarios que siempre necesitan carnes frescas. Podrían ser de interés para aquellos que elogian la vuelta al campo, a los pueblos vacíos.
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Pese a la competencia anglosajona y en especial norteamericana, todavía se celebran en gran parte del llamado Occidente Todos los Santos y el Dia de los Difuntos con su liturgia de limpieza de los cementerios, depósito de ramos de flores en las tumbas o nichos de los deudos fallecidos.
Las flores. Cultivarlas, cortarlas, mantenerlas a temperatura adecuada, para transportarlas a los lugares de demanda. El valle del Jordán, las orillas del Mar cada vez más Muerto, con una administración secular del agua que ahora ha sido alterada, constituye un buen espacio para el cultivo. Octubre, la fecha indicada para iniciar y concluir las operaciones. Con dificultad funcionan las cámaras de refrigeración, se contratan los camiones asimismo frigorizados. Se cargan en cajas las flores cortadas.
Alto! “Inspección para autorizar la exportación” por vía aérea por el único aeropuerto autorizado (el otro, como se verá, es inaccesible). Los camiones con los motores al ralentí, único modo de preservar la cadena de frío.
Un día, dos días, puede que una semana. No se llega al mercado, y además ha habido que apagar los motores. Las flores se han marchitado.“ Inspección realizada, ya pueden marchar”. Hacia atrás, los ramos de crisantemos serán abono para otra ocasión.
Flores, frutas, verduras, aceitunas. Nada merece la atención mediática. La vida cotidiana resulta banal y los productos que llegan al mercado llevan el sello del único estado real, el subterfugio eterno de los excluidos: prefiero venderlo con el sello del estado a echarlo al estiércol como en el caso de los dátiles, las granadas, los higos o las escarolas.
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Pasos y fronteras. Curiosidad en la frontera Norte, en la linde con Líbano, fuerzas de la ONU, incluidas tropas españolas. Estacionadas en suelo libanés, que el israelí es sagrado, intocable. Es decir la Fuerza de Interposición multinacional constituye la frontera de Israel. Al Sur, por Rafah, el paso de personas, de mercancías ha de ser “supervisado ”/inspeccionado por Israel, no por Egipto y menos por la Autoridad Palestina. Paso terrestre que el aeropuerto Yasir Arafat inaugurado por el presidente de los Estados Unidos Clinton y pagado por fondos europeos (más de 10M de euros España), fue oportunamente inutilizado (¿o neutralizado?) antes de operar. Se supone con evidente ironía que es de donde despega la fuerza aérea palestina en sus ataques de aviación.
El paso de Erez tiene mayor interés para los empresarios israelíes: es el paso de la mano de obra para la agricultura intensiva, la industria y sobre todo la construcción: los originarios de Manhattan o Amsterdam parece ser que perdieron las habilidades en estas ocupaciones y en consecuencia trasladaron sus conocimientos a sectores de mayor valor añadido como la talla de diamantes rusos o sudáfricanos cuando el apartheid y después, claro. Estas “circunstancias” no aparecen en las crónicas televisivas oportunamente “supervisadas”, supongo, por la autoridad, militar por supuesto.
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Quien suscribe ha reiterado sus visitas a la zona, forma amable de describir lo que con acierto bautizó Agustín Remesal como la mayor cárcel a cielo abierto del mundo. Sus colegas de hoy, sobre el terreno, no lo han leído, ni siquiera consultado. Les basta con el pienso pre-digerido, de rumiante, facilitado por la red tentacular de la propaganda. Y la pasividad bovina de los “hermanos árabes”, en somnolencia permanente salvo para acumular riqueza, evitar las diabólicas tentaciones democráticas reducidas a la conducción de automóviles por manos femeninas y atropellados vendedores de clubes, jugadores de fútbol o lo que se tercie. Como en la Iglesia Católica preconciliar y no sé si la actual, con acudir a la mezquita los viernes, asistir a alguna ejecución bárbara, degollar un cordero, aquí paz y allá gloria.
Visitas y no de turista sin fronteras o peregrino del montón de religiones que se dan cita en tan reducido espacio. (una amiga, residente en Tel Aviv, siempre me aconsejaba abandonar Jerusalén. “Hay demasiados dioses”, decía.). Encargado por Aspen Institute para elaborar una propuesta de cooperación entre ciudades. Idea que pienso que sigue siendo oportuna un cuarto de siglo más tarde. O acompañando en visita oficial al president Maragall en tanto que presidente ejecutivo del Instituto Europeo del Mediterráneo.
En todos los casos respondí al amable cuestionario de la policía hebrea en todos los idiomas que se me ocurrían a los que siempre encontraban solución. Un día una policía tangerina, otra un policía de Lleida. Un cuestionario fácil, elemental, que me recordaba en clave humorística los de la Brigada Político Social o los de los escribas del Tribunal de Orden Público. No pienso regalarles mis agudas disquisiciones en una nueva visita. Aquí también tenemos tierra santa incluso para venderles a moros y judíos, dicho sin ningún ánimo peyorativo en lo que se refiere a gentilicios de amplia trayectoria histórica y no menos amplia difusión entre los hablantes locales. Entre otras razones porque ya las poseen
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Puede resultar curiosidad histórica aunque de resultados trágicos como siempre ocurre. Un general español multicondecorado, Weyler, lo hizo en Cuba. El Zanjón, dividir la isla en dos partes, una macro zanja, aislar en una, en la provincias de Oriente a los más malos y salvaguardar intereses de los buenos en La Habana. Con una aplicación de gran éxito futuro, la concentración de las poblaciones en campos. Los efectos cinematográficos se pueden ver en El americano impasible (Ph.Noyce con M Caine y otros, 2002) y la ruta vietnamita bordeada de torretas que los malos hacían saltar cada noche. Nihil novum sub sole. A ello parece que quieren ir. El Gauleiter de turno ha sido menos elegante que el de Varsovia: “matar animales”. La publicidad propia añadió lo de “animales humanos”. El nazi simplemente les aplicó lo de Untermenschen, subhumanos, y por lo del ahorro energético advirtió que la única electricidad sería la de las alambradas en las que tenían asegurado el camino a la eternidad.
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Pertenezco a una generación que en su mayoría aplaudió la creación del Estado de Israel, incluida la referencia comunista, la URSS con el voto añadido de Ucrania por si hay dudas
Más todavía. Entre los estudiantes de los años sesenta tocados de valencianismo, Israel era una meta, un referente. Por varias razones de entre las cuales subrayo algunas. La recuperación de una lengua muerta, reservada por cierto a la religión y sus ceremonias. El recuerdo de la Morta viva, de la Renaixença, la nueva buena de su recuperación se encabalgaba con la creación de todo un estado, pequeño, pero eficiente y heroico.
Además se combatía a los bárbaros árabes, indolentes, asesinos, alguno de los cuales había acompañado con ensañamiento a las tropas del general Franco en su contradictoria Cruzada (el Islam contribuyendo a la Cruzada, habrase visto!!!).
En Israel nacía una nueva forma de organización social, cercana a postulados sociales de carácter comunitario y para algunos socialista. Todo el mundo quiso ser kibutzim y algunos de nuestros dirigentes socialistas o cristianos consiguieron veranos en las aldeas comunitarias de la tierra de Israel. Recuerdo algunos como Josep Borrell, Joaquin Leguina. Eretz Israel. La lectura de Leon Uris y su Exodus constituía una especie de iniciación. Algún cantautor de protesta incluyó en sus coros la referencia a Israel. Ignoro si en la revisión de su discografía lo habrá excluido. Quien esto escribe se limitó a aprender el alfabeto hebreo.
El hecho es que tras la Shoah una nueva tabla mosaica se impone en las bíblicas colinas: un territorio sin pueblo para un pueblo sin territorio. No hay nada que discutir. Un Ser Único nos ha elegido y en consecuencia el territorio abandonado nos pertenece des de Canaan.
Por ello resulta curioso que la única democracia del Mediterráneo oriental según se predica, carezca de Constitución. La Ley es divina, ¿cómo se atreven los seres humanos a sustituir la voluntad divina que nos eligió? Por cierto, como pueblo, no como ciudadanos y ciudadanas.
Para concluir esta anotación. Las gentes del nacionalismo catalán que conocí y conozco no solo en los años sesenta sino hasta hoy mismo no cejan en admirar el modelo israelita: de Pujol al último. Se sitúan en lo del pueblo perseguido, y clandestinamente en voz baja, pueblo elegido también. Por supuesto con profundas herencias sefardíes cantadas frente a la intolerancia católica pero sobre todo castellana. Los pogromos locales como en la València del siglo XIV, fenómenos aislados.
Por supuesto que sin sus atributos más ocultos en la narrativa, por ejemplo el terrorismo del Irgún, las discusiones feroces con la Haganah, las voladuras del Hotel Rey David, las matanzas de Jenín, la Nakba, el gran desastre. Nadie por supuesto quiere recordar las heroicas limpiezas de Sabra y Chatila, que en Gaza hay campos de refugiados desde 1948 como el de Jabalía, humildísimo y destrozado mientras escribo. Con el recuerdo pegado a unos adolescentes que me pidieron un cigarrillo –yo fumaba por entonces--, les dí el paquete y… me pagaron con media docena de caramelos, trato equitativo. Las edificaciones precarias de Jabalí me recordaron Chipiona (Cádiz) en 1956, con la Sebastiana ,la docena de niños desnudos y tiñosos conviviendo con los animales a cambio de no pagar al propietario.
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Todo ello como producto intelectual europeo, centroeuropeo por mas señas. El Judenstaat de Herzl solo puede tener explicación en el microcosmos de la decadencia del Imperio austrohúngaro. Por cierto, alimentado con las atrocidades zaristas, los pogromos de Ucrania, la llegada de los askenazíes pobres y fanáticos a las cultivadas Berlin, Viena. Los sefardíes más prácticos y mediterráneos sobrevivieron con pocas ortodoxias en Salónica hasta la destrucción del Imperio Otomano y la llegada de fanáticos de la iglesia ortodoxa.
Penúltimas consideraciones: la UE y el Mediterráneo
Paisaje, gastronomía, turismo y unas gotas en referencia a la cultura y el monoteísmo. Lo de las colonias lo dejamos para otro siglo. Ahora toca la obediencia servil, atropellándose nuestros líderes en abrazar a un primer ministro que en medio de la actual guerra sus ciudadanos le exigen la dimisión todos los días.
Una deuda eterna al parecer. Nuestros amados y católicos reyes decidieron acabar con una de las minorías, la judía. Otro monarca acabar con la quinta columna morisca, por cierto tan hispánicos como la anterior. Europa, la Europa civilizada alumbró el fascismo. Como alumbró los nacionalismos de los estados o los estados nacionalistas. La quiebra de la Paz de Westfalia y el renacimiento de los pueblos dentro de los viejos Imperios.
El parto europeo del nacionalismo, del fascismo, del comunismo, en una trágica confluencia en el siglo XX. De aquí se alimenta, renace, el mesianismo. Los Hermanos Musulmanes y el retorno, la aliyah a la tierra prometida. Más con los efectos dramáticos, que culpabilizan a los alumbradores, del ejercicio del fascismo. Por cierto, conviene recordar que el fascismo no solo se abatió sobre una comunidad. Pregunten sin ir muy lejos por sus efectos sobre el suelo hispánico, recuerden a los rusos, a los gitanos, y todos los que se opusieron a las dictaduras del siglo XX.
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He tenido el insólito privilegio de visitar de modo solemne el Yad Vashem, me he estremecido al contemplar Los Buddenbrook en el enorme sumidero de la cultura europea,
Mientras recordaba la respuesta de Mann: “Si se va usted, se desconecta de Alemania, ¿Dónde queda la cultura alemana?. ”Wo Ich bin ist Deutsche Kultur“. El mismo día que pude descender a la Roca, dentro de la Mezquita, desde donde se elevó a los cielos el Profeta. Todo después de depositar mis deseos en el Muro y haber comprobado las controversias cristianas en el reducido espacio del Santo Sepulcro. En efecto, demasiados dioses para tan poco espacio.
Sobre todo cuando uno ya venía recargado de las explicaciones teológicas desde su lejana ineducación nacionalcatólica y experiencias acumuladas en los Balcanes.
La consolación, la relectura del barón de Holbach como plato fuerte para los textos más digestivos de Voltaire y sus amigos enciclopédicos.
Por concluir de modo provisional. Al menos la UE debiera estar en la reconstrucción, porque un día u otro habrá que emprender la reconstrucción, evitar que una bala madrugadora evite la cosecha de las aceitunas en Palestina o en Jaén como se acostumbró durante los años negros de la dictadura de Franco.
Parece que el designio final es compatible con la sentencia original del territorio sin pueblo para un pueblo sin territorio: Israel con un único pueblo, el judío. Consigna que ya se prodiga en los medios de comunicación dejando de lado las propuestas de los dos estados.
En fin, el relato se alarga en demasía. El tratamiento algo literario lo ha creído el autor conveniente para evitar comunicar el vómito de lo que él mismo ha visto y nadie le puede contar ni con todos los medios de comunicación que asombran con su pretendida credulidad.
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