Capitalismo rabioso

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En los últimos 10 años los salarios han subido un 3,4% mientras el coste de la vida se ha disparado a niveles alarmantes. En solo 2 años la compra en el supermercado ha subido un 30% mientras que el alquiler es un 50% más caro que hace una década. La conclusión es clara, la mayoría de personas en España se empobrece.

Al mismo tiempo el número de millonarios ha aumentado un 470% en España entre 2010 y 2019, pasando de 172.000 a 979.000. España prevé duplicar el crecimiento de la industria del lujo en los próximos años. Se espera que para 2025 represente el 2% del PIB.

¿Qué está pasando aquí? Pues que alguien se lo está llevando crudo ante la atenta mirada de nuestros gobernantes. El mismo sistema que mantiene a países del sur en la miseria se torna sin pudor contra las sociedades occidentales. La bestia ya sin bozal muerde ahora la mano de su amo. Una permisividad absoluta en rebajas fiscales, desregulación, reformas laborales, etc. ha permitido que cada vez más la riqueza se concentre en menos personas. Estas personas son a su vez más poderosas lo que les permite influir con más fuerza en la política nacional e internacional.

La riqueza no es infinita por lo que para que unos sean ultra ricos otros tienen que vivir en la pobreza. Así de simple. La cultura del mérito y la justicia aplica en casos residuales. Solo se puede crecer de forma exponencial aplastando, antes a los países vecinos, ahora a los propios conciudadanos. Este sistema no entiende de nacionalidades, patriotismos o lealtades. Acabemos con el mito del trabajador que llega a millonario. La riqueza se genera por las rentas de capital, es decir, se gana dinero por tener dinero. En muchos de estos casos esta riqueza además viene por herencia.

Es conveniente no esperar a situaciones dramáticas para reconducir la situación ya que aún se está a tiempo. Sería interesante empezar por aclarar conceptos básicos como que la vivienda o la alimentación NO SON unas commodities más con las que especular y enriquecerse, sino que son derechos fundamentales. Entender la riqueza desmedida como un fallo del sistema que hay que corregir, no como un orgullo nacional. Profundizar en una reforma fiscal que evite el escaqueo, elevando los tipos aplicados sobre las rentas de capital hasta equipararse al tratamiento fiscal del trabajo.

Todas estas medidas van a favor de la mayoría y no al revés. El ruido que se provoca desde ciertos sectores trata de distorsionar esta realidad en un ejercicio de negacionismo. Al igual que ocurre con el cambio climático no hay que esperar a que sea demasiado tarde.

Propuestas hay muchas, hasta 100 incluye Oxfam Intermón en su informe “El país justo que queremos. Retos de la nueva legislatura.” Lo que está claro es la tendencia general de no hacer nada, riqueza más polarizada, mayor número de personas incapaces de pagar un alquiler, de llenar la cesta de la compra o de llegar a fin de mes.