Últimamente hemos tenido la ‘suerte’ de leer dos noticias que evidencian totalmente cuáles son las verdaderas intenciones de la extrema derecha española. Por un lado, el partido Vox acusaba en las Corts Valencianes de “promocionar el sexo anal” por una campaña que el Instituto Valenciano de la Juventud había iniciado en aras a la promoción de relaciones afectivosexuales saludables y llamando a utilizar métodos de prevención en las prácticas sexuales, incluyendo en ellas el sexo anal. Esto puso en alerta a la portavoz de Vox, Ana Vega, que afirmó ofendida que estaban promocionando “la corrupción ideológica de menores”. El presidente de la Generalitat Ximo Puig no se alteró ni entró al trapo, respondiendo que “nosotros creemos en los jóvenes” y recordando que “el sexo anal no es obligatorio”.
Habría que recordar a Ana Vega que para la psicología este tipo de quejas ante la sexualidad no demuestran más que la sublimación de los deseos reprimidos, y que, si hay acuerdo voluntario, el sexo anal ha sido una práctica sexual placentera que se retrotrae al principio de la humanidad, y numerosas pinturas o libros lo plasman. Uno puede comprender que se sientan ofendidos en sus valores y ello es precisamente porque la génesis de su indignación nace, hoy por hoy, de la impotencia. Las personas, racionales, laicas y científicas raramente se ofenden. Más todavía: se enseñan a sí mismas a desconfiar de ese sentimiento o convencimiento intuitivo de que soy yo quien tiene razón: de hecho, cuanto más poderoso sea más debo reconsiderarlo y recelar de él pues mayor será el peligro de que pueda engañarme a mí mismo. Joan Fuster en su punto dos del capítulo sobre “Escepticismo” del libro Diccionari per a ociosos decía: “Aspecte moral: L’escepticisme és l’únic correctiu viable de la fanatització i de la badoqueria. L’únic: no hi ha d’altre. De més a més, l’escèptic s’inclina a practicar el sarcasme, que, com tothom sap, és una forma higiènica i eficient de la caritat”.
Los pensamientos que no están respaldados por la razón y el juicio crítico no son poderosos sino débiles –a sus defensores se les cae la presunta fortaleza de su posición- y son muy susceptibles de sentirse ofendidos e impotentes y convertirse en fanáticos apologetas. Así se mira al espejo la ultraderecha: sexualmente ofendida. Sin embargo, nadie puede dudar que cuando tienen el gobierno nacional se aplicarían, ya sin impotencia, a suprimir censurando lo que considerasen que incumplía sus principios morales. Es característico de la lógica paranoide de la mentalidad censora pensar que la virtud, como tal, tiende a ser inocente, y por lo tanto a no ser que se la proteja, es muy vulnerable a las artimañas del vicio. Vox, no lo olvidemos, considera vicio y perversión la homosexualidad.
Es hoy muy importante estar atentos a los intentos de censura. En la década de los 80 teníamos el convencimiento de que cuantas menos restricciones se aplicaran a la libertad de expresión mejor. Se asumía que el precio de la libertad conllevaba la tolerancia de expresiones desafortunadas. Hoy ya no es posible formular tal suposición. Tanto la crítica política –aunque sea de mal gusto- como ciertos vetos en algunas redes sociales, como los planteamientos políticos y morales de la creciente extrema derecha en Europa, han puesto en cuestión la tesis progresista de que en conflictos entre el escritor y la ley la razón siempre ha de estar de parte del escritor. Vox se presenta a sí mismo como baluarte entre la sociedad y las fuerzas de la corrupción moral. Aunque dicen defender el liberalismo olvidan el principio pragmático de Locke según el cual si no nos inmiscuimos en las vidas privadas de otros será menos probable que ellos se inmiscuyan en la nuestra. “Ellos” creen que actúan por el bien de la comunidad, y que imaginan su indignación y la defienden. El verdadero liberal de pensamiento –no el económico- actúa bajo la máxima de “Vive y deja vivir”.
Al mismo tiempo la portavoz de Vox se refería también al secuestro de libros que la entidad ultracatólica (o propiamente fascista) ‘Abogados Cristianos’ pedía al Juzgado número 1 de Castellón por la campaña municipal que el Ayuntamiento de Castellón había emprendido proporcionando libros de temática LGTBI a los institutos de la ciudad. Es un orgullo para “El Libro” que en el siglo XXI siga siendo peligroso y perseguido. Se suele creer que la censura de libros ha sido propia de la Inquisición y de los estados absolutistas y totalitarios. Sin embargo, los gobernantes civiles de la Edad Moderna también consideraban el libro un vehículo de la herejía y la sedición y aplicaban sistemas de censura aplastantes. A veces incluso tenían un toque de paranoia inconfundible. He aquí, por ejemplo, a sir Nicholas Bacon, lord guardián del Gran Sello de Inglaterra en 1567: “Estos libros hacen que los pensamientos de los hombres discrepen unos de otros, y la diversidad de pensamientos causa sediciones, las sediciones producen tumultos, los tumultos causan insurrecciones y rebeliones y producen la destrucción completa de los cuerpos, los bienes y las tierras de los hombres”. Una genuina libertad de expresión y de información implica que la gente pueda emitir opiniones que sean molestas para otros ciudadanos o para la opinión pública dominante.
Nadie pues puede dudar de que Vox si llegara al gobierno instalaría la censura, entre otras medidas represivas de extrema derecha. Son hijos ideológicos del franquismo y han heredado su sexofobia y anticatalanismo. Recordemos que en abril de 1979 durante la Batalla de València los blaveros quemaron libros en valenciano considerados “catalanistas” en la Plaza de Manises frente a la Diputación Provincial de Valencia. Vox, es un partido político de doble y peligroso filo: por una parte cumplen con los valores fascistas como su ultranacionalismo centralista, su nativismo, su autoritarismo, la derogación de la Ley de Memoria Histórica, su defensa de los valores tradicionales como la caza y la tauromaquia, su antideología de género o su islamofóbia; pero, al contrario del fascismo ellos defienden en lo económico medidas de signo neoliberal. Es la fórmula perfecta para la alienación, la explotación y la vigilancia delatora entre ciudadanos. Esto prefigura un Estado que no implicaría necesariamente la teoría y praxis democrática: es decir, su concepción, frente al ideal de autonomía racional y redistribución de la renta con impuestos directos progresivos a las grandes fortunas, pretende, de hecho, bajar drásticamente los impuestos a las rentas altas, y privar al ciudadano individual de muchas libertades que pudiese tener en otro tipo de sociedad. Y, como han demostrado ya en las Corts Valencianes, la instauración de la censura por ‘sus’ motivos morales superficiales y científicamente falsos, es decir, su moralina grasienta. ¿Qué es si no el ‘pin parental’? A muchos les parecerá imposible que a día hoy pudiera cercenarse la libertad de expresión, pero ésta se puede recortar, gradual y lentamente, mediante leyes y reglamentos, hasta conseguir esa ‘democracia autoritaria’. Es necesario pues transmitir a los preadolescentes la historia y las implicaciones de la censura, y que pongan las antenas precavidas ante discursos populistas y demagógicos como el de Vox.
Recordemos que Fraga Iribarne durante el franquismo, hizo una ley de prensa y libertad de información, en 1966, que no eximía de numerosas prohibiciones, de la posibilidad de secuestro de publicaciones, y de la obligación de depositar ejemplares en las respectivas sedes del ministerio que serían revisados por funcionarios del régimen antes de su publicación y difusión. Bajo la censura florece inevitablemente la autocensura, como demostró dicha ley del fundador del PP, y la represión autoimpuesta, que en la mayoría de los casos daña la creatividad –y hasta la salud mental- de los escritores: se sienten humillados por un invasor patógeno de su psiquismo al que se rechaza visceralmente pero nunca se expulsa por completo. La ilusión de la censura sería en el fondo que un día los escritores se censurarán a sí mismos y no hicieran falta censores.
Vox, mediante las redes sociales y la permanente manipulación o invención de noticias y bulos trata de insertar y perpetuar en la sociedad ideas que mediante su constante repetición generen una forma concreta y marginadora de entender el mundo, y pensarse a sí mismo, para conseguir la esfera de poder y control que propicia su discurso. Su manifiesta homofobia desdice a todas las ciencias que demuestran que la homosexualidad no es ni trastorno ni enfermedad, y con su antifeminismo niega la violencia de género. Niega, también contra todas las investigaciones científicas la diferencia entre género y sexo. La paradoja es que son ellos los que vocean que hay un proyecto de ingeniería social donde solo se trata de crear una sociedad del respeto y la libertad de todos. El patriarcado sí que es un artificioso modelo de ingeniería social.
Afortunadamente, y a pesar de las medidas cautelarísimas que la magistrada sustituta Carola Soria adoptó de paralizar el reparto de libros el pasado 25 de octubre, el magistrado titular del Juzgado Contencioso Administrativo número 1 resolvió la retirada de las medidas cautelarísimas que había dictado la magistrada –que se retrató junto a ‘Abogados Cristianos’ y a Vox como muy mojigata e ignorante-. “Alerta con el secuestro de libros” dijo el juez en su resolución. Hay que recordar que la Ley 8/2017 de abril de la Generalitat en su artículo 23 define las “Acciones en materia de diversidad sexual, familiar y de género” y dice: “Se velará porque el sistema educativo sea un espacio seguro, respetuoso, libre de toda presión, agresión o discriminación por motivos de orientación sexual, identidad de género, expresión de género, desarrollo sexual o grupo familiar de todas las personas que conforman la comunidad educativa y aplicará políticas efectivas que garanticen la igualdad en la diversidad”. Además, “incluirá en los currículums reglados y en la ordenación académica, contenidos referentes a la diversidad de orientaciones sexuales, de identidades y expresiones de género, familiar y de desarrollo sexual, y los incluirá de forma transversal en todas las asignaturas, áreas y módulos del currículum, para garantizar un mejor conocimiento de esta realidad diversa”. Paradojicamente, son los denunciantes de esta entrega de materiales pedagógicos aportados por el Ayuntamiento de Castellón quienes atentaban contra los derechos humanos y educativos del alumnado valenciano.