¿Dará la moción del Valencia CF al traste con el Pacto del Canapé?

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La puesta en escena en la rueda de prensa de Badenas junto al resto de concejales de Vox en el Ayuntamiento de Valencia tras la remisión de la “licencia de las 30 monedas de Juan Giner”, como el propio teniente de alcalde apodó a la licencia urbanística al Valencia CF, recordaba las rivalidades personales mostradas antaño entre el que fuera rector de la VIU con la actual alcaldesa y socia de Gobierno María José Catalá, con la diferencia de que, en esta ocasión, se trataba de los dos grupos municipales que gobiernan la tercera ciudad de España. El tono altivo, con el respaldo incondicional del resto de concejales de Vox en el consistorio, del teniente de alcalde Juanma Badenas, hacía presagiar un inevitable choque de trenes entre los socios de gobierno, choque que se vio materializado en la comisión de urbanismo el mismo miércoles.

Y es que, cuando en la comisión de urbanismo el presidente y concejal del área llegó al punto de mociones urgentes, pareció sorprendido de que su socio de gobierno y portavoz de Vox hubiera presentado una moción que dio y dará mucho que hablar. Se procedió a parar temporalmente la comisión para el estudio del contenido de la misma, llamando al despacho inicialmente al portavoz del PSOE para su discusión y posteriormente al de Compromís, mientras Badenas esperaba junto a su pareja y concejal del Ayuntamiento de Valencia en la sala contigua. Que algo pasaba era más que obvio. Los nervios manifestados en esa espera por la concejal de Vox investigada por un posible delito de odio en sus tuits de tinte racista y las continuas llamadas a la calma del teniente de alcalde, hacían presagiar que algo, además de un acuerdo, podría estarse cociendo entre aquellas paredes. 

Como suele pasar en política, la respuesta la dieron los medios de comunicación en las noticias de la mañana siguiente. En un registro informático en dicha moción de urgencia, con la que Vox pretendía derogar el Plan de la ATE del Valencia CF con la eliminación de las plusvalías urbanísticas, la modificación puntual del PGOU en los ámbitos de la ATE, la realización de una auditoria externa, la resolución de los convenios suscritos con anterioridad y la suspensión del planeamiento vigente, constaba como autor del texto el abogado del antiguo presidente de la Geralitat Valenciana Pablo Delgado junto al asesor del grupo municipal Jorge Mestre. 

Tengo que reconocer que nada más vi el registro con el nombre de Pablo Delgado, vinieron a mi memoria aquellos rumores del verano del veintidós que lo situaban al frente de la candidatura de Vox al Ayuntamiento de Valencia. El que fuera jefe del despacho de abogados donde prestaba servicios como letrado la hija de Ignacio Gil Lázaro y en el que actualmente ejerce como abogado de dicho bufete el expresidente de la Generalitat e íntimo amigo del líder territorial de Vox,  Francisco Camps, declinó al parecer la oferta a encabezar dicha lista. Teniendo en cuenta los intereses de Pablo Delgado en el Valencia Club de Futbol, no sólo como abogado de Marea Valencianista liderada por Miguel Zorío, sino como letrado también de Antonio Aynat, quien firmó una carta de intenciones para proveer a través de Toro Finance la financiación de 250 millones de euros para una oferta de Zorío a Peter Lim, hace que ante el evidente conflicto de intereses el cese del actual portavoz de Vox en el grupo municipal sea cuestión de horas. 

Pero esta situación, nunca podría zanjarse simplemente con el cese de Juanma Badenas, ya que el respaldo prestado por la totalidad de los concejales de Vox en la rueda de prensa y en sus declaraciones posteriores, así como la sobra de la presunta comisión de un posible ilícito penal en el seno del gobierno del Ayuntamiento de Valencia, debería forzar a la actual alcaldesa a la ruptura del pacto de gobierno del “Canapé”. Es ya más que insostenible la falta de fiabilidad de un grupo municipal que ha forzado situaciones nunca vistas en el Ayuntamiento de Valencia y al que le antecede la reciente traición de su partido al pacto de Gobierno de la Generalitat Valenciana, por decisiones tomadas “fuera de la Comunidad Valenciana y sin pensar en la misma” citando palabras textuales del president de la Generalitat, Carlos Mazón.

En clave interna y si Santiago Abascal quiere minimizar el impacto de este escándalo en unas filas en plena descomposición ante una crisis interna nunca conocida en el partido verde hasta la fecha, debería empezar por analizar qué le llevó a poner al frente de la dirección de Vox en Valencia a Ignacio Gil Lázaro. Porque este diputado histórico de Alianza Popular y el PP, acomodado en las filas de Vox tras no salir elegido en la lista al Congreso confeccionada por los populares, ha demostrado una absoluta incapacidad para elegir a los candidatos así como para imprimir un aire nuevo al partido “en la terreta” sobradamente enranciado por su antecesor y actual sindic de Vox en las Cortes Valencianas José María Llanos.  Quiero recordar que al condenado por maltrato y vetado para la vicepresidencia de la Generalitat por Génova Carlos Flores lo eligió Gil Lázaro personalmente, al igual que hiciera con Juanma Badenas, que ha protagonizado el mayor escándalo hasta la fecha con el abogado Pablo Delgado, propietario del despacho donde la hija de Gil Lázaro prestaba sus servicios, incluyendo la defensa legal de Francisco Camps, íntimo amigo de su padre y también abogado en el mismo bufete.  Y todo esto se ha sabido por la torpeza de un asesor, Jorge Mestre, que no eliminó el registro de la autoría externa de la moción en cuestión. Pero lo más curioso de todo esto es que todas las personas mencionadas anteriormente que ostentan cargos de Vox, los han ostentado también en el Partido Popular. Igual es casualidad, al igual que lo pudiera ser aquella comida por las mismas fechas de la propuesta a Delgado de encabezar la lista al Ayuntamiento de Valencia, en el Club Social Mareny Blau,  donde asistieron no solamente el abogado, sino la mano que dicen que mueve todo en Vox, Julio Ariza, junto a otros altos cargos del Partido Popular. Así que si alguno cree, como yo, más en la causalidad que en la casualidad; parece evidente que, como dicen los modernos, “se vienen cositas” y no a mucho tardar.