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Opinión - Feijóo entierra a Mazón. Por Esther Palomera

Defendella y no enmendalla

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Tiempo habrá de investigar causas y responsabilidades, dicen. Y dicen con razón: 42 años después, aún quedan causas abiertas de la pantanada de Tous. Pero, en mi opinión, lo fundamental ya está bastante claro. Nos encontramos ante un nuevo fiasco de la política, descomunal y quizá decisivo. Y odio tener que decirlo, por las alas que este tipo de afirmaciones proporcionan al fascismo. Voy a ser sintético y, en consecuencia, poco matizado, aviso. También advierto que no subestimo, ni de lejos, la gravedad y complejidad del suceso climático. He vivido ya muchos; ninguno como este.

Defiendo ante todo que el primer y principal responsable de los daños a personas es, no soy original, Carlos Mazón, por ignorar las clarísimas y tempranas alertas de la AEMET. Y, una vez comprobado el lío en el que se había metido, por defendella y no enmendalla, como dijo el valenciano Guillem de Castro que hacen los poderosos. O los que se creen tales. No voy a extenderme en la relación de los errores en cadena, entre otras cosas porque a estas horas aún no ha acabado la serie. Sólo mencionaré, por crucial, el empecinamiento del President en no decretar el nivel máximo de emergencia. O sus admoniciones, digámoslo suavemente, a toda una juventud movilizada para ayudar a sus vecinos. Para acabar de completar esta ligera mirada a la derecha, la visita de Feijóo a Valencia no dejó más que un comportamiento casi peor que el de Mazón, debido a las consecuencias futuras que puede traer. La desconfianza que lanzó hacia la AEMET es una bomba de relojería y confirma que el PP, cuando se habla del clima y de la ciencia, no se ha movido de los tiempos de Rajoy y su primo el físico.

Miremos también hacia el otro lado. Cierto que Sánchez se ha comportado como un demócrata exquisito, con respeto absoluto hacia las competencias autonómicas. Pero, lamentablemente, ha confirmado el sambenito de ser frío y calculador: nadie que no lo fuera en grado sumo hubiera podido resistir ni unas pocas horas la situación extrema que estaban viviendo – y muriendo – decenas de miles de sus compatriotas cuando él tenía el alivio al alcance de la mano. Además, hasta su visión política supuestamente despiadada parece haberse nublado. En otro caso, hubiera comprendido que su mejor opción era decretar el estado de emergencia y enviar al Ejército esa misma noche del martes. A medio y largo plazo, los ciudadanos se lo hubieran reconocido. Quiero pensar que está muy quemado por las complicaciones judiciales y políticas que le supuso hacerlo en la pandemia y lo poco que los españoles le hemos agradecido su arrojo, que tantas vidas salvó. No todos lo hemos olvidado, por cierto. Los catalanes han hecho presidente a su exministro de Sanidad.

Dice Adolf Beltrán que tomar el mando desde Madrid hubiera perjudicado al Estado de las Autonomías y además no hubiera comportado mayor eficiencia. Comparto lo primero, no lo segundo. Aún con la resistencia de Mazón, los alcaldes de cualquier partido hubieran estado encantados de guiar a los militares, dijera lo que dijera la cúpula, porque ellos sí que estaban junto a sus vecinos con el barro hasta el cuello. Y respecto a la primera objeción, muy seria y pertinente, creo no obstante que todavía va a hacer más daño a la autonomía la sensación de total inutilidad que la Generalitat ha repartido a diestro y siniestro en lugar de distribuir pan y agua. 

En suma, creo que nadie hubiera podido mantener ante el pueblo valenciano que Sánchez se había comportado como un dictador antiautonomista. La derecha y los ultras, por la reafirmación que interpretarían del Estado Central y del Ejército. La izquierda, no digo los aparatos sino la buena gente de la calle, porque siempre ha hecho gala de poner el corazón por delante. Me temo que Sánchez puede haber cometido su último error de apreciación. Mazón y su corte taurina ya se han ahogado en la DANA, mientras Feijóo espera el descabello. Qué decir de la izquierda del PSOE, demasiado ocupada con el caso Errejón como para hacerse presente. Sólo la movilización juvenil me da cierta esperanza ante un futuro tormentoso, y no solo hablo del cambio climático, que también. 

Confieso que yo tampoco he conseguido mantener el tipo estos días. Después de haber dirigido en la antigua Canal 9 operativos como el que ahora ha hecho À Punt con tanta dignidad, ahora solo he podido llorar delante de la pantalla, mientras mi hijo y sus amig@s recogen barro en los barrios más desfavorecidos de Torrent.