“Però ¿com, per a qui? No com un joc
d’imbecil habitud, no com un arma
d’ambigua pau, sinò com un
crit decidit enmig de la tenebra“.
Miquel Dolç. Palma de Mallorca, 1973. Imago Mundi
La Marina Alta es tierra agreste de costas escarpadas defendidas por torres vigía frente la amenaza de berberiscos, piratas y corsarios. La del Gerro, la de la Almadrava, la del Cap Prim, la de Ambolo o la del Descobridor. Asimismo los faros eran modernos eslabones luminosos, de una cadena comunicativa mediante el lenguaje de fuegos y humos. Las casamatas , refugios, nidos de ametralladora, Iglesias-fortaleza, molinos de viento que jalonaban la Plana y las alturas, fortines para artillería antiaérea y base de submarinos con su polvorín. La historia sitúa a Dènia, capital emblemática con castillo castigado del marquesado que conectó en su día Carcaixent con Gandía por ferrocarril y desde allí a València y a Madrid por Xàtiva. La genial laboriosidad del Marqués de Campo, – olvidado primer edil transformador de València– reconocida en su principal avenida que desemboca en el mar. ¡ Qué vergüenza tienes València-cap i Casal con tus abandonos! Dénia se mantuvo fiel al Archiduque Carlos frente a los borbones, del mismo modo que resistió a los ‘napoleones’ que la pretendieron humillar.
Dénia, crisol de voluntades
Dénia ahora –¿Alicante, València, País Valenciano?-- es el reducto humano en la empresa generadora de riqueza y empleo con su Festival de las Humanidades. Base de la naviera Balearia y con el respaldo del Ayuntamiento dianense, se decanta por el humanismo en el régimen económico- empresarial. Cuando la confusión acecha son los orígenes los que llevan a recuperar el rumbo extraviado. En tiempos los navíos naufragaban en el Cap de Sant Antoni, los cuerpos de los marinos reposaban en los cementerios domésticos para creyentes y en el anglófilo destinado a infieles. Dénia siempre fue tierra de misión y colonias protestantes. Una ciudad cosmopolita. La ventana abierta, como hacía Gregorio Mayans y Siscar desde su natal Oliva, al viento fresco de Europa. Desde Lluís Vives, exiliado a Brujas, al canonge Josep Espasa y al ‘almogaver’ Josep Antoni Devesa - humanidad ante todo– hay un hilo conductor de conocimiento, fidelidad y tolerancia. El escritor y periodista Manuel Vicent, de vocación marinera, con base en Dénia –’Son de Mar’-- puede cerrar momentáneamente el paréntesis.
Aire fresco
Como un golpe de aire fresco recibí la conexión con la fundación de la ciudad de Denia que organiza cada otoño el Festival de las Humanidades. Invitado al “Laboratorio de ideas” previo a los tres días grandes de final de octubre. participé en la propuesta sugestiva para que seis profesionales enunciamos nuestras reflexiones sobre la visión de la empresa. Preámbulo que dio pie a que cincuenta expertos debatieran sobre la unidad de producción empresarial con su proyecto singular. Aquella que dotada de liderazgo e impulsada por la vocación creadora se lanza a cumplir la misión que la inspira para afrontar sus retos. A veces triunfa, también fracasa o finalmente, como obra humana, así se extingue. Lo importante es cumplir y llegar al objetivo de la experiencia con un cuaderno de bitácora con más aciertos que singladuras en falso. Me inspiró el libro – “El arte de ser humanos”– aún caliente de la imprenta escrito por el ensayista holandés beligerante con la ola totalitaria y el nazismo, Rob Riemen, fundador y presidente del foro independiente de intelectuales con proyección internacional: Nexus Institute.
Nueva trinidad
Aún persisten y renacen los encuentros fortuitos entre gentes del pensamiento, reunidos por promotores mecenas con el fin de reflexionar e intentar salidas para una situación especialmente confusa. El diario ‘Haaretz’ en Israel, el New Yorker y Algonquin Hotel de Time Square, el Formentor o el ‘Combat‘ de Albert Camus. Vivimos en un mundo donde predomina una nueva Santísima Trinidad: Ciencia, Tecnología y Capital. Sin espacio para el hombre y la cultura. La podríamos adobar con la amenaza cierta de las ideologías ultraderechistas que pretenden enmascararse en el neoliberalismo a ultranza que ha degenerado en la negación de lo humano como quicio en torno al cual ha de desarrollarse cualquier proyecto destinado al progreso, al bienestar y la felicidad de los pueblos. Los populismos y los nacionalismos excluyentes han creado un perverso sistema aplicable al gobierno de los Estados. Si se añade un clima de inseguridad y de angustia por la inestabilidad, los humanos cuando se sienten indefensos tienden a abandonarse en cualquier oferta paternalista. ¿Qué es el País Valenciano sin el contexto del conjunto estatal español, el Estado Miembro entre los 27 que conforman hoy la Unión Europea? Desde la fundación en 1957 del Mercado Común Europeo, por lo alto de la colina capitolina, en el Campidoglio de Roma, los paìses impulsores –Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo– (ni España ni Gran Bretaña) , tuvieron como guía el hombre y las consecuencias brutales de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) con el firme propósito de que nunca pudieran repetirse. Acordaron en la cuerda floja el Tratado de Roma, embrión de la Europa comunitaria. El empresario, político y humanista Jean Monnet es considerado el padre de Europa al lado de Robert Schuman, Alcide de Gasperi y Konrad Adenauer. El hombre por delante. Los seis países que lo crearon constituyeron el eje de una acción para la humanidad que dio lugar a la Unión Europea con 27 miembros, uno huido ( U.K. Brexit) y varios aspirantes convencidos de que frente a la política global de bloques la única salida con perspectivas es pertenecer a un Club poderoso de naciones, influyente y con pedigree. El hombre principio de todas las cosas. Las personas por encima de ideologías e intereses. Primero ser y después tener.
El hombre en el centro
La apasionante aventura de poner a la humanidad por delante de toda acción no es para cobardes ni para mediocres. Se equivocaría quien ante la convocatoria de personalidades relevantes del pensamiento, como la que se persigue en el Festival de las Humanidades para finales de octubre en Dénia, pensara en términos de beligerancia económica, ideológica, territorial o social. Dénia ha sido ya centro de iniciativas en el País Valenciano. Ha marcado las pautas en momentos clave de la historia. Su apuesta política o partidaria a menudo no ha sido casi vencedora ni triunfante. Señal inequívoca de firmeza y desinterés. Misión cumplida si al menos surgiera desde este polo de acuerdo y de reflexión el principio para regenerar también el País Valenciano, pero siempre mirando más allá. Empresarios valencianos coordinados y unidos. En convencida tendencia al cosmopolitismo que nos conecta con el resto del mundo de las ideas y del pensamiento. Hacia la recuperación del testimonio de cohesión y concordia que necesita la sociedad actual, desde Madrid a Barcelona o desde Bruselas hasta Jerusalén. Si desde Dénia se logra lanzar un dardo certero de acierto en la interconexión de personas y mentalidades, se habrá avanzado un paso de gigante para posteriores acciones y ediciones a partir del Festival de las Humanidades. Una experiencia inédita que, en su segunda edición, pretende marcar su afán para una época.