El discurso del general
“D’aleshores ençá, des d’aquell semel,
tant i tant t’has mesclat rent amb terra,
que es torna el camí casa i el fangar drecera,
que el riu remunta ullal,
que els fems exulten i que el cor dels pobles
replanta tretze roses i obri nom a les tombes clausurades“
Antoni Ferrer. l'Alcúdia de Crespins (la Costera) ‘Cant Temporal’(2000)
¿Qué han hecho mal los valencianos? El País Valenciano es la única autonomía que ha recibido a un militar para ocupar una vicepresidencia en su Gobierno sin ser bendecido por las urnas. La ascensión del teniente general Francisco J. Gan Pàmpols para el cargo de vicepresidente segundo y conseller para la Recuperación económica y social de la Comunidad Valenciana (¿-?), además de retórica y grandilocuente, es uno de los hechos más insólitos y sorprendentes que han ocurrido a los valencianos a consecuencia de las riadas del 29 de octubre en València. Aparte de golpes de Estado y asonadas cuartelarias, desde el general liberal Joan Prim i Prats, conde de Reus visitante asiduo de València y expresidente del Gobierno –catalán como él y asesinado a arcabuzazos en la calle madrileña del Turco en 1870– no había ocurrido un protagonismo militar en lo político con tanto mando en plaza.
Sin oposición
Mueve a perplejidad la escasa y endeble reacción por parte de los estamentos políticos de la oposición. Compromís, filial del estatal Sumar, incluido. ¿La presencia de un general en el Consell del País Valencià ayuda a resolver los problemas? ¿Están todos de acuerdo? ¿No será que ante la incapacidad del Govern de Carlos Mazón, de cabeza a pies, pareció conveniente imponerle un tutor para vigilar ausencias y bandazos? ¿Fue una imposición de Génova ,13, sede del Partido Popular de España, en la persona de su líder Núñez Feijóo o una condición –sine qua non– para evitar a la desesperada futuros descarrilamientos? Ahora sabemos por su jefe que Mazón quedó noqueado tras las riadas. Un presidente fuera de juego y control. No cabe mayor peligro en una catástrofe. ¿La rápida selección del personaje, experto en métodos castrenses, se debió únicamente a la Ejecutiva del PP o fue en colaboración con ‘los que mandan’ en España: Bancos, Energéticas, Multinacionales, Mercadona, El Corte Inglés, y otras empresas del Ibex?
El dinero de todos
Fuentes fidedignas dicen que en la primera reunión con los colaboradores asignados, el general Gan Pàmpols, -la valenciana Fundación Étnor se ha apresurado a propagar el historial profesional de su integrante– lanzó una serie de órdenes e instrucciones del plan a actuación a seguir (cuya redacción se ha de conocer en febrero) en acciones inmediatas. Un funcionario asistente pidió la palabra y le preguntó al general en la cita de urgencia , si conocía los procedimientos de la Administración, los tiempos y la ley de Contratos del Estado. No hubo respuesta. En las manifestaciones y entrevistas del nuevo vicepresidente de Carlos Mazón se advierte mesura, cautela, precisión, austeridad verbal y conciencia de la cuerda floja en la que se va a mover, como mínimo durante próximo año y medio. Es el plazo que se ha dado para que la normalidad se constate en la amplia zona siniestrada.
El caso Escandell
Conocí a Salvador Escandell Cortés,--Coronel, abogado y político– a través de Vicent Ventura Beltrán –cuyo centenario ha pasado sin pena ni gloria– en 1970, cuando era Comandante en el cuartel de Ingenieros donde cumplía mi servicio militar. Era amable y condescendiente con la tropa y estimaba a Ventura,-- político consecuente, periodista díscolo, perseguido e inquebrantable de la condición valenciana– que participó en el vilipendiado ‘Contubernio de Múnich’ (junio 1962). Escandell, nacido en València, era una rara avis militar, involucrado en los juicios sumarísimos franquistas de la posguerra, con vocación política. Fue Gobernador Civil en Las Palmas de Gran Canaria (1973) , presidente de la Diputación de València y Procurador en Cortes hasta la defunción del dictador. Fue codefensor del general Milans del Bosch por su participación en el golpe de Estado del 23F. Me extiendo para confirmar que es posible ejercer de militar, abogado en activo, dialogante y eficiente en sus cometidos. Al margen de los múltiples vericuetos que trazó la sublevación militar de julio del 36, aún quedan los prejuicios en torno a la verdad parcialmente contada. El claroscuro que sigue pesando sobre el País Valenciano como proyecto truncado. La nebulosa que mantiene marcados a sus ciudadanos. El general Gan Pàmpols, para culminar en éxito su misión, habría de adentrarse en el proceloso mundo de intersecciones, injusticias e ignorancias, a menudo perversas, que han capitidisminuido a este pueblo con el objetivo de impedirle su desarrollo histórico, natural, cultural, económico y social. Así entendería Gan Pàmpols mejor el territorio que le ha sido encomendado. Quizá interpretara con conocimiento de causa el camino a recorrer o desistiría en el empeño, si ha de supeditarse a las imposiciones políticas de sus correligionarios que le exige el cargo asumido. Con la intención de timbrar su figura con marchamo partidista. A modo de sándwich para operar entre la turbia incompetencia del presidente Mazón y la devota congregación que le acompaña.
Relanzar el país
En la premura del trance le han adjudicado la árdua tarea de alcanzar la recuperación económica y social de todo el País Valenciano. Ahí han acertado, quizás sin ser conscientes de la antigüedad en los males que arrastra desde el Reino de València. Vienen de lejos. Por acotar fechas: desde las secuelas de la dictadura franquista que encorsetó a los valencianos en el tratamiento propio de tierra conquistada y abandonada a su suerte. Con el aliciente exportador de bandera: naranjas primero, el potencial hortofrutícola después y más tarde los férreos Altos Hornos de Vizcaya en Sagunt, el desembarco USA de IBM y Ford en Pobla de Vallbona y Almussafes. Los certámenes comerciales encuadrados en la Feria Muestrario Internacional de València y sus ferias monográficas, auguraban un horizonte industrial y mercantil concordante con la idiosincrasia exterior del país. Todo se ha venido abajo por la avaricia, la corrupción y la ineficiencia de PP, PSOE y Compromís. Culmina el trampantojo con el esplendor inagotable del turismo de sol y playa. Un espejismo sin analizar sus costes ni su necesidad de control y regulación. Para que se priorice la calidad y el poder adquisitivo de los visitantes sobre la cantidad que se aproxima peligrosamente a la saturación. Del mismo modo que ocurre en otras zonas del suelo español, peninsular e insular, al borde del colapso. Es posible que su experiencia y avanzadilla sirvan, al menos, para advertir a quienes dicen planificar el turismo valenciano. Por una actividad turística que permeabilice y llegue a la totalidad del territorio con la oferta cultural y de ocio, competitiva y de calidad. La que promociona y potencia mano de obra cualificada y permanente. La que no se paraliza presa de los objetivos de la especulación y el pelotazo a corto plazo. Mucho menos la que cae en manos de la colonización exterior que nos invade. Escrito quede sin ninguna fe.
La DANA, detonante
Se puede pensar como se quiera, pero es muy posible que las riadas, porque fueron varias, van a tener un efecto benéfico:: arrastrar con su furia la indolencia burguesa instalada en el País Valenciano. La secuencia en el tiempo es de tres fechas fatídicas aunque providenciales: octubre de 1957–riada en la ciudad de València–, octubre de 1982 –pantanada de Tous hacia la Ribera del Xùquer– y octubre de 2024 –inundación de la conurbación sur de València/Horta Sud–. La cadencia es de cuarenta años y las tres efemérides sumadas ponen en evidencia las carencias y el abandono que viene arrastrando el País Valenciano desde muy atrás. Más concretamente, en estas casi siete décadas. Cuando ha quedado el País Valenciano desnudo ante una España que bosteza entre cañitas de cerveza y la mirada estrábica del madrileñismo imperante. El desastre de octubre de 2024 ha puesto sobre el tapete de la estrategia económica y social que, cuando una parte del territorio hispano se inunda y queda arrasado, las derivaciones llegan a todos los rincones de la piel de toro. Se hunde el PIB del País Valenciano desde Vinaroz a Guardamar y de Utiel -Requena, pasando por Chiva, Cheste, Ribarroja o Montserrat y se resentirá el bienestar de Madrid, Barcelona, el País Vasco y demás partes del Estado. Catalunya y Ses Illes Balears nos acompañan desde la “germanor” en el sufrimiento y el abandono.
Todos para uno
Vemos al gobierno de Pedro Sánchez, nombrar a su alto comisario –más civil– para la Dana, José María Ángel, junto con el omnipresente, Arcadi España (natural de Carcaixent), secretario de Estado para lo que sea menester. A la recién nombrada secretaria de Estado de Comunicación de la Moncloa, Lydia del Canto (nacida en Torrent) – ex secretaria autonómica de Comunicación de Ximo Puig, exdirectora del diario ‘Levante’, exmiembro del consejo de administración de Balearia, ex asesora de Diana Morant en el PSOE de València. Periodista de la que no se conoce ni una línea escrita. El último nombramiento es el del asesor de Comunicación de la Dana en Moncloa, Julio Monreal. Del diario ‘Levante’ a la Ciudad de las Ciencias, amparado por la Generalitat de Ximo Puig y depurado por la de Carlos Mazón. Del Canto y Monreal, dos grandes censores fieles a sus amos y señores. Madrid y la Moncloa han sentido el hierro. Les falta tropa con acento valenciano para afrontar el desastre que desestabiliza la política española. El Partido Popular promociona al general Gan Pàmpols con discurso diestro y bien valorado por los grupos de presión económica que mandan en política. El PSOE contraataca con su pelotón selecto de raíces domésticas, cuya fidelidad al terruño se supeditará a la causa socialista de Ferraz. Compromís se queda fuera de juego. Carece de primeros espadas y de proyecto político, absorbido por Sumar en el torbellino vertiginoso de sus horas bajas. El País Valenciano se queda sin voz autorizada por los votos de los electores. A derecha y a izquierda, silencio. La apuesta de obediencia valenciana sin servidumbre a Madrid se exhibe vacía y sin respaldo. Al centro no llegan ni el atípico general ni la cuadrilla de Diana Morant.
País angular
Tal vez el alto Comisario para el Corredor Mediterráneo, Josep Vicent Boira de la mano del periodista catalán, Enric Juliana, podría explicar su tesis de que el futuro de la política española pasa por el País Valenciano. ¿Qué significa el Eje Mediterráneo? ¿Va más allá de una simple vía de tren? ¿Los valencianos somos algo si no miramos hacia el mar que nos define? El presidente del lobby ferroviario Ferrmed, el incombustible Joan Amorós que paró los pies a Federico Félix, podría ayudar. Tendrían que empezar por admitir que la teoría congregacionista de la nomenclatura comunitaria se queda corta. Ni los borregos ni los bueyes destacan si no se significan y distinguen de la manada. No hay comunidad territorial que se precie ni autonomía con voluntad de ser, alejada de lo que se entiende como país. Sí está reconocido como ‘opción moderna’ en el Estatut de Autonomía (1982), con mayor razón. Al general Gan Pàmpols le queda la oportunidad de ser útil. Comprometido, como él dice, en la mayor empresa que le han encomendado. Puede que tire la toalla y se vuelva a Madrid, alucinado por la tropa que le acompaña. Tampoco sería el único ni el primer militar que descubre y comprende con gallardía el País Valenciano.. Dos académicos, el historiador y Contralmirante de la Armada Española, Julio Guillén Tato (Alicante, 1897-1972) y Vicent Gascón Pelegrí (Tavernes de la Valldigna, 1915-2004) teniente coronel de Ingenieros , académico de la Valenciana de la Llengua y escritor, podrían servir de guía y faro esclarecedor en el conocimiento de la realidad compleja e indisociable del País Valenciano. Antes cultural e histórica que económica y social. Diálogo y generosidad, son grandes principios, si no se interpone alguna obcecación. La estupidez que Albert Camus– premio Nobel en 1957 con sangre menorquina– aseguraba, que insiste siempre.
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