Formar parte del colectivo LGTBIQ+ implica estar en una lucha constante por los derechos y la aceptación. A pesar de los avances, la sociedad sigue estigmatizando, invisibilizando y rechazando todo aquello que no encaja en la norma heteropatriarcal.
Durante años, me he preguntado por qué debemos justificar continuamente nuestra existencia. ¿Por qué mis amigues deben soportar comentarios hirientes por no ajustarse al molde binario? ¿Por qué mis hermanas trans deben someterse a cánones de belleza inalcanzables para vivir en paz?
Reflexionando sobre estos temas, siempre llego a la misma conclusión: el odio nace de la incomprensión. Por ello, necesitamos educarnos y educar mejor. Para educar sin odio, debemos liberarnos de los prejuicios que arrastramos desde la infancia, cuestionar lo establecido y practicar la empatía. Por ejemplo, ¿qué educación sexual recibiste en el instituto? ¿Era inclusiva? Probablemente no, debido al enorme tabú que supone el sexo en nuestra sociedad y porque todo se enfoca desde un prisma androcentrista y heterosexual, excluyendo realidades como la asexualidad, bisexualidad y homosexualidad.
Replantearnos lo establecido significa cuestionar conceptos como la feminidad y masculinidad que, aunque parecen no estar relacionados con la LGTBIQfobia, están estrechamente ligados. El género es uno de los primeros factores de clasificación de los seres humanos, generando distinciones desde la vestimenta hasta las expectativas impuestas según el sexo. Actualmente, la expresión de género sigue siendo binarista, pero las nuevas generaciones exploran más allá, permitiendo que personas no binarias se expresen con mayor libertad, al menos estéticamente.
Quisiera mencionar programas, personas y espacios que me han permitido conocer mejor a la comunidad. Por ejemplo, el Drag da paso a tener la libertad de ser quien quieras ser. Tiene exponentes como RuPaul, quien con su programa “RuPaul's Drag Race” ha normalizado y acercado el arte del drag a todo el mundo. Las Drag Queens y Kings son artistas performáticos que juegan con estereotipos de género, creando personajes que se convierten en sus lienzos en blanco. El mundo drag es fascinante, no entiende de orientaciones sexuales o sexos; hay Drag Queens y Kings cisgénero, no binaries, homosexuales, bisexuales, heterosexuales...
En cuanto a la representación LGTBIQ+ en series y películas, títulos como “Sex Education” o “The Owl House” son ejemplos de representación respetuosa. Para alguien que siempre ha tenido referentes ajustados a su realidad, esto puede parecer irrelevante. Sin embargo, para las personas LGTBI, ver personajes con los que pueden identificarse es una nueva realidad que ayuda a sentirse aceptada, querida y respetada como persona.
Por lo tanto, quizás la realidad a la que estamos acostumbrados no es más que una de las muchas que hay, tal vez si todos fuésemos un poco más abiertas, más honestas y flexibles, encontraríamos fuera del corsé impuesto una gran pluralidad de opciones que nos ayudarían a descubrir nuevas facetas de nosotres mismes.
*Noelia Rojas, Vicepresidenta del Consell de la Joventut de València (CJV)