Gestión ciudadana de crisis, tecnología y garantía de los derechos fundamentales
COVID, el terremoto de Turquía y ahora la DANA en Valencia demuestran lo evidente: nuestro país es un ejemplo de comunidad ciudadana solidaria. Junto a lo obvio emerge un fenómeno muy relevante. En una sociedad en plena transformación digital y con un alto grado de conectividad el talento de los investigadores, innovadores y emprendedores, se pone al servicio de la sociedad y genera una explosión de creatividad. En mi experiencia este tipo de innovación acelerada se despliega al menos de dos maneras distintas, a la vez complementarias y obligadas a entenderse.
De una parte, el sector público puede ver enriquecido y soportado a su equipo haciendo descansar distintas actividades en desarrolladores expertos en diseño ágil, y ahora en el soporte de IA generativa para la programación o, como es mi caso, en el soporte al cumplimiento normativo, a la revisión de soluciones avanzadas basadas en Inteligencia Artificial o en la garantía de un enfoque de riesgo en la concepción y la aplicación de metodologías de protección de datos desde el diseño y por defecto. De otro lado, el sector privado dependiendo del origen de sus impulsores acude a soluciones de muy diverso tipo. Así, colectivos como DANA Warriors operan desde entornos de mensajería privada de todo tipo. Asimismo, se han diseñado bajo la filosofía de la Web-APP soluciones generalistas o específicas que tratan de resolver necesidades en materias como la logística y la distribución o la identificación de necesidades en marketplaces donde la solicitud de ayudas y la oferta se encuentran y tratan de resolverse de modo ágil.
El haber participado en ambas proporciona una visión de conjunto que podría aportar lecciones aprendidas para el futuro. Las primeras de ellas, se relacionan con el necesario enfoque de riesgos. En primer lugar, las iniciativas ciudadanas a menudo operan de manera independiente, sin una conexión formal con las autoridades locales o los servicios de emergencia. Ello puede generar un efecto llamada que, en palabras del general responsable de la UME, pueden contribuir a alimentar el caos. También, pueden implicar sobresaturación de recursos o una inadecuada distribución de los mismos. Por otra parte, y especialmente en lo que respecta a la protección de datos personales, estas plataformas pueden no cumplir con las regulaciones vigentes. Por último, la rápida implementación y la naturaleza abierta de estas plataformas pueden hacerlas vulnerables a amenazas de seguridad e incluso a exponer a riesgo a personas vulnerables ante usuarios maliciosos que acudan a las plataformas como pretendidos “voluntarios” para identificar domicilios o personas vulnerables a las que estafar o robar, ahora o en el futuro.
Mi experiencia personal obliga a subrayar públicamente el enorme esfuerzo de este colectivo voluntario y su incalculable valor. Es emocionante asistir en directo a las vidas de personas que desde cualquier posición, -estudiantes, funcionarios públicos, profesionales independientes, investigadores y profesorado o empresarios de todo nivel-, renuncian a su vida personal, a sus trabajos y a su salud y se esfuerzan en turnos de 16 horas para demostrar que la palabra imposible no existe. Es algo más que solidaridad, es una declaración de amor a los demás que nunca será lo suficientemente reconocida. Es un ejemplo de lo que nos hace humanos.
Y con ese esfuerzo nace una explosión de creatividad inmensa que demuestra el enorme potencial que el tratamiento de datos y la transformación digital pueden aportar a nuestra sociedad. Uno se queda boquiabierto cuando aprecia la capacidad de las personas para conectar los puntos y crear. Alguien puede estar pensando, y de hecho lo está haciendo, que existe una excelente aplicación GoCertius que “es un servicio regulado de confianza digital que utiliza el sellado de tiempo cualificado (‘timestamp’) para aportar la máxima seguridad jurídica a los archivos digitales”. Y que eso permite sustituir en tiempos de escasa conectividad a certificaciones, de manera que puedes hacer un escrito, fotografiarlo y certificarlo. Pero ¿por qué no ir más allá? ¿Por qué no hacer fotos de los destrozos en tu casa para la aseguradora? ¿Y si ofrecemos además acceso una calculadora que permita una primera visión de la potencial cantidad a recibir?
Cuando pase la DANA no debemos dejar esta inmensa labor de creación en el olvido. Tenemos una obligación ineludible. En primer lugar, deberíamos analizar la estructura y funcionamiento de las aplicaciones web desarrolladas durante la Dana 2024 y tratar de evaluar la eficacia de estas plataformas en la coordinación de ayuda durante las inundaciones. Además, y no es una cuestión banal será necesario identificar los riesgos legales y de seguridad asociados con estas iniciativas y si procede, proponer mejoras para la integración de estas herramientas con los sistemas oficiales de gestión de emergencias. De modo que se aproveche el caudal de creación mediante su reutilización
Pero, además, es imprescindible emprender dos tipos de acciones en el corto plazo. Deberíamos ser capaces de indexar a las personas que han dedicado su esfuerzo a la innovación solidaria y crear grupos interdisciplinares de desarrollo. Cuando las aguas bajen, hay mucho trabajo por hacer y debería ser el momento de producir una suite de herramientas informáticas funcionales a estas necesidades y mantenerla a medida que la tecnología evoluciones. Un ejemplo paradigmático de ello va a ser nuestra capacidad de integrar sensorización e internet de los objetos. Este esfuerzo debería sin duda integrar a la Administración y los reguladores especializados.
Y aun así, incluso si fuéramos capaces de empaquetar esas soluciones, de integrarlas de manera eficiente y de compartirlas de modo abierto, libre y gratuito será necesario generar conocimiento y metodología. Porque este proceso es iterativo e imparable y volverá a suceder. Y cuando ello ocurra será imprescindible que existan guías prácticas para futuros desarrolladores de aplicaciones similares y un conjunto de referentes organizativos y funcionales capaces de ordenar el caos. Personalmente espero dedicar parte de mi esfuerzo futuro a esta materia ¿alguien se apunta?
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