Inflación, nuevas reglas fiscales y precios del aceite de oliva

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Inflación y coyuntura económica

El período inflacionista experimentado después de que Rusia invadiera Ucrania parecía haberse suavizado en los últimos meses, pero el último dato preliminar de IPC para el mes de septiembre muestra un incremento de 0,9 décimas más que en agosto de 2023, fundamentalmente por la electricidad y la gasolina. Aunque el dato consolidado se conocerá el 13 de octubre, en el dato provisional que publicaba el INE el jueves 28 de septiembre, la inflación subyacente sigue en descenso, situándose en un 5,8%, el umbral más bajo desde junio de 2022.

Aun cuando España ha registrado más de doce meses con niveles de crecimiento mayor que la zona, la situación se explica por un preocupante –y silenciado–decalaje en la velocidad de recuperación del nivel previo a la pandemia. Esta situación se presenta como endémica de nuestro país y se suma a otras tantas señales de alarma sobre nuestro modelo económico como el ignorado estancamiento del PIB per cápita en términos reales desde 2007 o un aumento histórico de la deuda pública española.

Nuevas reglas fiscales

Resulta generalizado en nuestro entorno en un contexto post-COVID, pero el aumento de la deuda pública española no deja de resultar preocupante al registrarse en un país cuya economía sufre importantes limitaciones estructurales y que corre el riesgo de retroceder posiciones en los diferentes rankings internacionales. Un conjunto de hechos estilizados que sugieren prudencia y estabilidad presupuestaria desde el ámbito del Sector Público español.

Tras un período de cuatro años en que la disciplina presupuestaria quedó suspendida como consecuencia de la respuesta que la Unión Europea dio a la crisis del COVID, las nuevas reglas fiscales que ahora se negocian hacen prever una reducción progresiva de los niveles de deuda y el control presupuestario que facilite la realización de inversiones y reformas estructurales manteniendo el impulso de las transiciones socio-técnicas para la sostenibilidad y el cambio de modelo energético.

La reducción del IVA de los alimentos aplicada a comienzo de año supuso arroz, pan, huevos legumbres, frutas y verduras pasaran del 4% al 0%. En el corto plazo, el efecto de la medida redujo los precios; sin embargo, la tendencia inflacionista siguió mostrándose implacable, como se ha podido evidenciar en diferentes productos básicos de alimentación. Una futura reversión de esta medida podría impulsar de nuevo la subida de los precios. Las nuevas reglas fiscales dibujan en el horizonte una coyuntura preocupante.

Encarecimiento del aceite de oliva

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en la actualidad, se supera el umbral de 8 euros por litro de aceite de oliva virgen extra, representando una duplicación de los precios en menos de un año. De acuerdo con el análisis de evolución de los precios del aceite de oliva publicado en su boletín semanal por la Subdirección General de Análisis, Coordinación y Estadística del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en el último dato disponible, correspondiente con la tasa de variación inter-semanal para la semana 27/2023 (del 11 al 17 de septiembre de 2023), el aceite de oliva virgen aumentó un 2,57% respecto a la semana inmediatamente anterior, mientras que el aceite virgen extra aumentó un 2,41% para el mismo período.

Los efectos económicos de este aumento de precios pueden ser analizados por medio de la elasticidad-precio de la demanda. Si bien el comportamiento de la demanda de este tipo de bien parece ser fundamentalmente inelástico –la demanda es poco sensible a los incrementos de precios–, el aumento de precios registrados por el aceite de oliva es susceptible de impactar sobre otros bienes sustitutivos. En función de la intensidad de la demanda y la capacidad de la oferta de estos sustitutivos, la búsqueda de alternativas más económicas podría tener efecto arrastre sobre el precio de otros tipos de aceites (eg aceite de girasol) u otras grasas vegetales o animales.

Algunos determinantes del incremento sostenido de precios en el aceite de oliva se deben a la disminución de oferta por una peor cosecha provocada por la sequía. El cambio climático y la escasez de lluvias impacta sobre el output agrario y sus costes marginales. Además, el aumento de diversos costes vinculados con la producción agrícola, fundamentalmente relacionados con fertilizantes y combustibles, han sido constantes desde el comienzo de la guerra de Ucrania.  Por lo que respecta al aumento de los tipos de interés, el efecto de esta variable tendría un impacto moderado sobre actividades de financiación a corto plazo de la actividad agrícola y, como consecuencia, las implicaciones del encarecimiento de los créditos agrarios tendrían una importancia relativa para contribuir a explicar el aumento de los precios del aceite de oliva.

Un análisis causal del incremento de precios hace inferir que los precios seguirán en los actuales niveles y tendencias de crecimiento durante, al menos, los próximos 9 meses, siempre determinados por la persistencia (o superación) de las condiciones climáticas adversas que vienen afectando al cultivo en los últimos períodos. En el supuesto de que la sequía remita, a mediados de 2024 –y particularmente a lo largo de 2025– podríamos asistir a una reducción considerable de los precios del aceite de oliva.