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CV Opinión cintillo

Libertarios

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Libertarios eran aquellos socialistas que desde las comunas revolucionarias del siglo XIX y el sindicalismo del siglo XX compartían ideales revolucionarios inspirados en Proudhon y Bakunin, en Saint-Simon, Kropotkin i Robert Owen, entre otros. Los que renegaban de la opresión del estado y aspiraban a la autogestión i el comunismo sin partido. Esos a los que en cantautor francés Léo Ferré rindió homenaje en su emotiva canción “Les Anarchistes”, dedicada a los anarquistas españoles. Los que anhelaban la liberación mediante la educación y la cultura, adversarios de la religión y los valores de la burguesía hegemónica, esos que se extendieron por España en los años 1920 y 1930, herederos de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia, organizados en sindicatos como la CNT y organizaciones de lucha como la FAI, entre otros. Algunos empuñaron las armas contra el matonismo de los patrones y la tiranía de los poderosos. Los anarquistas españoles, los libertarios formaban un movimiento de revolución radical que algunos denominaron utópico y que era profundamente antipolítico y antiestatal. Contó en España con una influencia muy importante entre las clases trabajadoras. Editaron revistas, crearon ateneos, alfabetizaron a la población más pauperizada y a las mujeres; defendían el aborto, el control de la natalidad y la libertad sexual. Esos eran los libertarios, que alcanzaron una gran implantación en ciertas regiones españolas como Cataluña, Valencia y Andalucía.

Viendo la manipulación mentirosa y la perversión semántica que practica la ultraderecha del término “libertario”, me viene a la mente el famoso poema del pastor Martin Niemöller, quien observando la estrategia política de Hitler y los suyos escribió: “Primero vinieron a por los comunistas, y guardé silencio porque no era comunista./ Luego vinieron a por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista./ Luego vinieron a por los judíos, y no dije nada porque no era judío./ Luego vinieron a por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre.”

Con otras herramientas más sofisticadas, esa es la estrategia que está siguiendo la ultraderecha por todas partes y también en nuestro país. A los anarquistas españoles, tan poderosos e influyentes durante la república y la guerra, el franquismo y después la Transición los estigmatizó como pistoleros y terroristas, los asoció al terror de las bombas (algún atentado bien preparado por la policía durante la Transición, los acabó de hundir).  Se les despojó de todo su patrimonio sindical y social y fueron aniquilados del panorama español. No cabían en la nueva democracia liberal y su resurgir habría sido un peligro para España y para Europa. Fueron a por ellos. 

Actualmente la ultraderecha sigue idéntica estrategia: a por comunistas y socialistas, después a por sindicalistas, a por emigrantes, y finalmente a por la democracia. Y no solo están acorralando y creando imágenes perversas y distorsionadas sino que han creado un lenguaje manipulador muy efectivo y se han apropiado de conceptos como “libertad” y “libertario”, para justificar su oposición a las políticas sociales y al estado del bienestar. Son manipuladores mentirosos carentes de ética. Promueven el analfabetismo y la sumisión a los valores de la tradición más castiza. Su proyecto es hundir la libertad y la democracia, en beneficio de las élites y del poder autoritario. No son libertarios, son liberticidas. 

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