A quien lea

La malentendida política valenciana

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“Aquest país s’ha format en la derrota,

I algunes voltes en la servitud

Perquè ignora el concepte de derrota.

A força d’aliar-se amb l’adversari:

Alacrà que s’immola en anell de foc.

Com un cap-gros unflat per la supèrbia,

El país ha crescut en la derrota“

Jordi Botella. Alcoi,1958

En estos momentos de desconcierto, los resortes de las opciones políticas valencianas acusan desorientación y cansancio. Quienes la observan desde fuera: Alberto Núñez Feijóo (Partido Popular) , Pedro Sánchez (PSOE), Yolanda Díaz (Suma), Santiago Abascal (Vox) o los restos de Ciudadanos que trata de salvar Inés Arrimadas, dan la sensación de no entender nada, absortos en la restauración de sus partidos ante la expectativa del año electoral de 2023. Tras los resultados significativos de las elecciones celebradas en 2022, con amplias victorias del PP acompañado o no de Vox: Comunidad de Madrid (Isabel Díaz Ayuso con la ultraderecha) precedida del fracaso (Carmena) de la izquierda en el Ayuntamiento de Madrid, Castilla y León gobernada por el tándem PP-Vox por error del equipo de Pablo Casado y Andalucía, con mayoría absoluta del PP, en un éxito sin precedentes de Juan Manuel Moreno Bonilla. 

Lo que no puede intentar Alberto Núñez Feijóo es tomar a los valencianos por tontos. Ni los empresarios que pertenecen al grupo de presión AVE ocultan por más tiempo que apuestan, sin tapujos, por el cambio político que ha de acabar con los gobiernos del Botànic I y II que instauró y preside Ximo Puig. Quienes vivieron la Transición de la Dictadura franquista a la democracia y la siguieron de cerca, saben que en el acontecer político del País Valenciano se cerraron en falso dos heridas: la durísima y desconcertante etapa de la posguerra que esterilizó por muchos años la continuidad de los vectores políticos autóctonos –partidos y cuadros de liderazgo y mando– que proporcionaron a los años treinta del País Valenciano (siglo XX) de esplendor e influencia en los resortes de poder político y económico. Emilio Attard Alonso, exhibía el soberbio retrato de Teodoro Llorente Olivares, pintado por Joaquín Sorolla, en su despacho presidencial del Banco de la Exportación. Emilio se vanagloriaba de ser el único político que sobrevivió a la masacre de personas e instituciones, que se iniciaron en la etapa democrática republicana y que conectó con el reencuentro democrático valenciano tras la desaparición del dictador en 1975. La remodelación monárquica era la base de la estructura potente del Estado, que Emilio no compartía en el recuerdo de su pertenencia activa a la Derecha Regional Valenciana de Luís Lucia Lucia, legitimista y conservadora, pero autónoma y centrífuga en la confederal CEDA de José María Gil Robles. La sección valenciana era rebelde, tenía principios y sus miembros supervivientes a la purga franquista de 1939, intentaron reiniciar su actividad donde quedó cortada el 18 de julio de 1936 y mimetizarse con el aparato y el núcleo duro de la València tardofranquista. Muy marcados por la tragedia vital y política de su lider Luís Lucia Lucia, condenado a muerte por republicanos y franquistas.

El primer acuerdo en la Moncloa entre Alberto Núñez Feijóo, recién estrenado en su asalto a la presidencia del PP, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, fue escueto y diáfano: la modificación del sistema de financiación autonómica no era ni es una reforma prioritaria en la agenda política española. Venir a València a decir lo contrario en la sede de la Asociación Valenciana de Empresarios, constituye un envite político de primera magnitud. Junto a este brindis al sol tres novedades sorprendentes: el líder del primer partido de la oposición explicita el apoyo al mandato constitucional que consagra la España de las autonomías. Manifiesta su disconformidad con la concepción radial, característica del Estado español desde la Restauración de Alfonso XII en 1874 y base estratégica para el centralismo. Se pronuncia a favor de la culminación del Corredor Mediterráneo como infraestructura prioritaria en el trazado ferroviario. Le ha faltado coincidir con el PSOE en la supuesta vía federalista, como concepción estratégica que ha de recomponer las desavenencias territoriales protagonizadas por la Catalunya de Pere Aragonés y Euskadi en la presidencia de Íñigo Urkullu.

¿Y para los valencianos qué? Ante la huida hacia adelante del PSOE de Ximo Puig acompañado por Compromís y los flecos de U. Podemos, el Partido Popular de la Comunidad Valenciana se crece con sus dos candidatos (Carlos Mazón y María José Catalá) heredados de la época de Pablo Casado y su lugarteniente, el murciano Teodoro García Egea. Núnez Feijóo reconoce que las dos autonomías más perjudicadas por la actual financiación autonómica son el País Valenciano y la Comunidad de Murcia. ¿Con la irrupción del secesionismo alicantinista de Carlos Mazón, vuelve a resucitar el Sureste y el mantra del Levante español? ¿El PSOE participará de la despersonalización del País Valenciano, soslayando su protagonismo en el Eje Mediterráneo, diluyendo las señas de identidad y postergando la lengua valenciana?

El otro capítulo a resolver es el de las alianzas. ¿Se arrumban las sinergias con Catalunya y Baleares? ¿Permanecemos distantes del País Vasco? ¿Qué queda de la aproximación a Andalucía, crecida en la hegemonía del conservadurismo del Partido Popular? ¿Se puede hacer algo con Aragón, descartadas Castilla y León, Castilla La Mancha y Extremadura? Nos queda La Rioja - ¡Viva el Vino! –, Asturias, Cantabria, Canarias y el finisterre gallego, que se mantiene como un remanso de continuidad bajo la batuta indiscutida de Alberto Núñez Feijóo.

A la vista de las últimas incursiones de la cúpula empresarial valenciana en el terreno político (carantoñas con Isabel Díaz Ayuso y camaradería con Feijóo), sería interesante que explicara su posición. ¿La apuesta por el Partido Popular reconstituido significa el fin de la luna de miel con el PSOE de Ximo Puig? Todo lleva a pensar que estamos donde siempre con una carencia por el flanco valencianista. La baza sigue siendo para las opciones del conocido bipartidismo en alternancia (PP-PSOE). En julio de 2022, en los núcleos del poder fáctico, se dan por amortizadas las posibilidades de Ciudadanos, U- Podemos y Compromís, tras la salida de Mónica Oltra, puntal a su vez del proyecto indefinido, SUMA de Yolanda Díaz. Conclusión: Emerge el Partido Popular como fórmula mágica para desplazar al Consell del Botànic. El PSOE acusa el desconcierto en el Gobierno de Pedro Sánchez y en Ferraz. En la Comunidad Valenciana los socialistas buscan desesperadamente visibilidad. Han salido de compras: Correos frente al Ayuntamiento, la vacante Facultad de Magisterio para Televisión Española y los Docks de La Marina para su apuesta tecnológica. Compromís necesita tentarse la ropa en el punto de mira del bipartidismo: PP y PSOE. ¿Quién encabezará las candidaturas en las autonómicas y municipales de 2023? Compromís y Més Compromís mantienen en solitario la vocación valencianista y su misión virtual. Factor y atributo intrínseco que tienen que hacer valer y revalidar en las urnas. Ardua tarea.