“Quan sóc a dos mil quilòmetres
de la meua terra
–i dic això de la ‘meua’ terra per un simple
dret de circumstàncies–,
pense, amb tristor,
el gran taüt que és d’Homes polítics
(he emprat ací
la paraula ‘polític’ en el seu més pur
i clar sentit:
he de remetre el meu problemàtic lector
que veja un diccionari per mi)
I per això, ara visc sol,
com també o feia abans,
però en un país estranger“.
Domènec Canet, Carcaixent. ‘Des del meu exili voluntari’, 1971
’Tres episodios asedian la actualidad entre los valencianos que ejercen: la escasa pluralidad de la prensa valenciana actual cuya estructura no se corresponde con el entramado social ni satisface su demanda. La pugna de camarillas por señorear el acontecer protagonizada por quienes dominan el panorama político tras las elecciones autonómicas y locales de mayo de 2023: PP( facción alicantina de Carlos Mazón) y Vox( con Carlos Flores en la recámara). El núcleo duro del PSOE en su papel de bisagra sin perder de vista la alternancia que rige en el sistema bipartidista español.
Guardianes de la revolución
Los guardianes de las esencias del valencianismo, más o menos nacionalista, de inspiración fusteriana en exclusiva, cuando el desaparecido Joan Fuster de encajar en alguna etiqueta, partía del volterianismo ilustrado y librepensador con base en Sueca. El flagrante revisionismo de la fuerza ideológica en el poder que, según su programa previsible, se dedica a dinamitar los avances en la agenda pública de los valencianos hasta cotas anteriores a los veinte años de Generalitat del Partido Popular(1995- 2015) y a etapas pre-estatutarias y hasta pre-democráticas: denigración del término País Valencià sin el mínimo respeto al primer Consell preautonómico así se denominó. Persecución de la lengua de los valencianos al postergar los avances –científicos y de consenso– conseguidos por la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Condena al ostracismo de la lengua valenciana con normas de enseñanza que retrotraen a tiempos de sometimiento franquista. Sustitución de la Ley de Memoria Histórica por la mal llamada de ‘Concordia’.La que reabre las heridas del enfrentamiento incivil que acabó con la vida de decenasde miles de valencianos, incautación y cierre de periódicos y bienes, privación de libertad y represión generalizada.
Vía dual
Además del desorden mundial, por encima de las turbulencias y contradicciones, fruto de la ebullición ideológica en España –el jaque mate y advertencia de dimisión de Pedro Sánchez con resultado incierto–, los valencianos padecen el plus de la identidad incomprendida. Deliberadamente inexplicada. Joan Fuster sentenció que “el País Valencià seria de esquerres o no seria”. Hoy se puede afirmar que el País Valenciano o encuentra una vía dual y transversal – como la que funciona en Euskadi (PNV-Bildu) y en Catalunya (Junts- ERC)– o no será. Por el camino que vamos, la singularidad valenciana ni la salvaguardan unos ni otros. Ni en superficie ni en profundidad. El advenimiento de Carlos Mazón y su hiperactividad desenfrenada a la presidencia de la Generalitat requieren un análisis de causa-efecto. Desde los intereses del nacionalismo español añadir la muesca valenciana y valiosa de la geografía hispana al dominio del Partido Popular ( el 10% de España en estancamiento). El segmento de la izquierda reformista no hizo bien los deberes al cometer tres faltas: perder ocho preciosos años, dejar los cambios cosidos con pespuntes para facilitar las oscuras y conocidas intenciones del ‘recambio’ que les iban a adelantar por la derecha – peligrosa jugada– y la incapacidad para dejar esculpido sobre piedra, como los antiguos jeroglíficos de la humanidad, un proyecto integral para el progreso del País Valenciano, que sólo se pudiese mejorar. Sin posible marcha atrás.
Ser valenciano es caro
Las clases medias en el País Valenciano son calladas y sufridas. Siguen importando los puntos medios. Los matices. Ni ultramontanos conservadores ni militantes jactanciosos de la miseria y la necesidad. Sería mejor referirse a los handicaps que afectan al País Valenciano y sus pobladores con marcada vocación de persistencia. Han sido bastantes quienes, por distintos motivos, han emprendido el vuelo de nunca volver. El dominico universal Vicent Ferrer, santo que murió en Vannes(1419) –Bretagne francesa–, Joan Lluís Vives(1540), enterrado en Brujas, Países Bajos; Vicente Blasco Ibáñez, reconocido con la Legión de Honor de la República Francesa, quiso acabar sus días en Menton (1928), Costa Azul. Son muestras de la tendencia continuada que sigue hasta nuestros días y que a los reductos extremos e involucionistas les cuesta reconocer. En ejercicio de humildad y realismo podrían dejarse caer por los lugares citados siguiendo sus pasos –Vannes, Brujas y Menton– para comprobar la sinrazón por la que que éstas, al igual que otras personas relevantes tuvieron que alejarse del País Valenciano a causa de la intransigencia. Algunos lo hemos hecho y al recorrer por sus caminos de extrañamiento y destino final, se siente rabia, tristeza y remordimiento. De idéntica manera como se contempla una injusticia con los desterrados.Los conocidos agravios comparativos.
El talento se va
El País Valenciano hoy es exportador de talento y mano de obra cualificada porque las condiciones de trabajo para quienes buscan un futuro mejor no son competitivas. Nuestros empresarios no están a la altura del mercado laboral, académico, innovador y tecnológicamente avanzado. No sé si esta constatación preocupa a los empresarios y a sus representantes en la zona, pero a los políticos y a los estudiosos de la evolución social debiera alterarles el sueño. El IVIE tiene la palabra. Los jóvenes técnicos y no tan jóvenes, profesionales procedentes de las canteras valencianas, si han querido optar a nuevos y mejores horizontes que los de su procedencia – familiar, territorial y académica– han tenido que buscarse la vida en otros países distintos. El fenómeno y el proceso viene de atrás. Se conoce una larga nómina de licenciados, empresarios, políticos, financieros y personalidades de considerable currículum que han de romper el cascarón doméstico, empujados a volar y a asumir renuncias personales para salir de una atmósfera irrespirable y optar a la vida que quieren y merecen.
Huyen o los tiramos
Esta senda iniciática hacia afuera, aparte de los casos de personajes históricos paradigmáticos – Vicent Ferrer, Lluís Vives y Vicente Blasco Ibáñez– se ha incrementado exponencialmente desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. El camino ascendente en la promoción personal –pública o privada– raramente concluye con viaje de vuelta. Se fueron, se van y difícilmente regresan. A su manera una pléyade de estudiosos, artistas –incluido el admirado Joaquín Sorolla Bastida–, políticos (marqués de Campo, Francesc de P. Burguera), financieros (Ignasi Villalonga y Joaquim Reig), renombrados empresarios (Vicent Cañada Blanch), miembros del Opus Dei (Pepín Vidal Beneyto), médicos ( Juan J. López Ibor),comunicadores (Rafael Calvo Serer), periodistas (Vicent Camarena Miñana), abogados, funcionarios de la Unión Europea (Gerardo Canet Navarro), y otras modalidades profesionales que fueron asfixiados y despedidos de su tierra para desarrollar sus facultades donde era posible.
Vergüenza torera
Los programas Erasmus de la Comisión Europea son un arma de doble filo que abren el universo de las expectativas a los estudiantes, mientras comprueban las limitadas expectativas que les ofrece el sistema español y aún más escasas el País Valenciano, inmerso en estériles enfrentamientos tribales por cómo hablamos o en qué nos basamos para ser como somos. Academia sobre academia, ciegos entre lo público o lo privado, para crear universidades duplicadas y devaluar el conocimiento de las nuevas generaciones capacitadas para hablar y defender el valenciano, compaginando su aprendizaje con el de otros idiomas que les son imprescindibles en el mundo competitivo y global . Los que se enzarzan en defender posiciones cerriles y acientíficas sobre la lengua de los valencianos son incapaces de reconocela y siempre se muestran reacios, a utilizarla aunque tan sólo fuera por vergüenza torera.
Pésimo negocio
Cabe la duda sobre qué habría ocurrido en el País Valenciano si no hubieran tenido que marcharse personas relevantes y una larga lista de universitarios y profesionales que encontraron fuera de su país de origen las condiciones laborales y de promoción que no existen en su tierra. Fue un pésimo negocio y mermó el aporte de su conocimiento y valía precisamente en el país de donde procedían y cuyos recursos colectivos se habían invertido en la formación y preparación de esta fuerza laboral y de conocimiento, susceptible de ser satisfactoria para los que se marchaban y rentable para su entorno familiar, empresarial o de las administraciones públicas. La tarea en que deberían estar inmersos tanto la Generalitat cómo los foros de investigación sociológica y económica, han de desembocar en un análisis de esta problemática, su evaluación y el elevado coste-oportunidad en la repercusión negativa que ha tenido para el desarrollo del país.
Purgas y represalias
El País Valenciano, a consecuencia de la excesiva polarización política vive en permanente estado de revancha e involución. Supera a la etapa vivida tras el desembarco de Eduardo Zaplana en presidencia de la Generalitat en 1995, que se inició con una sistemática persecución de purga y represalia extensiva a los periodistas y medios de comunicación, así como en las entidades e instituciones en las que se depuró a sus responsables para sustituirlos por personas afines, aún a riesgo de sufrir su incompetencia. Es alarmante la descalificación hacia la Acadèmia Valenciana de la Llengua – desde la Generalitat–, de cuyo marco huyen los académicos disconformes con las nuevas limitaciones y condicionamientos. Del mismo modo y después de despedir al director del Institut Valencià de Cultura, Abel Guarinos, su reposición, por Alvaro López-Jamar se hace siguiendo los criterios del Ateneo Mercantil de València, alineado con el Partido Popular y Vox, sin conocimientos ni experiencia acreditada en materia cultural.
La trampa del agua
A partir de las repetidas incursiones de la Generalitat en asuntos como la Radiotelevisión Valenciana - À Punt, otro proyecto fracasado por su baja audiencia, o la fallida intromisión en el territorio vecino de Catalunya para atraer más empresas de aquella procedencia hacia el País Valenciano, se está resucitando el fantasma de los Países Catalanes para enmascarar la incompetencia de la Generalitat Valenciana, presidida por Carlos Mazón y contraatacar, ahora sí, con un plan inmediato para reavivar el ‘murcianismo’ antivalenciano en comparecencias conjuntas entre el presidente de Murcia, Fernando López Miras y del Consell valenciano, Carlos Mazón. En paralelo con actuaciones para confabularse con el barón socialista, Emiliano García Page, presidente de Castilla- la Mancha con el señuelo de ententes comunes en materia de aguas. La autonomía manchega es la que se resiste a ampliar el suministro a través del trasvase Tajo-Segura, que se diseñó para el regadío de una superficie certificada que ahora se ha multiplicado, sin límite ni acuerdo, dentro de la desenfrenada expansión especulativa de depredadores foráneos que nadie se atreve a denunciar.
Països murcians
Después vendrá la resurrección de la denominación desfiguradora de la delimitación autonómica con los consabidos conceptos del “Levante” –invento franquista– y del “Sureste” --fórmula amparada por la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia (CAM) que tenía en su nómina al inspirador de la intentona secesionista del alicantinismo, Vicente Ramos–, con los que se pretende falsear la historia y las señas de identidad. ¿Se incluye en esta nomenclatura a Murcia y Almería? ¿Donde quedará Albacete? De la obcecación persecutoria contra una entelequia, la de los Paisos Catalans, los valencianos van directos a los Países Murcianos de la mano del presidentes, Carlos Mazón y Fernando López Miras, de la Generalitat y de Murcia. Los que oficiaron junto con los murcianos Vicente Martínez Pujalte y Teodoro García Egea, ambos peon es del PP y el sibilino José Manuel García Margallo, ex ministro con Rajoy, para aupar a Mazón. La conjura antivalenciana sigue en su labor de zapa desde Alicante, coaligada con Murcia y auspiciada desde los cubículos del poder, capital Madrid.