La responsabilidad política como respuesta a la emergencia climática
El siglo XXI nos está brindando grandes lecciones de humildad a los humanos para recordarnos nuestros límites, nuestros errores y, en definitiva, nuestra fragilidad. Y eso que cuesta liberarnos de nuestra arrogancia como especie. Incluso con las claras manifestaciones del cambio climático que se han sucedido en los últimos años, seguimos tentados a aplicarnos la miopía que nos permite pensar que si nuestro día a día sigue aparentemente intacto, en realidad no hay tanto de qué preocuparse.
Pero la pandemia nos ha enseñado que, por mucho ignoremos lo que nos rodea, no podemos vivir de espaldas al planeta. El virus del SARS-CoV-2 nos ha mostrado los peligros de lo invisible y nos ha recordado que, por mucho empeño que pongamos en cerrar los ojos, de nada nos sirve aferrarnos al progreso si éste no entiende que lo primordial es asegurarnos la salud.
La crisis sanitaria también nos deja otras certezas que incomprensiblemente se nos habían difuminado en los últimos tiempos. La respuesta a nuestros mayores problemas está en la ciencia, aunque las soluciones que ésta nos dé no nos resulten cómodas.
Por eso hoy la mayor responsabilidad que tenemos los representantes políticos es aplicar las medidas contra el cambio climático que nos aporta la comunidad científica. Conocemos las soluciones para conseguir la neutralidad de emisiones: descarbonizar el sistema energético y garantizar la eficiencia energética, asegurar la movilidad sostenible y el urbanismo racional, proteger la biodiversidad, apostar por la economía verde…
Sabemos de la gravedad del problema y tenemos en nuestra mano la respuesta. Las cifras son claras y las realidades palpables, pero incomprensible y peligrosamente los debates sobre la agenda verde se suceden día a día en todos los foros políticos. A pesar de que la emergencia climática es el principal desafío al que nos enfrentamos com especie, hay formaciones capaces de abanderar la postura de tratar de boicotear por sistema estas medidas.
Este mes de octubre el Ajuntament d’Elx hemos participado en al séptimo Congreso Internacional de la Bicicleta que se ha celebrado en Barcelona. En él hemos compartido experiencias sobre el impulso de la movilidad ciclista que estamos desarrollando numerosas ciudades españolas gobernadas por partidos de diferente signo político.
Ha sido un foro en el que trabajar con rigor, en el que hemos analizado cómo ampliar las redes ciclables y sus características técnicas, cómo propiciar la intermodalidad, cómo mejorar los sistemas públicos de alquiler de bicicleta y cómo mejorar la educación vial. Y, sin embargo, la realidad es que al cruzar la puerta y volver a los espacios de debate político algunos sitúan el debate en planteamientos de hace un siglo, en modelos que se han demostrado caducos y perjudiciales.
De hecho, en Elx una de las discusiones más agrias del último año ha girado alrededor de la peatonalización de la Corredora, una calle en el corazón de la ciudad, por la que hasta hace unos meses discurrían 5.000 vehículos diarios y que hemos recuperado para los peatones, para el comercio local y, en definitiva, para la vida.
Por eso es momento de enfrentar responsabilidad con comodidad en términos políticos. Porque hacer partidismo de la emergencia climática no sólo es uno de los más tristes ejemplos de la manera en que algunos entienden la política, es una verdadera negligencia. Frente a ello, necesitamos consensos que permitan el avance de las políticas verdes con la contundencia y la urgencia que el momento nos exige.
En nuestro municipio hemos desarrollado la estrategia Elx2030 para una ciudad verde que se materializa en políticas de movilidad sostenible, de protección del territorio, en una gestión sostenible de los residuos, en el impulso de la eficiencia energética y la salvaguarda de nuestro patrimonio natural.
Avanzamos de manera coordinada con la Conselleria de Transición Ecológica que, precisamente, tramita en estos momentos la nueva Ley de Emergencia Climática sobre cuatro grandes ejes: energía, territorio, movilidad y fiscalidad verde.
Son medidas decididas que buscan mejorar el aire que respiran nuestros vecinos y vecinas. Especialmente ahora que la Organización Mundial de la Salud ha rebajado los umbrales a partir de los que considera peligrosas para nuestro cuerpo las emisiones contaminantes. En nuestro caso, Elx no vive una situación alarmante, según el estudio de calidad del aire que desde 2018 desarrollamos con la Universidad Miguel Hernández, pero tenemos mucho margen de mejora.
Así que en este Día contra el Cambio Climático de 2021 no nos hace falta ni apelar a las futuras generaciones. ¿cómo íbamos a renunciar a vivir en ciudades más limpias y saludables?
- Esther Díez Valero es concejala de Medio Ambiente y Movilidad Sostenible y portavoz del grupo municipal Compromís per Elx.
0