“Sospirs i netedats i alades benvingudes
País d’espills en la fonda presència
Un enyor de miralls i certeses i estances
Lluentor de l’espai d’intermitent guspira
Furor de la maragda on no arribarà el dubte“
Emili Rodríguez- Berbabeu, “Domini del sol”, Alacant-1990
En la Comunitat Valenciana, donde casi nunca pasa nada, están ocurriendo acontecimientos que marcan el camino. Desde la Generalitat del Botànic se desarrolla intensa actividad por alcanzar visibilidad. Ximo Puig, el president, se esfuerza en ser notorio. Conferencias, entrevistas, alianzas, ententes por el Corredor Mediterrani, la Comonwealth del mare nostrum en tiempos de Brexit. Victor Maceda, primero, dibujó para el diario “La Vanguardia” el panorama sombrío de la prensa valenciana. Salvador Enguix, siguió la estela en el rotativo del Conde de Godó -- ¡qué lástima de lo que pudo y no fue el periódico monárquico del País Valenciano, “Las Provincias”, que perdió el norte en 1958!— que dicen listo para desembarcar en tierras valencianas con delegación propia. Por fin hemos descubierto que Madrid concentra el poder mediático en España. Nuevo peligro que ha encendido las luces rojas. Un territorio es según el nivel de sus medios de comunicación. Aquí en declive.
Más tributos
No queda suficientemente explicada la operación para trasladar de Sevilla a València la sede de la multinacional a cambio de soporte financiero para subsistir. Mientras tanto los contribuyentes autóctonos en 2021 se disponen a pagar más impuestos a cuenta de una financiación deficitaria y ampliar así las consecuencias del “dumping” fiscal que ejerce Madrid y del que se pavonea ante el resto de autonomías en un efecto perverso de la razón de ser del estado de las Autonomías. Ahora ya queremos ser federales para encontrar una nueva utopía que se frustró con la operación constitucional del Partido Popular contra LÉstatut d’autonomia de Catalunya que cerró las posibilidades de desarrollar el proyecto inexplorado de la pluralidad creciente en España. Hemos acabado con los malabarismos de la “España de las Españas” o el esperpento ofensivo que difunde la presidenta Díaz Ayuso,con gesto desvergonzado, de que “Madrid es España dentro de España”. Cada cual que saque sus conclusiones.
Federales
Detrás de estas reacciones se percibe la desazón. Para unos la Comunitat Valenciana se construye a golpes de frustración, mientras para otros el Espíritu de Morella, que ha fraguado Ximo Puig con su envite político, constituye una línea a seguir para reforzar la opción federalista en el resto de España. A modo de contrapunto al independentismo catalán y al soberanismo vasco, que va por libre. ¿España, será o no será un estado federal? Cada día se ve con mayor claridad que la esperanza para el Partido Popular proviene de Galicia con la baza alternativa de Núñez Feijoo—tras recuperar el Pazo de Meirás--, para superar los vaivenes y la ineficacia de Pablo Casado y liderar la oposición, asediado por VOX ante la lenta decadencia de Ciudadanos, traicionado por Albert Rivera. La vuelta de Inés Arrimadas, al frente de la foto de Colón y la incapacidad de Luís Garicano para retornar el partido al centro, han suuesto un retroceso sin retorno.
Visibilidad
El desafío valenciano. El de Ximo Puig y el de la clase política valenciana, consiste en hacerse sitio en el contexto español, cada vez más enconado en posiciones irreconciliables. La Comunidad Autónoma de Madrid, con ocho mil Km2 de superficie, tiene casi tantos habitantes como la Comunitat Valenciana y más del 20% del PIB español. Ante ese escenario, Catalunya ha renunciado a “conquistar” Madrid, desde la “era Pujol” y la impronta catalana—siete ministros-- de los primeros gobiernos del PSOE, bajo la presidencia de Felipe González. Desde algunos reductos empresariales(Foment, prsidido por Sánchez Llibre y PIMEC, por Josep González), económicos(Cercle d’Economia i Cambres de Comerç) y mediáticos catalanes se contempla oportunidad de la baza periférica y mediterránea, donde las sinergias, cegadas desde el PP valenciano, se cegaron con el distanciamiento y la incomprensión. Desde Catalunya hacia lo valenciano y la miopía de los partidos políticos valencianos ante una realidad plagada de evidencias históricas, culturales, comerciales, geográficas, logísticas, lingüísticas y humanas.
Ganar terreno
En el panorama político valenciano, consumido un tramo considerable de la legislatura autonómica-- malversado por la pandemia de la Covid-19—se percibe la conveniencia de marcar posiciones ante la confrontación electoral de 2023. Rota la sintonía del primer Consell del Botànic, en el que Podemos y Compromís cabalgaron juntos, este último partido de confluencias acusa desorientación y desconcierto a la hora de mantener sus señas de identidad que le permiten mostrarse como al opción de gobierno arraigada en el territorio valenciano en defensa de sus intereses sin obediencia a las conveniencias ni instrucciones de ningún partido con sede central en Madrid. Ximo Puig y el PSOE valenciano, ante la imposibilidad de que su socio Compromís, haya celebrado el congreso reconstituyente anunciado para el pasado verano, han aprovechado su desconcierto, para desarrollar su estrategia y ganar terreno.
Lobbies
Desde los inicios del primer Consell del Botànic, Ximo Puig sintió la presión de Compromís, liderado por Mónica Oltra. En la línea posibilista del Espíritu de Morella, estableció su línea personal de pacto y aproximación con los lobbies y los entes económico- empresariales que ejercen en la Comunidad Valenciana: patronales, Cámaras de Comercio, grupos de presión, sectores y empresas predominantes. Ante la ineficiencia de la Conselleria de Economia a la hora de establecer líneas de refortalecimiento y consolidación de instituciones como Feria València—política ferial autonómica--, Cámaras de Comercio –cuyas competencias plenas son de la Generalitat--, configuración del modelo económico competitivo, recuperación de los sectores tradicionales, articulación de clusters de actividad, política de revitalización industrial, recomposición de los restos del sistema financiero valenciano tras la debacle de Bancaixa, Banco de València, Cajas Rurales y CAM. En este campo económico-empresarial el problema no reside en las acciones más o menos acertadas, sino el abandono y la desidia, ante un reto productivo que se ha desaprovechado entre la incompetencia y el interés de los grupos de presión económica en no perder el control de una actividad que consideran de su “propiedad” y en lqa que no han querido que interfiriera un gobierno valenciano en el que no confiaban. Así se han aunado los lobbies políticos con los económicos.
Ocasiones perdidas
Unos por otros, el panorama socio-económico valenciano ha perdido oportunidades y tiempo sin razón alguna. El sector cultural e incluso la innovación ligada al sector turístico, fundamentales en una sociedad que quiera destacar y equipararse a los centros de decisión que influyen en Europa y en el mundo, se han visto desbordados por la inanición. Inevitablemente incapacitados por los efectos de la pandemia. Junto a ellos la falta de coordinación comarcal y municipal ha impedido el desarrollo territorial de una realidad autonómica, minada por los complejos, la parcelación provincial y las miserias del partidismo político. Se antepone la animadversión ideológica a los intereses del conjunto de los valencianos