La portada de mañana
Acceder
Aldama zarandea al PSOE a las puertas de su congreso más descafeinado
Corazonadas en la consulta: “Ves entrar a un paciente y sabes si está bien o mal”
OPINIÓN | Días de ruido y furia, por Enric González

Rutas de la memoria obrera

0

La Ley de Memoria Democrática establece, como deber ineludible para fortalecer las virtudes cívicas y los valores constitucionales, conocer y divulgar la trayectoria y sacrificios de los movimientos colectivos y personas individuales que participaron en la lucha por sus derechos y por la libertad de todos.

En ese contexto, la reivindicación de la memoria obrera ocupa, en nuestra opinión, un lugar central por cuanto la lucha de quienes en los tiempos oscuros rompieron el silencio impuesto y se levantaron contra la injusticia y por la dignidad del trabajo fue clave en la reconstrucción de la razón democrática, articulando la defensa de sus reivindicaciones sociales y económicas con la demanda de libertades civiles.

A tal efecto, disponer -como es el caso- de un volumen creciente de estudios e investigaciones académicas sobre la historia del movimiento obrero resulta condición necesaria pero no suficiente para poner en valor su decisiva contribución a la construcción de nuestro Estado social y democrático de derecho, especialmente entre las generaciones más jóvenes, por lo que deviene en deber ineludible incorporar la memoria obrera al curriculum educativo y visibilizarla en el espacio público.

Tales son los objetivos a los que pretende contribuir la Fundación de Estudios e Iniciativas Sociolaborales (FEIS),  promovida por la Confederación Sindical de Comisiones Obreras del País Valenciano, mediante la publicación de una serie de rutas de memoria obrera que reivindiquen la centralidad de la lucha sindical en la conquista de la democracia y puedan utilizarse tanto de documentación complementaria para itinerarios urbanos como de guía docente en centros educativos, funciones ambas avaladas por la más reciente legislación en materia memorialista[1] y educativa[2].

En una primera entrega que acaba de publicarse se propone la recuperación de siete episodios de lucha obrera especialmente significativos registrados durante los últimos años de la dictadura y primeros de la Transición (1967-1977) y distribuidos territorialmente de norte a sur de la Comunidad Valenciana (Vall d’Uixó, Puerto de Sagunto, Buñol, Valencia, Alcoi y Elda-Elx), siguiendo el hilo rojo que conectaba la memoria obrera del pasado con la nueva historia que empezaba a construirse.

Los primeros años sesenta habían sido los del crecimiento industrial tardío, gestionado por los tecnócratas del régimen entre el autoritarismo franquista y el desarrollismo capitalista. Fueron también el escenario de profundos cambios sociodemográficos en el mundo del trabajo, al que se incorporaba la primera generación que no había participado en la guerra y venía de los grandes flujos migratorios que vaciaron la España rural, provocando el desplazamiento de millones de trabajadores hacia la periferia peninsular y el exterior, poniendo de relieve la emergencia de la cuestión social (salarios bajos, desigual acceso al consumo, pobreza, desarraigo…) y generando una creciente conflictividad obrera impulsada por el nuevo sindicalismo de carácter asambleario, estructuras flexibles en los centros de trabajo, composición plural (comunistas, cristianos, socialistas autogestionarios y muchos independientes), voluntad unitaria y proyección sociopolítica representado, fundamentalmente,  por el movimiento de las Comisiones Obreras, cuyo primer intento de coordinación a nivel de País Valenciano tuvo lugar a finales de 1966.

Dicho movimiento alcanzará pronto una amplia expansión mediante la inteligente utilización de las instancias representativas de base del “sindicalismo” oficial (enlaces y jurados de empresa) y su conexión con los núcleos de coordinación clandestinos, tras la declaración de ilegalidad por parte del Tribunal Supremo de la Dictadura (febrero de 1967), lo que se traduciría desde entonces en un aumento de la represión policial, judicial y laboral que, pese a todo, no lograría frenar el desarrollo de la protesta obrera que operaría en adelante como factor clave en la lucha por la democracia.

Cada una de las rutas obreras incluidas en este primer volumen, elaboradas por un equipo de 11 cualificados historiadores, describe y contextualiza las condiciones de vida y trabajo en las localidades de referencia, la situación de las relaciones laborales y del emergente movimiento sindical, sus estrategias organizativas y de acción colectiva, construcción de liderazgos y redes de solidaridad…, aportando en cada caso información gráfica y testimonial, cartografía y fuentes documentales que -entre la emoción y el reconocimiento- casi nos permiten seguir el itinerario de las primeras manifestaciones del 1º de Mayo duramente reprimidas en Valencia (1967) y Vall d’Uixó (1970), asistir a las asambleas de las grandes factorías de Altos Hornos y Unión Naval (1974), escuchar el toque de campanas en Buñol que convocaba a la solidaridad con las trabajadoras de Cointex (1976) y participar en las huelgas generales que paralizaron durante semanas las ciudades de Elche, Elda y Alcoi entre el final de la dictadura y la Transición a la democracia.

Se trata, pues, de un ejercicio de reivindicación de la memoria y homenaje a las mujeres y hombres que lucharon (y luchan) por la dignidad del trabajo, los derechos sociales y la libertad colectiva, planteado desde el rigor histórico, la voluntad didáctica y el compromiso cívico.

[1] “Se entiende por itinerarios de memoria democrática el conjunto de… espacios, inmuebles, paraje o patrimonio cultural en el que se han desarrollado hechos de singular relevancia por su significación histórica, simbólica o por su repercusión en la memoria colectiva, vinculados a la lucha de la ciudadanía española por su derechos y libertades, la memoria de las mujeres, así como con la represión, el exilio y la recuperación de los valores democráticos” (Artículos 49 y 53.5 de la Ley 20/2022, de Memoria Democrática).

[2] “El estudio y análisis de nuestra memoria democrática permitirá a la comunidad educativa asentar los valores cívicos y contribuirá en la formación de ciudadanas y ciudadanos más libres, tolerantes y con sentido crítico” (LOMLOE, 3/2020. Disposición Adicional 41)