Me temo que Camps ganará

No digo que quiero que pase, pero sí que me temo que va a pasar. Si Camps consigue ser el candidato del PP en las próximas elecciones autonómicas, el PP gana de calle. Y no solo eso; le mete un bocado a Vox que los deja tiritando. Como diría Mr. Wonderful, siempre hay que intentar ver el lado bueno de todo, aunque sea consuelo de tontos. Para los que no lo quieren de vuelta, siempre les queda una esperanza: el propio PP. 

En una época en la que vas al cine y todo son sagas, reboots o versiones de películas de hace mil años. En agosto empieza en Italia el rodaje de la segunda parte de La pasión de Cristo, no digo más. Visto así, el retorno del bon chic encaja perfectamente. 

Han pasado quince años ya de su dimisión, no tiene causas pendientes, y en una crisis como la que ha provocado la DANA —y que, lamentablemente, está más presente en las conversaciones por las causas judiciales que por la situación que aún padecen los afectados— nada mejor que reflejarse en la nostalgia, en los tiempos de la Copa América y la Fórmula 1. Da igual lo que ocurrió entonces —Gürtel mediante—, la gente recuerda lo que quiere y como quiere. La historia no es lo qué pasó, es cómo contamos el pasado para justificar el presente. Nostalgia, un poco de imaginación… y aquellos prados parecen más verdes. 

El único obstáculo para que Camps tome las riendas del PP valenciano es el propio PP valenciano. Como cantaba el francés Renaud en L'Hexagone, cuando el rey de los tontos pierde el trono, hay quinientos millones de aspirantes. Ahora que Mazón tiene menos futuro que los pantalones de campana, entre bambalinas habrá más de uno esperando su caída para que corra el escalafón. El PP no tiene nadie con cartel suficiente, pero de carteles tuvo que llenar Castellón y Valencia Mazón para darse a conocer en las pasadas elecciones y ganó. Camps, en cambio, es una marca consolidada y tiene fans en las tres provincias, dentro y fuera del partido. 

El votante del PP no es de los que se desanima. Vota llueva o nieve, y lleva al abuelo con Alzheimer a la urna para que no falte ni una papeleta; en la izquierda, si el día sale nublado, ya se lo piensan. Las trifulcas entre Sumar y Podemos, no solo restan sino que pone en duda lo segundo. Otra cosa no sé, pero conciencia de clase hay mucho más a la derecha que a la izquierda. Alguien que solo llega a fin de mes gracias a las ayudas públicas siempre puede soñar que algún día será empresario. Nadie quiere imaginarse arruinado, aunque es más probable. Además, entre ser rico o tener mejor sanidad y educación, la gente prefiere lo primero y ya se la pagará. No es que no quiera mejor sanidad y educación, es que la quiere para él. Ya se sabe: ande yo caliente y jódase la gente. 

Camps es lo que necesita el PP para pasar la página de la DANA. Es un moderado: Con él había agua para todos, pero no riadas. Al día siguiente de su posible proclamación como candidato, Mazón se convertirá en M. Mazón o ese señor del que usted me habla. Una etapa anterior. Y no hay nada más perdido en el tiempo que lo que acaba de pasar. 

Hay que mirar al futuro… por la cuenta que les trae. No es un consejo, es una necesidad. Hasta los palmeros que hoy esperan al president a la salida de los actos, cambiarán de president pero no dejaran de ser palmeros. Ser un arrastrao se lleva en la sangre. Eso el PP, hay que reconocerlo, lo hace bien. Nadie está defenestrado del todo si se calla la boca. Puedes tener un accidente de esos que pueblan la historia de la Gürtel, pero si te portas bien, siempre estarás en expectativa de destino. Que se lo digan a González Pons, que le tocó la lotería del Parlamento Europeo, y de vez en cuando lo pasean para que se haga el graciosillo y no se oxide. Mejor eso que dejarle escribir otro libro. No creo que la Literatura pueda soportarlo. 

Mientras la izquierda (en general y en particular) se divide entre apuñalarse o consagrarse a defender la minoría de una minoría minoritaria, la derecha va a lo que va. Y en eso, Mazón lo está haciendo bien, y Camps lo hará mejor: contratos para los amigos, reconvertir À Punt en el NO-DO que era Canal 9, deshacerse de la Agencia Anticorrupción, minar la oferta cultural para evitar la infiltración bolchevique, construir en zonas inundables o arrinconar el valenciano. 

Camps también tiene cosas que le gustan a cierta izquierda, aunque sea incapaz de admitirlo. Por ejemplo, arrimar el ascua a la educación subvencionada (lo que eufemísticamente se conoce como concertada), para mayor gloria de la clase media aspiracional, y rebajas de impuestos a los que más tienen, medida que goza de gran predicamento entre los cantamañanas que no tienen pero sueñan con tener. Estas dos ideas no tienen color político, otra cosa es que algunos no lo quieran reconocer. 

El próximo 10 de mayo, en Veles e Vents, Camps ha anunciado la primera gran cita de su Resurection Tour. Antes ha ido ensayando algunos de los temas en bolos por los pueblos, y han gustado entre los suyos. Aunque en el PP no son muy de primarias —si dimite Mazón es reconocer sus errores— un congreso autonómico es la solución. Mazón se retira con todos los privilegios de un expresidente y el partido, que le había cerrado las puertas, se la abre de par en par y purga sus penas. Luego, como hacen siempre, a mirar hacia adelante todos unidos, unidos todos, como los mosqueteros. 

¿Y a quién se enfrentará Camps? A nadie. A Diana Morant seguro que no. No es que sea mala candidata, es que es poco conocida y no se le ven las formas para una política como la de ahora, en el que las ideas pesan poco y los debates se dirimen a golpe de trabuco y eco en la prensa subvencionada. Tampoco el partido parece tener más estrategia ahora que la de recurrir a la DANA para erosionar al Consell ni que vaya a renunciar a su costumbre de apuñalarse entre ellos.