A quien lea

Xàbia sin rumbo

18 de septiembre de 2023 11:44 h

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“Dun temps que ja és un poc nostre,

d’un país que ja anem fent,

cante les esperances

i plore la poca fe“

Raimon. Xàtiva, (Poemes i cançons, 1974)

La Marina, Alta y Baja, son las comarcas más pobres del País Valenciano. Xàbia con un término municipal más extenso que el de Dènia, acusa dos problemas graves derivados de la estacionalidad y la falta de planificación. La temporada estival 2023 ha arrastrado la incompetencia de los gobiernos municipales anteriores y ha evidenciado la falta de capacidad de gestión del actual, presidido desde los últimos comicios locales, por la nueva alcaldesa, Rosa Cardona, del Partido Popular. Sustituye al superado alcalde José Chulvi, factotum del PSOE, con varias legislaturas a sus espaldas. Han sido desastrosos los repetidos cierres de la playa del Arenal, la única que dispone de una amplia media luna de sedimento arenoso codiciado por los bañistas. El origen de los vertidos contaminantes está en la descabellada conformación de la Fontana, que es un ramal aliviadero alternativo en la desembocadura del río Gorgos, cuya conformación natural ha sido modificada de acuerdo con las exigencias derivadas de la escasez de amarres en una ampliación desmedida e improvisada de la capacidad de atraques deportivos del puerto público de Xàbia, competencia de la Generalitat, que ya ocupa, en concesión privada renovada el Club Náutico, más del 80% del espejo de agua disponible entre escolleras. Ni el ayuntamiento ni la Confederación Hidrográfica, competente en los cauces para controlar las avenidas fluviales del Gorgos, ni la Dirección General de Costas han evitado el descontrol de vertidos contaminantes en porcentajes de riesgo para los bañistas ni la invasión de un cauce natural por embarcaciones, pantalanes transversales e instalaciones náuticas y establecimientos de restauración. La saturación de las calas del Portitxol y la Granadella han convertido dos parajes de excepcional belleza y calidad para los bañistas en espacios colapsados con errática normativa para su aprovechamiento y disfrute. La equivocada política de publicidad y promoción de las reducidas opciones que existen para el baño en el litoral xabiense ha provocado la masificación en la Cala Blanca, la Caleta y la Cala del Francés por tierra y de la Cala Sardinera y del entorno del Cap Negre y la isla del Portitxol por mar, incluidas la isla del Descubridor, la cova del Llop Marí y la dels Orguens, bajo del Cap de la Nau. Esta afluencia masificada de visitantes y bañistas fuera de control coloca los recursos turísticos del municipio en una situación extrema de acumulación de personas y vehículos que superan en gran medida su capacidad de aparcamiento y circulación fluida y segura. Las carreteras y accesos que sufren el deterioro provocado por el tráfico de turismos, vehículos pesados y camiones sin que ni el Ayuntamiento, en fase de relevo ni la Diputación Provincial de Alicante que presidió hasta hace dos meses Carlos Mazón -hoy presidente de la Generalitat Valenciana del PP– asuman el necesario mantenimiento de los viales más allá de los accesos de la municipalizada urbanización del Tossalet que exhibe un servicio privado de vigilancia de seguridad armada que incumple las normas que afectan a los parajes de titularidad pública. Sumado al irregular mantenimiento de la comunidad de propietarios que asumen tareas y decisiones privadas en la urbanización que hoy goza de naturaleza municipal a todos los efectos. El Ayuntamiento de Xàbia habrá de hacer valer sus competencias y las urbanizaciones privadas tienen que decidir si prefieren el amparo del municipio o actuar cómo entidades de titularidad privada, asumiendo los derechos y deberes que les corresponden en cada caso. Si el presupuesto municipal ha de sufragar la instalación , suministro y mantenimiento de la iluminación de accesos en las urbanizaciones de su responsabilidad, lo tendrá que hacer en todas o en ninguna. Sin distingos ni privilegios y si han dejado de ser urbanizaciones cerradas tendrá que habilitarse las salidas y entradas necesarias para circular y comunicar con las restantes vías de acceso con urbanizaciones y calles contiguas y vecinas. Por justicia y seguridad.

Si Andrè Lambert, el arquitecto e intelectual suizo de origen alemán y cultura francesa que desembarcó en los años vente del siglo pasado en Xàbia viera la situación del entorno y sus perspectivas en el tiempo, seguramente sufriría un trauma depresivo. El Mercado Municipal, hoy convertido en desmedido gastrobar, estuvo proyectado por Lambert como muchas de las fuentes de tosca del pueblo que está sufriendo una transformación en casas y construcciones que amenazan su tipismo y encanto tradicional. Andrè, dibujante incansable, se dedicó a inmortalizar en sus dibujos a plumilla, los rincones, paisajes y enclaves –muchos desaparecidos– característicos de Xàbia, para la posteridad. El anuncio de que los herederos de Lambert y de su hija Milagros, han puesto a la venta la casa que construyó en el Portitxol en estilo peculiar xabiense, sobre 45.000 metros cuadrados de terreno ha señalado el punto final de una época en que la peculiar idiosincrasia de este finisterre pudo salvarse de acuerdo con el plan de reproducción y conservación de los rasgos peculiares de una cultura que proviene de visigodos y romanos y que se preservó en las primeras oleadas turísticas de mediados del siglo XX por el apartamiento e incomunicación del municipio con respectos carreteras y autopistas. Después llegó la aberración de situar la Iglesia moderna de hormigón dedicada a la Virgen del Loreto en un emplazamiento portuario inadecuado, embutida entre edificaciones que impiden la contemplación de su magnífica factura. La construcción de tres torres de apartamentos (puerto, primer montañar y Arenal) a escasos metros del mar que jalonan la bahía con muestras de lo que no debió autorizarse nunca. Las construcciones en zonas inundables y humedales que junto con el paseo del Arenal, que actúa de barrera en lo que fueron dunas de arena, condenan a esta zona a la acumulación necesaria de agua e inundaciones cada vez que llueve torrencialmente. La ausencia persistente de carreteras alternativas para la circulación de vehículo en la época estival cuando Xàbia pasa de 30.000 a 200.000 residentes en constante movimiento. ¿Por qué razón el Ayuntamiento no actúa para habilitar la Vía Augusta como carretera alternativa, ordenada y rápida para comunicar el norte con el sur de la bahía? ¿Por qué se estrella contra la Fontana sin continuidad? ¿Finalmente se va a desarrollar un paseo a lo largo del Primer Montañar, junto al mar, que permita la normalización, en un sentido o en otro o en ambos, con un control efectivo de la velocidad de los vehículos y de la contaminación acústica que martiriza a los residentes? Xàbia tiene que decidir y resolver su futuro. La primera medida debería ser una moratoria en las licencias de construcción de obra nueva hasta que se garantice los servicios de calidad durante todo el año para los vecinos afincados y los visitantes. Un turismo de calidad en un enclave costero irrepetible y en riesgo de colapso, como se ha visto, tiene que dar un parón hasta que despeje las incógnitas y asegure su crecimiento ordenado y sostenible. Sabemos lo que hay que hacer, pero no hay ningún indicio de que los responsables de la gestión urbana y ciudadana sean capaces de desarrollarlo y hacerlo realidad.