José Miguel Basset es bombero y la única persona de la foto cuyo uniforme es de verdad. Es el jefe del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia, que son los efectivos del cuerpo de la provincia, donde se han producido todos los daños. Es también la persona al frente del operativo técnico, el llamado “director de la emergencia” según los protocolos, y quien dice qué se necesita para paliar la situación, qué medios técnicos y humanos son más o menos urgentes y a dónde va esa ayuda. Así como el president de la Generalitat, Carlos Mazón, es el director político, a Basset le ha tocado ser el director técnico.
“En lo suyo es muy bueno”, señalan las personas que lo conocen. Pero su especialidad son los grandes incendios forestales, que son las catástrofes naturales más habituales de los últimos años en la Comunitat Valenciana. El cuerpo que dirige es especialmente reconocido por las excarcelaciones de cuerpos, algo que está siendo muy necesario en esta catástrofe.
Desde el martes ha tenido que enfrentarse a una montaña de decisiones técnicas: dónde desplegar al ejército, ordenar y gestionar medios que se le ofrecían desde otras comunidades autónomas, helicópteros, dónde poner las cubas o camiones extractores. También prever situaciones futuras como la necesidad de poner váteres portátiles, coordinar con alcaldes y alcaldesas... En los primeros días de la emergencia, o bien no ha sucedido o bien no ha sucedido de manera mínimamente ágil o eficaz. El resultado, poblaciones anegadas autogestionándose.
Basset, que tuvo protagonismo en las primeras horas de la tragedia, pero ha pasado ya a un segundo plano, no ha dirigido operaciones de esta envergadura, como nadie en España y seguramente en Europa, pero tampoco gotas frías importantes. De hecho, en la DANA de 2019 –en la que murieron seis personas y hubo daños valorados en miles de millones, además de infraestructuras destruidas– él no estuvo al frente, porque afectó al sur de Alicante (además de a Murcia, que tuvo su propio centro de emergencias). Entonces, le 'tocaba' al jefe de Bomberos de esa provincia, Alicante, que no se conoce que haya asistido a las reuniones de coordinación pese a su experiencia previa, como tampoco se ha incorporado a expertos internacionales que hayan podido gestionar inundaciones catastróficas. Fuentes de presidencia de la Generalitat no han contestado nada concreto sobre si se está pidiendo este asesoramiento y dicen que no lo saben.
Basset es también quien ha decidido dónde han ido los recursos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) y del Ejército, sobre todo en los primeros días. Cuando se solicitó al Gobierno de España por primera vez, el martes a mediodía, fue este director de la emergencia el que consideró que debían ir a Utiel, donde sucedieron los primeros problemas e inundaciones por la mañana. Una vez pasó la tragedia que engulló más de 200 vidas en l'Horta Sud, el martes por la noche, se volvió a pedir recursos de la UME y este técnico los ubicó en Chiva y Paiporta/Picanya. El resto de las localidades quedaron solo con bomberos. En los dos días posteriores a la riada hubo pillaje y robos, además de que los vecinos estaban desabastecidos, sin luz, agua, ni alimentos. La presencia de la UME era mínima en tres municipios e inexistente en el resto.
El viernes después de la tragedia, la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, le pidió que pusiera al Ejército en todos los lugares donde ha habido inundación, no solo en algunos puntos, como refleja el acta publicada por elDiario.es, algo que, efectivamente a partir de ese día acabó sucediendo.
En este tiempo han pasado cosas incomprensibles, como que dos helicópteros que mandó la Junta de Andalucía acabaran dando la vuelta porque nadie les mandó hacer nada. Los bomberos forestales, empleados de la propia Generalitat Valenciana, denunciaron públicamente que querían ayudar y no podían porque no los activaban. Los bomberos de Bilbao estaban indignados porque no les dejaban ir. Los voluntarios convocados en la Ciudad de las Artes y las Ciencias no han sido organizados efectivamente y muchos tuvieron que volverse.
Sin estructura de control
Incluso un general de la UME, Fernando Carrillo, dijo en directo en el Telediario que no había más militares porque si los traes masivamente tienes que darle un cometido y organizarlos, dejando entrever que eso no estaba pasando: “Las emergencias que llegan de repente tienen sus fases y sus tiempos, la acumulación de efectivos, si no hay una estructura de control organizada o un soporte logístico, puede causar efectos no deseados”. Habían pasado tres días desde la catástrofe y, al parecer, aún no la había. Mientras, el Gobierno de España reiteraba sus ofrecimientos. Cuando pidieran ayuda, se la enviarían de la manera más rápida.
Aunque algunas fuentes defendían la importancia de hacer grupos específicos de trabajo (infraestructuras, sanidad, educación...) hubo que esperar al sábado por la noche, cuando Carlos Mazón informó de que los organizaban y para los que pedía la incorporación de ministros. Los primeros días de la emergencia había un caos que, desde el sábado se ha ido reparando con un Cecopi más coral, con más expertos y más distribuido por áreas. Pero todavía no se ha reflejado en la zona de la catástrofe, donde cientos de miles de personas aún esperan a cubrir necesidades básicas.
Mazón también anunció esa noche del sábado una incorporación importante en las reuniones: la del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), la máxima autoridad de las Fuerzas Armadas en el Ministerio de Defensa. Con la cantidad actual de efectivos militares que se van incorporando, las fuentes cercanas a la gestión consultadas por elDiario.es señalan que, aunque el director oficial de toda la logística sigue siendo Basset, se están tomando decisiones más colegiadas y se escucha a los mandos militares en todas sus propuestas, de manera que de forma efectiva están liderando su propia organización con el plácet de la comunidad autónoma, ya que están mucho más entrenados para este tipo de situaciones que el director de la emergencia.
Además de las urgencias del momento, el Cecopi debería servir para prever situaciones y encargar trabajos a días vista y a expertos concretos: ¿Necesitarán mascarillas en la zona? ¿Hay que hacer vigilancia epidemiológica por si surgen enfermedades? ¿Se necesitan váteres químicos portátiles para que no haya contaminación por aguas sucias? ¿Surgirán problemas de seguridad ciudadana? ¿Hay autobuses lanzadera para que los afectados puedan moverse? Según el resultado, no ha habido previsión y, si la ha habido, no se ha trasladado en efectos visibles. Por ejemplo, las primera recomendaciones de salud pública para habitantes y voluntarios se emitieron el 2 de noviembre, cuatro días después de que miles de personas no tomaran precauciones. Un comunicado del Cecopi ha alertado de que no se beba agua en ningún municipio este domingo, y no se sabe por qué medios se ha informado a la población, en municipios en los que a veces no hay ni bandos municipales porque se han inundado todos los sistemas de comunicación de los ayuntamientos.
La guía estatal de operativos de emergencias del Ministerio del Interior deja muy claras las funciones del director de la emergencia. Se puede apoyar en un “comité asesor”, o puede tomar la decisión de crear un Comité de Dirección “cuando se prevea la necesidad de aportar medios y recursos no disponibles en su ámbito territorial” del que, por el momento, no hay noticia.