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De payaso, en pareo, con tartas o a mitad de boda: anécdotas de la vacunación contra la COVID en la Comunitat Valenciana

Dos mujeres tras ser vacunadas contra la COVID en Gandia.

Loli Benlloch / EFE

València —

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Un hombre disfrazado de payaso, una mujer que se dejó a medias un banquete de bodas, personas ataviadas con pareos o gente que acude con pequeños obsequios para los sanitarios, como tartas y hasta orquídeas, son algunas de las anécdotas que está dejando el proceso de vacunación masiva contra el coronavirus.

Las cartas y dibujos de agradecimiento son otra de las curiosidades que se han encontrado los profesionales que vacunan, que además de pinchar han tenido que hacer fotos, recoger objetos perdidos o ver cómo la gente rebautizaba lo nombres de las vacunas, según explican a EFE los responsables de tres grandes 'vacunódromos' de la Comunitat Valenciana.

Disfrazado de payaso

Hay gente para la que recibir la vacuna es motivo de fiesta, y si no que se lo pregunten al hombre que acudió “totalmente vestido de payaso, pero con el brazo bien libre” en sus dos citas para pincharse en la Institución Ferial Alicantina (IFA), reconvertida desde abril en 'vacunódromo'.

“Supongo que era porque estaba muy contento”, explica a EFE el coordinador de la vacunación en IFA, Carlos de Gregorio, quien señala que no se “toman a mal” estas actitudes -también ha ido gente con caretas o disfraces “menos elaborados”- mientras no se desvirtúe el proceso de la inoculación.

Entre las 200.000 personas que ya han pasado por este recinto se han encontrado también a alguna que se ha santiguado primero como forma de “bendecir” la vacuna, o a una que acudió con un péndulo y no consintió en recibir su dosis hasta que el objeto no le transmitió que “no había problema” en hacerlo.

De Gregorio se queda sobre todo con el reconocimiento de la gente, que atribuye a que acuden con “cierto miedo” y cuando ven la “calidad humana” de todo el equipo, desde enfermeros a celadores, les llevan luego dibujos, muñequitos -como la Dama de Elche, localidad donde se ubica IFA-, e incluso les regalaron una docena de orquídeas.

Tartas, bombones y un sillón de la reflexión

Tartas, bombones o una rosa son algunos detalles que ha recibido enfermeras que vacunan en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València, un 'vacunódromo' por el que han pasado ya 450.000 personas, en el que la pared de un vestuario se ha panelado con las cartas, dibujos y tarjetas de felicitación que les han ido entregado y que les animan el día.

La coordinadora de enfermería en este espacio, Amparo Antonaya, destaca de entre todas las anécdotas la de un día de lluvia en la que esperaban a personas de más de 70 años que llegaban en autobús desde poblaciones del área metropolitana. Para evitar que pudieran resbalar por el suelo mojado, los sanitarios decidieron subirse a los autobuses y pincharles allí.

“Los abuelitos lo agradecieron mucho y nos decían: es como si nos fuéramos a Benidorm, quédense ustedes y nos vamos a pasar el día allí”, indica a EFE Antonaya, quien lo recuerda como un “momento entrañable” y señala entre risas que finalmente no lo hicieron, aunque todos tenían ganas de viajar recordando sus escapadas con el Imserso.

Si hasta IFA ha llegado gente en chanclas y con pareo, como si hicieran un paréntesis entre baño y baño, en la Ciudad de las Artes se encontraron con una mujer vestida elegantemente que les explicó que venía de un banquete de bodas, donde había bebido mucho vino y adonde tenía intención de volver para seguir haciéndolo tras ser vacunada.

“Márchese, disfrute de la boda y me cojo sus datos para vacunarla otro día”, fue la respuesta que le dio la coordinadora de vacunación en la Ciudad de las Artes, lugar donde por cierto han instalado un “sillón de la reflexión” para la gente que acude a vacunarse pero tiene dudas y necesita tiempo para pensar.

La pintora a la que inspiró la vacunación

La primera dosis de la vacuna inspiró de tal manera a una pintora de Castellón, María Griñó, que al llegar a casa creó una ilustración con el rostro de una mujer ataviada con guantes, una jeringuilla y una vacuna, y cuando volvió para la segunda dosis lo regaló al personal sanitario, que lo recibió con emoción y lo tiene expuesto en el Auditori de Castelló.

“Sobre todo, lo que más hemos recibido son cartas de agradecimiento”, explica EFE Inmaculada Fabregat, coordinadora del personal que vacuna en el auditorio, quien se ha encontrado con gente mayor que acudía el día de antes de la cita “para no perderse” al día siguiente, y con personas que después de mucho tiempo sin verse se han reencontrado allí gracias a la vacuna.

También ha visto cómo los nervios llevaban a algunas personas a no atender bien las explicaciones y pasar directamente a la sala de espera, en lugar de al box de vacunación, y luego decían que nadie les pinchaba, y a compañeras que han acudido puntualmente a vacunar y han pedido volver, para “estar en lo bueno tras haber trabajado en lo malo” de la pandemia.

La Johnson, la faixa y la artanenca

Quienes vacunan ha visto cómo eran rebautizadas las farmacéuticas, y han atendido a gente que iba a ponerse “la Johnson” (por la Janssen), la 'Faixa' (faja en valenciano, en lugar de Pfizer) o “la Artanenca” (una variedad de aceituna castellonense, en lugar de AstraZeneca), o que directamente pedían “la buena”.

También han descubierto que la gente “pierde bastantes cosas” en estos sitios, desde paragüas a gafas de sol, algún fular y muchas tarjetas sanitarias, y se han emocionado cuando han podido vacunar al padre o la abuela, imagen que será guardada para la posteridad, como las de otros vacunados que han pedido que les hicieran la foto, o se han hecho 'selfies', o han grabado en vídeo este importante momento.

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