¡Perdón, se dice jopeta!

Últimamente no hay pobres sino personas en riesgo de exclusión social. No hay gente pasando frío en sus casas, durmiendo vestidos y sin posibilidad de ducharse con agua caliente sino pobreza energética. No hay despidos sino expedientes de regulación de empleo. No hay millones de personas que no llegan a fin de mes sino falta de liquidez en los hogares españoles. No se premia con el dinero de todos la mala gestión de los responsables de los bancos, se les inyecta liquidez. No se bajan los sueldos de los trabajadores, se hacen competitivos con el resto de Europa. Y todo ello en un periodo de ajuste económico, o sea, de recesión.

A una persona que como a mí le guste el lenguaje y sea consciente del poder de las palabras no debería extrañarle esta manía de la gente de no llamar a las cosas por su nombre. ¿Se acuerdan de la desaceleración del ex presidente Zapatero cuando en todo el mundo se hablaba de crisis? Pues, a partir de ahí:

-Se le llama ley de seguridad o regulación del espacio público a prohibir las manifestaciones.

-Céntimo sanitario a subir el precio del combustible.

-Estar en búsqueda activa de empleo a estar desesperado porque alguien te ofrezca un trabajo.

-Brecha salarial de género a cobrar menos que otro en tu mismo puesto porque eres una mujer.

-Reforma laboral a despedir sin explicaciones y sin contraprestación a quién, cómo y cuándo te dé la gana.

-Copago sanitario a pagar para que te atienda un médico del sistema ¿público?

-Rueda de prensa sin preguntas a convocar a la prensa como espectadores de monólogos de políticos al estilo del Club de la Comedia.

-Y así…

Con tanto eufemismo que escucho y leo en todas partes de boca de políticos, empresarios, economistas, tertulianos… ya no sé si soy autónoma, emprendedora o una de esas mujeres destinadas, según el president Fabra, a protagonizar la recuperación económica. Porque uno de los eufemismos más utilizados en cualquier foro que se precie es el de emprendedor… o lo que somos la mayoría: pringados que pagan un 50% de un sueldo mileurista en impuestos que luego no revierten en ningún sitio. Aunque siguiendo las pautas del ‘maquillado’ lenguaje actual, y para estar a la altura de las circunstancias, mi opinión es que las mujeres somos un daño colateral a la situación de desaceleración económica por la que atraviesa el país con un elevado número de expedientes de regulación de empleo avalados por una reforma laboral cuyo objetivo es ser más competitivos en Europa… ¡Joder que lío! (perdón, se dice jopeta)