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'El arte de mandar bien', por Gan Pampols: el libro y los tuits de un teniente general que será vicepresidente de Mazón

El teniente general Francisco José Gan Pampols.

Laura Martínez

21 de noviembre de 2024 21:57 h

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“Liderar es servir”, dice el teniente general retirado Francisco José Gan Pampols, que este viernes pasa de ser un militar de alta graduación retirado a vicepresidente segundo de la Generalitat Valenciana, en el Consell de Carlos Mazón. Es la primera vez que un militar accede a un cargo de un Gobierno autonómico, lo que anticipa cómo pretende acometer el Consell de Mazón la reconstrucción de la catástrofe de la DANA. La decisión responde a una lógica sencilla: para un escenario de guerra lo mejor es un alto mando militar.

Destinado en misiones de paz en la extinta Yugoslavia (Bosnia-Herzegovina y Kosovo) y encargado de la reconstrucción de la zona de Qala e Naw en Afganistán, es el único escalador español en conseguir los llamados tres polos: en los años noventa subió al Everest, fue a la Antártida y al Polo Norte, acciones documentadas en el programa de RTVE Al filo de lo imposible. Desde el Ejecutivo autonómico se alude a su experiencia en la reconstrucción de Afganistán tras la guerra, un proceso que fue encomendado a empresas privadas. Es hábil para ordenar y coordinar.

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED y doctor honoris causa por la Universidad Católica de Valencia, es un experto en liderazgo y colabora periódicamente en medios. El teniente general cree que la comunicación es esencial en cualquier proceso de crisis y que en un Estado democrático la ciudadanía debe estar bien informada. Sin embargo, ha rechazado que su puesto se vincule a la política. En multitud de entrevistas desde que se conociera su propuesta, insiste en abordar la reconstrucción con carácter técnico y no político, pese a que se sentará en el pleno del Consell con otros diez consellers, todos propuestos por el PP, que gobierna en minoría. “No aceptaré directriz política”, sostiene, aunque deberá someterse a la fiscalización constante de la oposición y de los medios de comunicación.

Francisco José Gan Pampols mantiene una cuenta en X (antiguo Twitter) centrada en asuntos de análisis militar y geoestratégico, muy enfocados en la guerra de Ucrania y de Oriente Medio, y en la promoción de sus libros y de sus apariciones en medios de comunicación. Pero se pueden ver numerosos 'retuits' de mensajes de derecha extrema y, también, del presidente autonómico de Aragón, el socialista Javier Lambán —Gan Pampols reside en Zaragoza—.

En uno de esos mensajes retuiteados, el exdirigente de Ciudadanos Juan Carlos Girauta tildaba al presidente venezolano Nicolás Maduro de “jefe de Zapatero”. La cuenta de X de Gan Pampols también republicó un mensaje de una usuaria, que suele incluir material de Vox, en el que exaltaba al general Enrique Rodríguez Galindo, condenado a 71 años de prisión por el secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. El mensaje, retuiteado el día del fallecimiento de Rodríguez Galindo, decía: “Ha fallecido un gran hombre, guardia civil de honor, con su buen hacer dirigió a sus hombres y con sangre sudor y lágrimas evitaron muchos atentados, muertos, heridos y dolor en España”.  

El dirigente se define a sí mismo como “una persona normal, el resultado de un itinerario vital que se inicia en el seno de una familia de clase media a finales de los cincuenta y que vive con absoluta naturalidad el cambio que experimenta en España en esa etapa”. Desde su jubilación, Gan Pampols se ha enfocado en los cursos de liderazgo. Su libro El arte de mandar bien: querer, poder, saber (publicado en 2022) señala claves para construir buenos mandos y anticipa cómo abordará la tarea encomendada por el presidente del PP valenciano. Por el momento, en su equipo tendrá como 'número dos' a otro alto mando militar, el general de brigada Venancio Aguado.

Un buen líder, según Gan Pampols

La autoridad, considera el militar, viene cuando tus subordinados te respetan. Un buen líder, sostiene, es alguien en continua formación, con habilidades diversas (técnica, humanidades y de relación). Un buen líder “jamás teme que alguien mejor pueda surgir de su equipo”. El dirigente da especial importancia a los valores humanistas, a la capacidad de ver más allá de lo inmediato y a “sentir una curiosidad permanente por todo lo que ocurre”. Cita constantemente a Marco Aurelio, cuyas Meditaciones son un clásico en su ámbito, y destaca como figuras admirables a Alejandro Magno, Julio César, Isabel de Castilla, Erasmo de Roterdam o Indira Gandhi.

Los verdaderos líderes tienen que huir del igualitarismo, que lejos de mejorar e impulsar las sociedades las cretiniza, y hace desaparecer los conceptos de mérito, capacidad, emprendimiento y responsabilidad individual

Gan Pampols

“Los verdaderos líderes tienen que huir del igualitarismo, que lejos de mejorar e impulsar las sociedades las cretiniza, y hace desaparecer los conceptos de mérito, capacidad, emprendimiento y responsabilidad individual. De la misma forma, tienen que expulsar el determinismo, el dogmatismo y el relativismo de la esfera personal y social”. Si todo es cuestionable, no se puede fijar un mínimo común de respeto y convivencia, sostiene el teniente general. Gan Pampols aboga por construir una “nueva élite” que sea referente de una sociedad de ciudadanos “libres e iguales” con “cultura política e informada”, una élite “alejada de la mediocridad y el cortoplacismo, ajena a la partitocracia”, que “trabaje por el bien común, concite acuerdos y consiga la unidad de esfuerzo, que sea transparente y rinda cuenta periódicamente ante la ciudadanía”. “Necesitamos un equipo de estadistas, no de telepredicadores ni productos mediáticos vacíos de contenido y con una verborrea cansina, manipuladora y sin sentido”, recalca.

Gan Pampols entiende el liderazgo como “el arte de mandar bien”, una capacidad personal para crear equipos de trabajo cohesionados y con entusiasmo encaminada a “la consecución de objetivos supeditados a un fin común superior y moralmente bueno”. Este es, a su juicio, el elemento más importante: “Que suponga mejora, progreso y seguridad en el sentido más utilitarista del término, el mayor bien para el mayor número con el menor perjuicio para el menor número”.

Cómo afrontar una crisis

En sus entrevistas se observa esa experiencia militar: primero, aboga por componer un mapa de necesidades, atención a lo urgente, cuantificar y planificar el futuro. Mientras, el Ejecutivo autonómico aún titubea en las medidas de emergencia tres semanas después: no hay una solución de vivienda, ni de escuelas, ni para la retirada de los vehículos. Todo da sensación de interinidad e improvisación diaria.

El militar ubica la pandemia de la COVID y la guerra de Rusia contra Ucrania como principal amenaza al mundo actual, por encima del cambio climático, con un análisis detallado de la situación previa de ambos países. En base a estos dos acontecimientos, que siguen vivos, marca errores en la gestión de las crisis: falta de previsión (deficiente identificación de la amenaza y de las medidas para contenerla, apunta), supeditar la toma de decisiones a la agenda personal o política (aboga por crear gabinetes de crisis y trabajos técnicos), no establecer una política de información pública unificada, directa y transparente (“debe ser prístina la libertad de prensa” y “no pueden producirse informaciones contradictorias desde el Gobierno”); territorializar el problema (las fronteras no contienen guerras ni epidemias) y la seguridad no puede depender del corto plazo.

Según apunta, cada planeamiento de contingencia debe contemplar escenarios, sistemas de mando y control, objetivos a alcanzar, medios humanos y materiales y medidas de coordinación. Basándose en sus propias lecciones, ese será su plan cuando tome posesión. “En teoría existe, o debería existir, un catálogo de empresas productoras de recursos críticos y de profesionales y actividades del mismo tenor” para alinearlas con el plan civil de emergencias, apunta en el libro, donde habla de la poca flexibilidad de la ley de contratos del sector público y aboga por sustituirla por un mecanismo más “ágil” sin evitar controles futuros. La responsabilidad del planeamiento no puede caer en organismos ajenos a la función de gobierno, recalca.

El militar también aboga por el consenso y la unidad de acción, aunque unidad no significa uniformidad o ausencia de diálogo, aclara en algún punto. Pero insiste en plantear una visión negativa de la política, que se entiende dominada por las siglas de partido: “La función representativa acota los intereses partidistas en beneficio de la ciudadanía”, destaca.

La encomienda de Mazón al teniente general, según el comunicado remitido por Presidencia, consiste en “el diseño de un plan de recuperación y la coordinación de las labores de reconstrucción de las zonas afectadas, por lo cual será también el responsable de presidir la Comisión Interdepartamental encargada de organizar y coordinar a todos los departamentos del Consell orientados al proceso de reconstrucción de las comarcas afectadas”. Además, asumirá “el desarrollo de un plan de protección para afrontar posibles catástrofes naturales que suponen riesgos para la población”.

En sus últimas entrevistas, ya conocido su nombramiento, el militar insiste en que no se den “interferencias de carácter político”, que ha sido una condición básica que le puso al presidente. Las pretensiones del alto mando militar deberán adaptarse al nuevo organigrama que plantee el PP, el reglamento de su departamento, sus competencias y personal. El teniente general está acostumbrado a trabajar en una institución jerárquica donde los cargos inferiores obedecen a los superiores, pero la Administración autonómica tiene otros medios. De entrada, si se cumple con lo que se entiende por vicepresidencia, se sentará en el Pleno del Consell, un órgano colegiado que delibera y toma decisiones. Necesitará un presupuesto, una oficina, personal y recursos; todo ello serán decisiones políticas que tendrá que pelear.

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