El arzobispo de València, Antonio Cañizares, se muestra como uno de los grandes azotes desde la Iglesia al nuevo Gobierno de PSOE-Unidas Podemos y no desaprovecha ninguna carta pastoral semanal a los fieles para alimentar sus ataques. En la última carta, el cardenal Cañizares empieza con una aparente tregua y muestra de voluntad al afirmar que “no quiero ni debo omitir mi felicitación al Sr. Presidente electo y desearle todo lo mejor en su gestión como Presidente, para el bien de España”, y de brindarle que “por mi parte tendrá en mí un colaborador leal, sincero, independiente, y libre, dispuesto a apoyar y ayudar”. Pero hasta aquí las buenas palabras y empiezan las críticas.
Habla así el arzobispo del clima de “crispación” afirmando que “el espíritu de la transición se ha vaciado y olvidado; aquel espíritu de concordia y de convivencia que dio lugar a la ley básica de una España unida en la Constitución se ha roto”. A renglón seguido el entronque de argumentos con la derecha y extrema derecha, un alegato de defensa de la monarquía que entiende ha sido atacada: “Un pilar básico que aúna y sostiene el Estado de derecho es la Monarquía y por parte de algunos ha sido incluso atacada y por parte de algunos otros no ha sido defendida de inmediato como se merece y se debería exigir en esa España de la concordia”.
Y a partir de aquí palabras más gruesas para atacar al gobierno de coalición, describiendo a un Unidas Podemos que se comerá al PSOE en el ejecutivo: “El marxismo-comunismo, que parecía desterrado a partir de la caída del muro de Berlín, renace y seguro que va a gobernar España; la socialdemocracia se desfigura”.
“Llegué a pensar que se estaba trasladando lo que está pasando en algunos países de América, por ejemplo Venezuela”, asegura; y también muestra la nostalgia de la gran patria: “He percibido un intento de que España deje de ser España: los principios y valores que le han hecho ser lo que es, desde la época visigótica, portadora y realizadora de grandes empresas, como América, ya no están, ni cuentan y su unidad se pretende fragmentarla y romperla”.
La diatriba política acaba con una arenga a los fieles: “A todos digo: ¡Animo! ¡Adelante! Peores momentos hemos vivido. Y salimos. Ahora también. ¡Seguro!”.