La última polvareda levantada por el cardenal Antonio Cañizares es una de las principales luchas del también arzobispo de València: la cruzada contra el 'imperio gay' y contra el feminismo. Desde que tomó posesión de su actual cargo en octubre de 2014, anunció que no iba a ser pasivo con todo aquello que rechazaba: “Estamos atravesando tiempos nada fáciles, los miremos por donde los miremos”, con lo que advertía que “proclamaré sin descanso, me gastaré y me desgastaré”. Además, abogaba por una Iglesia con enviados “mansos y humildes de corazón, no violentos e impositivos, pero tampoco ingenuos, sabiendo que los lobos son lobos y que los hay y muchos”.
La lucha contra el matrimonio homosexual es su referente. Así lo hizo en una misa por la familia, en plena Navidad y ante centenares de niños. Allí instó a “promover y defender el matrimonio único e indisoluble entre un hombre y una mujer” frente a “políticas irresponsable y suicidas, producto de las ideologías y cultura dominantes” que, a su juicio, “distorsionan a la familia”.
En la siguiente polémica continuó con el rechazo a la homosexualidad, pero también añadió uno de sus blancos preferidos: el aborto. En marzo afirmaba que era “juvenil” y “progresista” el “defender la vida, el amor entre un hombre y una mujer unidos en matrimonio”, y que “lo demás es ser ya vejestorios”.
En 2015, año electoral, el cardenal Cañizares no se quiso mantener al margen. Tras la victoria de las fuerzas progresistas, el cardenal arzobispo de València proclamó la incompatibilidad del ecologismo y del feminismo, advirtiendo que si los partidos políticos que han ganado las elecciones municipales y autonómicas en la Comunitat Valenciana “defendieran la ecología, no estarían a favor de cuestiones como el aborto o la ideología de género”.
En política
En políticaPero a Cañizares le ha gustado también pontificar más allá de la sexualidad, y se ha metido en la arena de la política en varias ocasiones que les han costado más de un reproche.
La última, una de las más polémicas, fue considerar a los refugiados que llegan a Europa como una amenaza, una “invasión” peligrosa porque no todo era “trigo limpio”. Y entre las polémicas de moda cargó contra el independentismo, convocando para días antes de las elecciones catalanas una vigilia para rezar “por la unidad de España”, afirmando que no hay “ninguna justificación moral” para la independencia de Catalunya.
En temas más domésticos el arzobispo tampoco se ha querido mantener al margen. Tras la decisión del alcalde de València, Joan Ribó, de sacar la procesión cívica del 9 d'Octubre de la Catedral de València para asistir el acto del 'Te Deum', instaurado por el gobierno de Rita Barberá (PP), la respuesta del cardenal Cañizares fue recurrir a colectivos culturales ultraconservadores para conseguir la presencia de la senyera valenciana en el templo para dicho día.
En temas culturales, Cañizares también fue crítico con un 'obsequio' de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) cuando la institución oficial que regula la lengua le regaló un 'Oracional valencià' en el que se recogen textos evangélicos en valenciano. Pero el arzobispo hizo desprecio de la obra, afirmando que “pienso que esto no conduce a la paz social que se necesita”. De esta forma el prelado rechazaba el trabajo de la academia, que se basa en la unidad lingüística con el catalán, mientras semanas después sí aceptaba un trabajo en línea similar presentado por entidades conservadoras partidarias del secesionismo.